Cereales: la vuelta a una extraña normalidad

La guerra de Ucrania ha tenido una repercusión negativa en el país y a nivel mundial, no sólo en el aspecto humano, también en el ámbito económico, ya que ha afectado a la producción de grano del país y a las exportaciones, amenanzando con una crisis alimentaria. No sólo se ha incrementado el precio de los cereales, también el de las materias primas y los fertilizantes. Igualmente, la situación climática está afectando a la producción de cereal, provocando una disminución en las cosechas y situando las reservas mundiales en su punto más bajo en relación con el consumo de los últimos años. Está previsto que la campaña de trigo 2022/2023 sea la mejor de los últimos 10 años, debido a las excelentes cosechas de Canadá, Rusia y Australia. Respecto al maíz, se prevé una caída tanto de la producción como del consumo global. La campaña de China y Brasil han sido muy buenas, sin embargo en Argentina y especialmente, en Estados Unidos y la Unión Europea, han sufrido un fuerte descenso a causa de la sequía y las altas temperaturas. De todos los cereales, las reservas de maíz son las que tiene los porcentajes más bajos respecto al consumo, mostrando un deterioro progresivo. El consumo de cebada ha aumentado para compensar la caída del maíz. Las mayores reducciones de producción de cebada se han producido en Ucrania y Marruecos. También respecto al precio sigue el mismo comportamiento que el maíz. La producción de soja se concentra en Estados Unidos y Brasil y se espara un incremento en la próxima campaña, siendo China el mayor consumidor. En España, el consumo de cereales se sitúa alrededor de los 38 millones de toneladas, de las que más del 70 % se destinan a alimentación animal. Las condiciones climatológicas han permitido una buena campaña de siembra, por lo que han mejorado las perspectivas para la cosecha de 2023.