La campaña de tomate en las Vegas Altas
«Si no hay agua el año que viene el cultivo del tomate morirá»
Antonio Aguilera y su hijo forman parte de dos generaciones distintas de productores de tomate de industria
Les preocupa la falta de lluvias y la rentabilidad futura
Antonio Aguilera, a la derecha, y su hijo, Antonio Aguilera Rodríguez, junto a un tractor. SAMUEL SÁNCHEZ
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Todavía no ha asomado el sol en la comarca de las Vegas Altas y el trasiego de camiones portando toneladas y toneladas de tomate a las industrias agroalimentarias que hay en la zona se impone sobre el paisaje. Las rotondas de las carreteras, como es habitual en esta época del año, hacen ver que la campaña está en marcha sólo con la acumulación roja a un lado y otro de la carretera.
En plena campaña de cosecha se encuentran desde finales del pasado mes de julio Antonio Aguilera y su hijo, Antonio Aguilera Rodríguez. Ambos saben bien lo que cuesta alcanzar una producción media de tomate para industria que permita mantener la rentabilidad del cultivo. Pero ambos han visto también, de una manera o de otra, cómo era antes y cómo es ahora cosechar este producto de la tierra. De hecho, el propio Aguilera padre recuerda cómo en sus primeros años en Ruecas, un pequeño pueblo de colonización de esta comarca pacense al que llegó con diez años procedente de Puebla de la Calzada, tenía que afanarse junto a su padre en recoger cajas y cajas de este fruto. Y todo ello de rodillas en el suelo. «Antes era mucho más sufrido y no era posible abarcar tantas hectáreas de este cultivo», cuenta. Ahora, para su alivio, la modernización en maquinaria ha mejorado mucho estas labores. «Si no hubiera la maquinaria que hay hoy en día sería imposible encontrar a gente para cosechar el tomate, pero también hoy día se hace de una manera mucho más sencilla», analiza.
Antonio Aguilera Rodríguez, subido a la máquina cosechadora. SAMUEL SÁNCHEZ
En esta zona el tomate para industria es el cultivo estrella por muchos motivos, entre ellos por la economía que se genera alrededor. Por eso, este pequeño productor reitera la importancia de que sea rentable. «Como está hoy día el campo si los precios no suben todos los años no se puede sembrar porque la gente se va a pique. Todos los años se arruinan agricultores y eso no puede ser, porque cada vez los insumos suben más y se nos restringen más los tratamientos fitosanitarios», denuncia este veterano agricultor.
Samuel Sánchez
Explotación familiar
Mientras atiende a este diario, su hijo apura para arreglar la máquina cosechadora junto a su madre y varios trabajadores más. «Son cosas habituales en plena campaña», apostilla. Sin embargo, Aguilera Rodríguez sabe ya de sobra lo que es trabajar codo con codo junto a su padre y su madre en la explotación familiar. Tiene 37 años, pero desde los 14 ayuda en la labores agrícolas. «Llevo vinculado a la agricultura casi toda mi vida, pero los precios deberían subir más porque los gastos cada vez son mayores y ahogan al agricultor» , dice. Quizás sea esa incertidumbre económica lo que le mantiene reacio a tomar el testigo de su padre cuando decida retirarse. «No es fácil incorporarse al mundo agrario si no se tiene nada de tierra, aunque viendo las expectativas es difícil atreverse a dar ese paso». Aquí, en esta explotación, varias familias viven de lo que se produce en estas tierras durante todo el año.
Pero lo que más preocupa a día de hoy a Antonio Aguilera y su hijo es la falta de agua. Este año van a poder completar la campaña sin mayores problemas, aunque la cuestión se traslada a la campaña del año próximo. ¿Qué pasará? La respuesta la tiene más que clara: «Si no hay agua el cultivo del tomate morirá». Por eso espera que la pluviometría sea generosa los próximos meses y así mantener un cultivo ya tradicional en toda una comarca.
Y mientras eso ocurre los Aguilera continúan con su cosecha de tomates desde bien temprano para cubrir su cupo de cuatro cubas diarias y evitar de esta manera, en medida de lo posible, las horas de más calor durante el día.
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