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Ruta del trepat, la uva única que invita a descubrir la magia de la Conca de Barberà
Viajes gourmet
El renacimiento de esta variedad ha propiciado la creación de una ruta turística con atractivos monumentales y museísticos
Uvas de la variedad Trepat
Sergi Ramis
02/07/2021 04:00
La uva trepat ha dado tradicionalmente unos vinos rosados de aspecto delicado y sabor afrutado, de graduación alcohólica ligera. Un dato curioso es que prácticamente toda la producción de esta variedad se da en la comarca tarraconense de la Conca de Barberà. Desde que a partir de 2004 los bodegueros de la zona apostaran decididamente por recuperar esta uva autóctona, los resultados se han ido diversificando, y ahora se elaboran también tanto vinos blancos como tintos.
En la década y media desde que el trepat fue sacado de las catacumbas de algunas bodegas familiares, el volumen de kilos obtenidos por año se ha triplicado. Y ahora el vino elaborado con esta uva se ha convertido en un gancho turístico nada despreciable, como bien detallan las webs concaturisme.cat y doconcadebarbera.com .
Una vista aérea de los viñedos de Torres en Vimbodí
La Ruta del Trepat está ya bien establecida por el territorio, y seguirle la huella por las trece bodegas que se han adherido a ella permite, a la vez, ir recorriendo la mitad sur de la Conca de Barberà, descubriendo sus atractivos paisajísticos pero, sobre todo, monumentales y museísticos, generalmente fuera de itinerarios turísticos mayoritarios, aun encontrándose a tiro de piedra de la Costa Daurada.
Las bodegas que se refugian en la ruta tienen características muy diversas. En general, se trata de negocios familiares con gran raigambre en el territorio. Por ejemplo, el de Carles Andreu en la localidad de Pira, uno de los impulsores de la recuperación del trepat. La familia Andreu elabora vinos desde el mismo emplazamiento a la vera del río Anguera desde hace 300 años.
Catedrales del vino
A principios del siglo XX el arquitecto Cèsar Martinell revolucionó la manera de entender los edificios en los que se produciría el vino
Precisamente Pira cuenta con una bodega cooperativa modernista obra de Cèsar Martinell. A principios del siglo XX este arquitecto revolucionó la manera de entender los edificios en los que se produciría el vino, pues no solo levantó naves tremendamente funcionales, sino que las dotó de una monumentalidad que han hecho arraigar la nomenclatura de catedrales del vino para sus obras.
En la Conca de Barberà firmó todavía tres más, la de Barberà de la Conca -pueblo del que la comarca tomaría el nombre y con la cooperativa de esas características más antigua de España- y también en Montblanc y Rocafort de Queralt. Sus fachadas con vidrieras alargadas y los arcos de ladrillo de las naves le otorgan realmente el aspecto de un templo.
El edificio histórico de la cooperativa agrícola de Barberà de la Conca
Hay dos cooperativas agrarias más de corte modernista en la comarca. Y están firmadas también por otro genio de la arquitectura, Pere Domènech i Muntaner, ensombrecido por el deslumbrante protagonismo de su padre, Lluís Domènech i Muntaner, autor de edificios como el Hospital de Sant Pau, el Palau de la Música o la casa Lleó Morera de Barcelona; o la casa Navàs y el instituto Pere Mata de Reus.
Pere Domènech firma las cooperativas de L'Espluga de Francolí y de Sarral. En esta siempre se encuentra una pequeña puerta abierta para que el público curioso pueda acceder a la gran nave de arcos parabólicos que descansan sobre pilares redondos sin necesidad de concertar una cita (aunque hay visitas guiadas). Ahora es la sede de Portell, una bodega acogida también a la Ruta del Trepat.
Imagen aérea del monasterio de Poblet
Getty
Patrimonio de la Humanidad
Siglos de tradición en torno a Poblet
En el extremo suroccidental de la Conca de Barberà se afinca el monasterio de Poblet, cenobio cisterciense fundado en el año 1150 y que es patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco. Desde hace siglos se elaboran vinos en las tierras circundantes.
Ahora la comunidad monástica, aunque activa, ha cedido la explotación de sus viñas a Codorníu, que desde 1998 se hace cargo de la elaboración de la inequívoca marca Abadia de Poblet. Elaboran tres variedades de tinto y una de blanco utiulizando trepat pero también uvas garnacha, garrut y tempranillo.
En el cercano castillo de Milmanda, bodegas Torres apuesta por la agricultura regenerativa, aunque la uva recogida aquí se lleva a vinificar a sus instalaciones del Penedès.
Poblet no es solo el monasterio y el vino. En el pueblo a cuyo término municipal pertenece, Vimbodí, hay un interesante Museo del Vidrio con horno en el que a diario se elaboran piezas siguiendo una tradición ancestral. Y en las montañas meridionales que flanquean al cenobio se hallan algunos de los bosques de diferentes especies de roble mejor conservados de Catalunya, que gozan de protección especial.
En la capital de la comarca, Montblanc, la pequeña bodega Vins de Pedra, impulsada por una familia con este apellido, organiza catas de la producción de sus siete vinos en un marco singular.
Una de las torres cuadradas que se alzan como referencia de la muralla que rodea el núcleo medieval sirve para mostrar una vivienda que se distribuye entre ocho plantas de dimensiones minúsculas cada una.
Sello distintivo
Los vinos elaborados con la uva autóctona lucen en las botellas un logotipo que imita una huella dactilar
Desde la más alta, la terraza, se prueban los vinos de monovariedad trepat, aunque también tienen con mezcla de parellada, macabeu y muscat. Las etiquetas son pequeñas obras de arte de Víctor Pedra, pintor y escultor de la familia.
Desde el lugar donde se desarrolla la cata se puede admirar parte del delicioso casco viejo de Montblanc y se tiene una panorámica hermosa de la montaña de referencia de la zona, el Tossal Gros de Miramar.
Detalle de la fachada del Sindicat Agrícola de Pira, inaugurado en 1919
En la vecina L'Espluga de Francolí hay que detenerse. No solo por el edificio cooperativo modernista de Pere Domènech, sino también por interesantes museos como el de la Vida Rural y la antigua Fassina Balanyà, una destilería en la que se elaboraban los licores en base a productos secundarios de la uva y que en el siglo XIX se comercializaban en la ciudad de Reus, que se convirtió en la segunda urbe de Catalunya en importancia económica.
L'Espluga ofrece un recorrido por su núcleo urbano ligado a la huella templaria. Y pegado al río Francolí -pero no tanto como antes- se levanta la flamante bodega Rendé-Masdeu, reconstruida tras las catastróficas crecidas del otoño de 2019, en que todo el edificio fue arrasado tras unas fuertes lluvias.
Barberà de la Conca, rodeada por el paisaje de viñedos
En el subterráneo hay un pequeño museo con fotografías de aquellos hechos, así como algunas tinajas convertidas en una bola de acero por el empuje del agua.
La ola de solidaridad fue tan importante como la de la furia fluvial, y ahora ya elaboran de nuevo vinos como el Trepat del Jordiet y otras etiquetas como Insòlit o Inquiet. También en L'Espluga, la bodega Vidbertus elabora trepats y forma parte de la ruta enoturística.
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