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Por qué el gigante del lujo LVMH se ha enamorado de una bodega de Toro

04/08/2023
En: elpais.com
Digital
Un sol de justicia descansa plácido sobre unas retorcidas cepas, la joya de la corona de la viticultura no solo de Castilla y León o de España, sino del mundo entero. Nos encontramos en Venialbo, en las proximidades de Valdefinjas, a escasos 12 kilómetros de la localidad zamorana de Toro que da nombre a esta denominación de origen donde LVHM posee la única bodega que el gigante francés del lujo tiene en España: Numanthia, una casa que cumple 25 años y que apenas produce 300.000 botellas cada año y que tiene unas ventas de seis millones de los 7.099 millones de euros que generan las 25 maisons propiedad de la división de vinos y licores del conglomerado, Moët Hennessy, con marcas tan renombradas como Dom Pérignon, Moët & Chandon o Veuve Clicquot. Lucas Löwi, el argentino enamorado de estos singulares viñedos que llegó de su Mendoza natal para dirigir el proyecto, cuenta que Cristóbal Colón llevaba en las carabelas rumbo a la Tierra prometida barriles con vino de Toro , pues ya entonces destacaba su principal característica: que puede guardarse por mucho tiempo. Precisamente la resistencia es la nota distintiva de las cepas de estas tierras [y de la desaparecida población soriana que da nombre a la bodega], que fueron capaces de sobrevivir a la filoxera de 1870, que provocó que el viñedo europeo fuera arrancado y en su lugar se plantasen injertos de pie americano, explica Löwi, a la vista de varios de los troncos grandes, oscuros y llenos de nudos de los que sobresalen contados racimos de uva tinta de Toro para no sobrecargar a estas plantas de más de 150 años de antigüedad. " En las viñas de Toro la filoxera no se extendió porque las cepas se plantan de forma distinta, se deja más espacio entre planta y planta, casi tres metros, y eso hizo que el insecto no saltase de una a otra. Y es también la consecuencia de que los de Toro sean unos de los viñedos plantados en pie franco más antiguos del mundo", explica el director de Numanthia. "Hay muy pocos como estos", remacha. Esta rareza y a la vez dureza fue la que atrajo al argentino al proyecto español de LVMH. A una localidad de menos de 10.000 habitantes donde es duro vivir y que pierde población. De hecho, el propio director se mudó a Valladolid. Aunque más sorprendente que ver a un argentino en el municipio de la colegiata del Pórtico de la Majestad es que el grupo mundial del lujo haya puesto sus ojos en una bodega minúscula de una denominación de origen que no es ni mucho menos de las principales en España. LVMH compró la marca en 2008 (por un precio que no desveló ni desvela hoy) después de que sus antiguos propietarios consiguiesen 100 puntos en la guía Parker con uno de sus vinos: Termanthia. Esa fue la singularidad que atrajo a LVMH, cuenta Martin Derrier, hasta hace poco responsable de ventas de Moët Hennessy en España: unos viñedos de 150 años de antigüedad de los que salían tintos con 100 puntos en la escala de referencia internacional. "Era un diamante en bruto muy cerca de las instalaciones de un afamado competidor: Vega Sicilia", recuerda. El grupo francés, que posee las mejores marcas de champán, no puede crecer más porque la producción del espumoso es tan pequeña como limitada, así que su estrategia pasa por ganar tamaño a través del vino tranquilo y las bebidas espirituosas: "Hay una apuesta clara por la división de vinos, con adquisiciones muy potentes en los últimos años", sostiene Derrier, ahora director de Marketing y Ventas de Numanthia. El pasado febrero, el grupo propiedad de Bernard Arnault compró el productor provenzal Château Minuty por 480 millones de euros y hace algo más de un año el gigante californiano Joseph Phelps. La bodega española comercializa tres vinos a los que el equipo de Löwi, de 30 personas, ha dotado de "fineza y suavidad", introduciendo dos podas de los viñedos, vendimias más tempranas, uno de los rendimientos más bajos del mundo (menos de 2.000 kilos por hectárea), crianzas con menos madera nueva y más tiempo en botella, explica el directivo. Las marcas son: Thermes, que se vende al público por unos 30 euros (sobre todo en EE UU); Numanthia, por unos 55 euros y Termanthia, por 250 euros. "Empezamos a guardar los vinos y a sacarlos al mercado después de cinco y siete años de su vendimia, y Termanthia ha vuelto a recibir 100 puntos Parker con Ipse; Numanthia ha sido elegido top 100 de los mejores vinos del mundo de Wine Spectator y Thermes está desde hace cuatro años entre los mejores vinos del mundo de mejor calidad-precio", agrega. Con la búsqueda de la máxima calidad y el objetivo de ser la referencia en los vinos de Toro, Numanthia ha decidido ser aún más premium, dice Löwi, pues "nadie en el grupo cuestiona el coste del vino, el mandato es hacer el mejor vino que se pueda". El futuro pasa por mantener la producción en 300.000 o 350.000 botellas y crecer en valor. "En volumen vamos a crecer solo un 5% y en facturación tendremos un 20% de crecimiento compuesto en cinco años", cuenta. El 80% del producto se comercializa en hostelería y el 20% en el sector de distribución. Venden en 70 países, aunque el 30% de la facturación procede de España, donde marcas como Moët Chandon o Dom Pérignon ayudan mucho en esta comercialización, en palabras del exresponsable de ventas de Möet Hennessy. Ahora las miras de Numanthia están puestas en México, Brasil, el Reino Unido, Alemania, Japón y China. Allí se dirigirán Numanthia 2018, que acaba de salir al mercado, Thermanthia 2016, que lo hará tras el verano, y Termanthia Ipse, que si llega a comercializarse alcanzará 1.000 euros por botella, pues solo se han producido unas 300. El vino se distingue en la DO Toro, con más de 60 bodegas, porque se elabora con uvas de los ocho tipos de terruños que existen, indica Löwi. La casa tiene 150 hectáreas y la estrategia pasa ahora por reforestar y rehabilitar los hábitats de fauna autóctona. El año pasado plantaron 2.500 árboles como los guardianes de unos de los viñedos más antiguos del mundo que son. 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