El aumento de la salinidad, producido principalmente por el cambio climático, acelera la necesidad de cultivar variedades tolerantes a la salinidad como estrategia más sostenible. Durante 2016 y 2017 se evaluó el comportamiento de las principales variedades cultivadas en España con la finalidad de realizar asesoramiento agronómico a los arroceros. Las variedades Gleva y JSendra, aunque han reducido su producción un 21% y 28% respectivamente en condiciones de salinidad, han sido las variedades con un mayor potencial productivo.
Mª del Mar Català 1 , Concha Domingo 2 , Maite Martínez-Eixarch 3 , Núria Tomàs 1 , Eva Pla 1 y Andrea Bertomeu 1 . 1 IRTA/Estació Experimental de l’Ebre. 2 IVIA/Departamento del Arroz. 3 IRTA/Sant Carles de la Ràpita.
En España, el cultivo del arroz representa una importante actividad económica, además de formar parte como agrosistema de los parques naturales del Delta del Ebro y La Albufera y el Parque Nacional de Doñana en el Valle del Guadalquivir .
El cultivo del arroz en el Delta del Ebro representa un 65% de la superficie , siendo el motor económico más importante. La zona se caracteriza por una salinidad del suelo elevada, causada en su mayor parte por las aguas freáticas con altos valores de conductividad eléctrica (Casanova, 1998) y con un 30% de la superficie deltaica alcanzando valores de conductividad eléctrica del extracto de pasta saturada superiores a 4 dS/m (Casanova, 1998).
Según estudios previos realizados en la zona, la conductividad eléctrica del extracto de saturación está directamente relacionada con la disminución del rendimiento del cultivo , de tal forma que un valor superior a los 4 dS/m supone una pérdida de cosecha de hasta el 32% (Catala et al., 1997). La capacidad del cultivo del arroz de crecer en condiciones de inundación favorece su cultivo en condiciones de salinidad, evitándose el ascenso por capilaridad del agua freática con elevada concentración de sales.
Además, el actual escenario de cambio climático actúa como agravante de esta situación de salinidad elevada . Efectos inminentes como el incremento del nivel del mar, dando lugar a intrusiones marinas en los campos de cultivo, y la escasez de agua son factores que conducirán con seguridad a una tendencia de salinización en las zonas más vulnerables como son los deltas (Genua et al., 2016). En concreto el 50% de la superficie del Delta del Ebro se encuentra actualmente a menos de 0,5 m por encima del nivel del mar (Ibañez et al., 1997).
Se han realizado múltiples trabajos de predicciones de escenarios de cambio climático, contemplando el incremento de la salinización de los suelos . Por ejemplo, Genua et al. (2016) prevé una pérdida de cosecha en el Delta del Ebro del 33,8% para el año 2100 correspondiendo a una pérdida de ganancias de 300 €/ha, considerando el peor escenario de proyección del IPCC. Además, en España se prevén sequías que agravarían el problema al conllevar restricciones de agua, que con seguridad contribuiría a la salinización más agudizada del suelo.
Otro hecho que conduce a una situación de incremento de la salinidad es la lucha contra el caracol manzana ( Pomacea maculata), declarado plaga invasora en el Delta del Ebro en 2009. Tratándose de una especie sensible a la salinidad, durante los últimos años se han contemplado como estrategias de lucha la inundación invernal de los campos con agua de mar y la siembra en seco del arroz, contribuyendo ambas a elevar los niveles de salinidad en suelo .
La problemática de la salinidad y las estrategias para minimizar su impacto se está estudiando desde un punto de vista multidisciplinar, siendo el uso de variedades tolerantes a la salinidad la estrategia más sostenible. El proyecto que a continuación se presenta, financiado por el Instituto Nacional de Investigaciones Agrarias (INIA), se ha desarrollado con el objetivo de adaptar el arroz a las actuales demandas del sector y al cambio climático. El objetivo del presente estudio ha sido el de evaluar la respuesta agronómica a condiciones de salinidad de variedades comerciales de arroz españolas , para mejorar su productividad y adaptarse a los nuevos escenarios de cambio climático.