El clima sube el precio de los alimentos y alerta a los bancos centrales
SUSANNAH SAVAGE
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El cambio climático reduce el rendimiento de los cultivos y hace que la oferta disminuya, lo cual podría convertirse en una fuente permanente de inflación. Incluso podría dificultar el abastecimiento.
Hace 60 años, cuando los abuelos de Giuseppe Divita abrieron su almazara en Sicilia, el clima de la isla italiana era ideal para la producción del fruto. Ya no es así, asegura Divita, quien, junto con su hermano, dirige Oleificio Guccione, empresa que posee en la actualidad sus propios olivares además de la almazara. El aumento de las temperaturas medias anuales y la disminución de las precipitaciones dificultan cada vez más el cultivo de la aceituna y su transformación en aceite.
Durante milenios, la producción y los precios de los alimentos se han visto alterados por las condiciones meteorológicas, con fenómenos concretos como las olas de calor, las sequías, las inundaciones o las heladas que reducían las cosechas y elevaban los precios. La guerra y las enfermedades son también factores de peso, como se ha visto recientemente tras la invasión rusa de Ucrania y la peste porcina que arrasó la cabaña porcina de China.
Se limita la oferta
Sin embargo, existe otro hilo conductor, más sostenido, común a numerosos aumentos bruscos de los precios de los alimentos: desde las naranjas de Brasil hasta el cacao de África occidental, pasando por las aceitunas del sur de Europa y el café de Vietnam, el constante cambio de los fenómenos meteorológicos como consecuencia del cambio climático está reduciendo el rendimiento de los cultivos, limitando la oferta y haciendo subir los precios. Según expertos de la Unidad de Inteligencia Energética y Climática, una de las tres razones principales del aumento del precio de los alimentos en Reino Unido en 2023 fue el cambio climático.
"El cambio climático tiene influencia real sobre el precio mundial de los alimentos", afirma Frederic Neumann, economista jefe para Asia de HSBC. "Es fácil desdeñar un acontecimiento individual y afirmar que se trata de un hecho aislado, pero acabamos de ver todo un rosario de acontecimientos anormales y perturbaciones que, sin duda, dan testimonio de un cambio climático".
Según un estudio reciente del Banco Central Europeo y el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático, las tasas anuales de inflación de los alimentos a escala mundial podrían aumentar hasta 3,2 puntos porcentuales al año en el próximo decenio, aproximadamente, como consecuencia del aumento de las temperaturas. Esto supondría un aumento de la inflación total de hasta 1,18 puntos porcentuales al año de aquí a 2035.
La cuestión es cómo debe reflejar la política monetaria esta situación. Muchos bancos centrales excluyen los precios de los alimentos y la energía de la llamada inflación subyacente -la medida que más de cerca observan- debido a su volatilidad.
Pero ahora que el cambio climático está empezando a provocar una presión inflacionista sostenida, arrecia el debate en torno a la necesidad o no de que los responsables de la fijación de tipos presten más atención a ello, entre otras cosas, porque el ciudadano de a pie nota mucho el impacto de la subida de los precios de los alimentos.
Neumann predice que, según vayan siendo más frecuentes las interrupciones en el suministro de alimentos, "los bancos centrales se verán obligados a responder, lo que dará lugar a tipos de interés más volátiles y, posiblemente, más altos con el tiempo".
De acuerdo con un informe publicado recientemente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) , el mundo va camino de registrar un aumento de la temperatura de hasta 2,9 º C por encima de los niveles preindustriales, es decir, casi el doble del objetivo acordado en 2015, en París.
El ritmo de este calentamiento está también aumentando, hasta el punto de desafiar incluso las predicciones de los científicos especializados en cuestiones climáticas. El año pasado fue el más caluroso jamás registrado, pero podría verse eclipsado por el actual, dadas las temperaturas de casi 50 º C registradas ya en India, mientras Europa se prepara para otro verano abrasador.
¿Escasez?
La agricultura es uno de los sectores más directamente afectados. Durante los próximos diez años, podrían empezar a escasear algunos de los cultivos más importantes del mundo a medida que el aumento de las temperaturas y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos dificulten las cosechas.
Por ejemplo, es sabido que las cosechas de trigo se reducen drásticamente una vez que las temperaturas primaverales superan los 27,8º C y, por su parte, un estudio reciente ha descubierto que las principales regiones productoras de trigo de China y Estados Unidos experimentan temperaturas muy superiores a esa cifra cada vez con más frecuencia.
El coste de los insumos
Para los agricultores, los retos que plantea el cambio climático se traducen en un aumento de los costes de los insumos. Las tierras que antes producían abundantes cosechas con agua de lluvia necesitan ahora regarse y se precisan más pesticidas para mantener a raya enfermedades y parásitos.
Las cosechas no se resentirán en todas las regiones por igual. Puede que algunas regiones o países consigan producir ciertos cultivos en mayor cantidad como resultado del cambio climático, predice Hynes, que, a modo de ejemplo, alude a la producción de vino en Inglaterra. Posiblemente, otras partes del mundo consigan adaptarse si optan por cultivos más fuertes o variedades más resistentes a la sequía desarrolladas recientemente.
A pesar de estas adaptaciones, el cambio climático va a dificultar, y no a favorecer, el abastecimiento mundial de alimentos, opina Paul Ekins, catedrático de política de recursos y medio ambiente del University College de Londres.
Esto se traduce en una mayor presión inflacionista general, ya que el encarecimiento de los alimentos repercute en un aumento del coste de la vida. Pero el alcance de esta presión varía.
Los investigadores del BCE, por ejemplo, descubrieron que los aumentos de temperatura provocaban un fuerte descenso de la productividad y un aumento de la inflación una vez superado cierto umbral. Dependiendo del cultivo, un aumento de temperatura de cinco grados podría tener menos impacto en las cosechas y la inflación que uno de dos.
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