Pocos sectores agropecuarios han sufrido una reconversión más fuerte durante las últimas décadas que el de la producción láctea, lo que ha llevado a los ganaderos a unir sus esfuerzos frente a la todopoderosa industria para defender sus intereses en el siempre proceloso campo de la negociación. Hace ya diez años que, con esta filosofía y como consecuencia de la lógica inquietud, un grupo de 210 ganaderos de Castilla y León, avalados por un volumen anual de 208.000 toneladas de leche, se embarcó en la aventura de constituir una asociación con estos fines, denominada Agaprol . Poco tiempo después, tras su reconocimiento como Organización de Productores Lácteos (OPL) por el Ministerio de Agricultura, su crecimiento ha resultado imparable hasta reunir en la actualidad más de 550 ganaderos de nueve comunidades autónomas, que suman más de 750.000 toneladas al año. Según explica F rancisco Fernández, director de Agaprol, el balance de este primer decenio de actividad es muy positivo, «porque partíamos de una situación difícil y no había precedentes, sin olvidar cierta desconfianza de los ganaderos por malas experiencias anteriores. Hemos crecido, nos hemos profesionalizado y estamos asociados para defender nuestros intereses frente a la presión de la industria láctea». La organización negocia en la actualidad con más de una veintena de industrias del sector de todo el país, como representante de productores de leche de diverso tamaño y condición, a partir de una visión global de mercado que supera lo meramente local para conocer sus entresijos, incluso en el ámbito internacional, y tener así cierta capacidad de influencia. Porque los centros de toma de decisión, por desgracia, están cada vez más lejos del medio rural donde pastan las ganaderías. Una de las principales fortalezas de Agaprol es su carácter independiente, ya que no recibe otra financiación distinta de la de sus socios, conforme a la normativa comunitaria, para así beneficiar a todos los actores de la cadena alimentaria mediante la búsqueda de acuerdos. El sector, como es sabido, siempre ha tenido en la condición perecedera de la leche una evidente rémora frente a la industria y la distribución, señala Francisco Fernández, quien a su vez deja entrever que el futuro debería tener buenas perspectivas, «ya que somos un país deficitario, que debe importar el 25% de la leche demandada, y existe una clara sensibilidad del consumidor hacia los productos locales». En este sentido, la organización realiza un notable esfuerzo en materia de buenas prácticas y reducción de costes de producción entre sus socios, para impulsar una ganadería moderna y sostenible conforme a las crecientes exigencias de sanidad y bienestar animal y de seguridad alimentaria. Además, la difusión de la correcta imagen del ganadero profesional representa otra prioridad. Tras la aprobación de la normativa europea que prohíbe la venta de lácteos por debajo de sus costes de producción, la entidad negocia en la actualidad nuevos contratos para sus socios que tengan en cuenta esta circunstancia, con el objetivo de asegurar que no quede en una «mera declaración de intenciones». Un frente al que se añade la preocupación por el encarecimiento de materias primas de alimentación animal, como el maíz o la soja, con aumentos de hasta 28 euros por tonelada en los últimos tres meses. Por otro lado, se pone especial énfasis en resaltar la posición de dominio de la distribución en España, con cifras de control del mercado que superan el 30%, «de manera que los precios se conforman de modo antinatural en los lineales de los supermercados, y el productor sigue cobrando 33 céntimos por litro, igual que hace diez años», denuncia Fernández. Ante esta situación, continuará el cierre de explotaciones de vacuno de leche por falta de rentabilidad -hay 5.000 granjas menos en España desde 2015-, mientras que en Castilla y León apenas quedan abiertas un millar, con una lamentable marcha de profesionales del medio rural. Al final parece que todos los elementos favorecen el proyecto de Noviercas, en Soria, «aunque nosotros creemos que no es el modelo ni la solución», concluye.