Las personas y las abejas se van del campo Análisis agrario En Extremadura hay 531.616 residentes en los pueblos, con una pérdida de población rural en el último año de 6.312 personas. También las abejas dejan el campo, en esta caso por defunción. El desabejamiento es un serio problema que afecta al futuro alimentario mundial Nos encontramos en campaña electoral y, al igual que hace unos meses en la anterior convocatoria a elecciones, el medio rural toma fuerza. El interés por parte de los políticos de consolidar el voto entre la población vinculada al campo hace que se pongan sobre la mesa interesantes compromisos, que en buena parte acaban pasando al olvido o, en el mejor de los casos, a una segunda o tercera línea de prioridades.
El caso de la despoblación rural es uno de ellos, ahora rebautizado como la España vaciada. En todo caso, la política prelectoral es una excelente oportunidad para viralizar en la sociedad un problema muy serio y de más que compleja solución.
De acuerdo con el Informe Anual de Indicadores: Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente 2018, hecho público por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA), desde el año 2000 la población rural ha bajado un 10% en España, cuando hace un año el descenso todavía era del 9%. De las diecisiete comunidades autónomas solo ha aumentado el número de habitantes rurales en Canarias y Madrid. En total la población se redujo en este periodo 856.641 personas, que para darnos idea de la magnitud, es poco más que toda la población ocupada en el sector agrario español en la actualidad.
Este descenso se ha producido paralelamente a un repunte en torno al 15% en el total de la población española; y es esta divergencia uno de los aspectos más preocupantes, ya que muestra como la brecha es cada año más profunda.
También es importante destacar que el 16,2% de la población española vive en zonas rurales, un territorio que representa el 84% de la superficie nacional. En el caso de Extremadura son 531.616 habitantes los que viven en sus pueblos, un 11,5% menos que en el año 2000 con una pérdida de población rural en el último año de 6.312 personas. Esto sitúa a esta región en mitad de la tabla en cuanto a abandono, pero como la de más proporción tiene de población rural de España. En definitiva, la ansiada vuelta al campo no se está produciendo, y solo sucederá si las comunicaciones, la tecnología y los servicios se equiparan a las zonas urbanas, o al menos se reduce la brecha de una forma sustancial.
Pero no solo las personas, también las abejas dejan el campo, en este caso por defunción. El desabejamiento es un serio problema detectado en la última década y que afecta a la biodiversidad, a los cultivos y, por tanto, al futuro alimentario. Aunque el motivo no es claro, sí lo es que se trata de una combinación de muchos factores. Los últimos estudios realizados por equipos científicos franceses y belgas establecen que la primera causa es la fragmentación de su hábitat debido al urbanismo y a las redes de transporte. Esto ha producido falta de flores y por tanto de alimentación. También el mal uso de productos químicos, y otros. Es un problema generalizado en el mundo desarrollado, que se detectó por primera vez en Estados Unidos, y luego en Europa, Japón, África, etc.
Sin embargo, la buena noticia es que parece que esta mortandad remite de forma perceptible entre todos los polinizadores, no solo las abejas, también mariposas, escarabajos, etc. En ello ha influido el intenso trabajo de los centros de investigación y también de las propias empresas. Algunas soluciones han dado excelentes resultados, como hacer de los campos de cultivo, corredores ambientales, creando zonas de recuperación de ecosistemas. Esto ha permitido que crezcan flores y que nidifiquen las abejas y otros polinizadores. También la proliferación de cajas nido está potenciando esta tendencia biológica. Parecen medidas pequeñas pero la realidad es que están dando muy buenos resultados. La propia industria, como parte del problema, también está siendo parte de la solución, con proyectos de gran valor ecológico como Polinizadores de Syngenta, o con la búsqueda de nuevos fitosanitarios más sostenibles.