Los agricultores lamentan que sus beneficios son "intangibles" pese al encarecimiento debido a la escasa producción El precio del aceite de oliva a examen: ¿Cuánto ha aumentado y dónde es más caro? En un supermercado en la calle Comte d'Urgell, Marisol (71 años) compra los ingredientes para preparar la receta de magdalenas de su madre. Huevos, harina, azúcar, limón y aceite de oliva. "Pero esta vez voy a tener que sustituirlo por aceite de girasol, porque con los precios que hay, no está la cosa como para echarle del bueno", lamenta. Aunque pueda parecer un hecho anecdótico, cada vez son más las familias que reducen el consumo de aceite de oliva o se ven obligados a hacer malabares para no apartarlo de sus mesas. Una botella de virgen extra supera los 10 euros en algunos supermercados, lo que supone tres euros más que al inicio del verano y el doble que hace un año. El precio del oro líquido continúa en ascenso, al consumidor le cuesta un 38,8% más que en 2022 según el Instituto Nacional de Estadística (INE) , y si persiste la sequía de los últimos meses, esta coyuntura se mantendrá y apretará todavía más a consumidores y agricultores. "Me resisto a renunciar al aceite de oliva, por sus propiedades y por la relevancia que tiene en nuestra cocina", expone Manuel Romero, un barcelonés que entra a hacer su compra al mercado de Sant Antoni. "En casa hemos recortado un poco el gasto en fruta o pescado para equilibrar", cuenta Noemí a las puertas del mismo mercado. Como ellos, muchos consumidores responden que prefieren reajustar sus gastos -incluso retirar algunos productos de su cesta- antes que apartar de sus cocinas la grasa vegetal por antonomasia de la dieta mediterránea. Los jóvenes y las personas mayores son los que se encuentran más vulnerables ante la escalada del precio. Como Marisol, Júlia, una joven gerundense estudiante de Fisioterapia, ha reducido "drásticamente" su consumo de aceite de oliva y ha eliminado "por completo" el virgen y el virgen extra de su dieta. "Ahora utilizo sobre todo de girasol, para algunas recetas de coco y el de oliva 'a secas' de vez en cuando", explica. Las familias que se encuentran en situación de vulnerabilidad también se han visto empujadas a reducir todavía más el consumo de este producto. "No hay razones objetivas para creer que el precio bajará, dependerá de la próxima cosecha", señala Cristóbal Cano, vicesecretario general de UPA (Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos) y responsable de Olivar de la organización, pese a no querer hacer previsiones. Desde el sector agrario han notado la bajada del consumo y algunos temen que el comportamiento de los precios no solo provoque que los consumidores se pasen a otras gratas más baratas, como el aceite de girasol, coco, soja o colza , sino que la industria alimentaria o la restauración tomen el mismo camino. Los productores coinciden en la causa de los altos precios actuales. "La razón es única y clara, una sequía severa que venimos padeciendo desde hace más de dos años , consecuencia de la crisis climática", apunta Cano. A esto se le suma un ambiente de temperaturas muy altas que ha afectado a una fase clave del cultivo, como es la floración del olivo. Estas circunstancias hacen prever una campaña muy mala, consecutiva a la desastrosa actual, "la peor del siglo". La campaña 2022/2023, según datos oficiales, arrancó con unas existencias de unas 450.000 toneladas, ligeramente por debajo de la media. Ha estado marcada por la escasez de precipitaciones y la subida de costes, y ha resultado en una producción de 660.000 toneladas. Para poner en perspectiva estas cifras, la cosecha media en España suele ser de entre 1,3 y 1,4 millones. Las previsiones para la próxima campaña son similares según el representante de UPA, aunque muchos agricultores no son tan positivos. No obstante, la cosecha que arrancará en octubre parte con la desventaja de no contar con unas existencias como las del año pasado, por lo que algunos creen que el precio podría aumentar un poco más debido a la escasez de producto. Las expectativas son todavía peores en Catalunya. Si la campaña pasada la cosecha disminuyó un 50%, se estima que este año caerá a la mitad del pasado, es decir, una cuarta parte de lo que se cosecharía en una campaña normal (de una media de 34.000 toneladas a 7.000 la próxima). "Si no llueve antes de otoño, las cifras podrían ser más bajas", advierte Jordi Pascual, responsable del aceite de la Unió de Pagesos. Las precipitaciones de estos últimos días no son suficientes para revertir este escenario. En el territorio catalán también han notado la caída del consumo , especialmente de los aceites de mayor calidad. "Cuando aumenta el precio, el consumidor final busca otras alternativas más económicas, como aceites de semillas o categorías más bajas", explica Pascual. "Si se sustituye el virgen extra por un refinado, este aumenta de precio porque tiene más demanda, y se da la situación de que un aceite de gran calidad cuesta lo mismo que un refinado", recalca. Las cifras de comercialización, pese a las dificultades, están siendo buenas. Las ventas a finales de julio, el décimo mes de campaña (arranca el 1 de octubre hasta el 30 de septiembre), se situaron en 896.000 toneladas, una media de casi 90.000 toneladas al mes. "No podemos alcanzar los resultados de otros años porque la producción es mucho menor, pero todo el aceite que se produce se vende", indica Cano. De hecho, en algunas almazaras se han quedado sin existencias. "Durante los últimos meses han aumentado mucho las ventas, pero porque el consumidor teme quedarse sin aceite o que se encarezca más, y compra en mayor cantidad", apunta Enric Dalmau, presidente de la DOP Les Garrigues. Pero un buen nivel de ventas no implica, "para nada", beneficios. "El precio de mercado es una realidad intangible para los agricultores, porque tenemos una cosecha tan escasa que no nos salen las cuentas", arguye Cano. "Hay gente que critica al sector primario y nos acusa de especuladores: todo lo contrario, salimos tan perjudicados como el consumidor", agrega Pascual. Desde la Unió de Pagesos consideran necesario, sin embargo, reflexionar acerca del precio justo del aceite de oliva . "Durante muchos años se ha vendido por debajo del coste de producción y el agricultor no se ganaba la vida con ello", expone. Alerta, además, que si no se revierte esta situación miles de hectáreas de olivares serán abandonadas, lo que conllevará "menos producción y precios más altos". Los expertos advierten que el calor y la escasez de agua irán a más los próximos años, algo que temen desde el sector, aunque mantienen la esperanza de que la pluviometría vuelva a los parámetros habituales. Este escenario tiene una afectación a escala mundial. El Consejo Oleícola Internacional apunta que la producción global podría caer un 20% este año, situándose en 2,7 millones de metros cúbicos y con una escasez de medio millón de toneladas. Países como Turquía han prohibido las exportaciones de aceite de oliva a granel hasta el 31 de octubre para garantizar el abastecimiento. La incidencia es mucho mayor en países como España, responsable de casi el 30% de la producción mundial según este organismo y donde el aceite de oliva se consume a diario (11,4 kilos por habitante cada año). Aquí se prevé una caída de las exportaciones debido a la escasa producción y las importaciones previstas son de menos de 150.000 toneladas, dado que los posibles importadores de la cuenca del Mediterráneo han sufrido los mismos problemas. "La producción prevista en Catalunya no abarca ni el consumo interno", dice Pascual, y un nivel bajo de importaciones también puede empujar los precios al alza. En UPA desean que todo vuelva a la normalidad, "porque el aceite español es muy atractivo en los mercados exteriores y hay un gran margen de crecimiento". Por ahora, la mayoría de consumidores seguirá haciendo malabares para no renunciar a uno de los productos más preciados de nuestra gastronomía, aunque por ello se reutilice el aceite para freír "más veces de lo habitual", explica María González, o se consuman otras grasas "puntualmente". El último informe mensual de consumo de aceite que elabora el Ministerio de Agricultura, el de abril, ya apuntaba esta dinámica. La compra de aceite aumentó en los hogares españoles un 33,6%, pero el de oliva perdía presencia frente a otros como el de girasol: el consumo del primero aumentó un 9,6%, frente al 135,7% del segundo. Suprimir el aceite de oliva de nuestra dieta no es una alternativa posible, según la médica y nutricionista Magda Carlas. "Este tipo de aceite tiene propiedades muy beneficiosas para la salud cardiovascular, la prevención de la diabetes tipo 2, el colesterol y la hipertensión, entre muchos otros atributos que se le conocen", expone. Por ello, la experta recomienda no retirar de nuestro día a día este producto, "que es uno de los pilares de la dieta mediterránea". En todo caso, si el bolsillo no lo permite, Carlas sugiere reducir su consumo pero, en ese caso, ingerirlo siempre en crudo y comprar el de mayor calidad, "a ser posible el virgen extra". Aún así la nutricionista asegura que el aceite de girasol, los de frutos secos o el de maíz pueden ser buenas alternativas si se consumen en crudo y aconseja evitar el de coco o palma. Para hacer frente a los desafíos de las próximas campañas, el responsable de UPA insiste en que se necesita estabilidad en los precios, por ello apela a las administraciones a poner en marcha mecanismos de regulación. "La Ley de la Cadena Alimentaria es clave en este sentido", señala, y propone la creación de observatorios de costes de producción y márgenes comerciales. Pascual también apunta a un cambio en la gestión de las políticas hídricas, "para reducir al mínimo el desperdicio de agua y fomentar su reutilización para la agricultura". "No podemos apelar a la lluvia como única solución", concluye Cano.