Álvaro Alcalá participó en un programa de emprendimiento con un original proyecto que lucha contra la despoblación.
Jorge Zorraquín
El joven Álvaro Alcalá, en el interior de una de las cuevas de Torrijo donde cultiva los champiñones. JMACIPE El joven Álvaro Alcalá, en el interior de una de las cuevas de Torrijo donde cultiva los champiñones. JMACIPE
Hace décadas las bodegas que caracterizan la panorámica de Torrijo de la Cañada rezumaban vida por el trasiego vinculado al vino. Ahora, de forma modesta, el proyecto impulsado por Álvaro Alcalá Ibáñez , uno de los finalistas del V Programa de Emprendimiento Agroalimentario impulsado por el Gobierno de Aragón , pretende que el pulso vuelva a estos enclaves tan característicos del municipio. Su objetivo es el cultivo del champiñón desde este municipio del Manubles aprovechando las condiciones que ofrecen estas cavidades.
"En 2010 presenté mi trabajo final en Ingeniería Técnica Forestal, pero no quería que se quedase solo en el papel, quería algo distinto", reconoce Alcalá, nacido en Huesca hace 36 años y que actualmente trabaja como asesor técnico comercial de productos agrícolas en la provincia oscense. Así, además de tener una finalidad industrial, su plan va más allá: " Mi idea es establecerme en Torrijo, ayudar al pueblo y luchar contra la despoblación, poder crear algo para que la gente tenga alguna opción donde trabajar" , remarca, recordando que sus abuelos maternos son de allí.
En este sentido, explica que además del carácter económico y del componente social, el proyecto también tiene algo de cultural. "Muchas de las bodegas están en desuso o no se dedican a lo que estaba pensado en origen y considero que están desaprovechadas, siendo que son un rasgo del pueblo", apunta Alcalá. Uniendo sus inquietudes, el amor por el municipio y sus aficiones, el resultado es un proyecto en el que invertirá cerca de 30.000 euros para poner la cadena en marcha, en la que cuenta con José Félix Cuenca como socio. Además su idea es crear una red y que esta actividad pueda generar y contribuir a las visitas guiadas al entorno.
Todo por un hongo que, como comenta Alcalá, habitualmente nace de un estrato en el que se mezclan gallinaza, estiércoles, algo de paja y las esporas. "Nosotros hemos hablado con proveedores para tener sacos micorrizados, por lo que solo necesitamos las condiciones ambientales", sostiene. En este inicio, hasta aproximadamente el primer año, esperan alcanzar los 20.000 kilos de producción y ya, a largo plazo, esperan poder moverse en torno a los 40.000. "De momento, los champiñones están saliendo bien y con los espacios que nos ceden hay que acondicionar y limpiar, pero estamos en el buen camino", comenta Alcalá, que además de sus estudios formales también cuenta con varios cursos y una afición marcada por la micología. Esta iniciativa se suma así al proyecto de ruta señalizada para recorrer las más de cien bodegas que se esconden en Torrijo.
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