Te presentamos nuestras recomendaciones para disfrutar al máximo de estas últimas noches estivales 7 vinos que debes probar si viajas a las Islas Canarias No hay mejor manera de cerrar esta temporada que con una copa de vino en la mano mientras el sol se pone. Para acompañar esos momentos especiales al atardecer, hemos seleccionado una variedad de vinos que realzarán la experiencia con sus sabores y aromas únicos. A continuación, te presentamos nuestras recomendaciones para disfrutar al máximo de estas últimas noches estivales. La región de Castilla y León guarda paisajes de gran belleza y en Sayago he contemplado siempre increíbles puestas de sol. Berrocualto es un vino del inquieto y siempre certero Fran Ramírez con José Manuel Beneitez, de su proyecto cercano a estos lares, donde además se custodian viñedos con riesgo de desaparecer. En aromas ofrece fruta de hueso, cítricos, manzana amarilla y flores. En la boca es untuoso, envolvente, con una acidez que le imprime frescura, donde los 6 meses en barrica usada le aportan amplitud. Final ligeramente mineral. Una perfecta puesta de sol puede ser la del Macizo de Montserrat en Barcelona y este vino fresco, floral y elegante sería un acierto para contemplarla. Yo lo disfruté en frente de la Catedral del Mar, que tampoco está mal. En aromas encuentro fruta roja fresca, cereza, pimienta, mentoles y violetas. La boca es afilada, de cuerpo ligero y una tanicidad que es pura seda en el paso. El final es muy perfumado y balsámico. El Yacimiento de Finisterre sería otra buena apuesta para un momento tan especial del día. Este vino blanco ha sido muy laureado en los distintos concursos y catas de vino y doy fe que por mérito propio. Tiene un tiempo con lías, pero no crianza en barrica, algo que siempre he valorado para respetar la elegancia de la uva albariño. En nariz encontramos notas de melocotón, albaricoque, cítricos, apuntes salinos y pétalos de rosa. La boca es envolvente, fresca y de largo final. La belleza del Lago de Annecy en los Alpes Franceses también nos regalaría una linda puesta de sol. He pensado en un vino tipo orange de Savoia, donde se mimetizaría hasta el color. Sus aromas son de manzana amarilla, membrillo, flores secas y pomelo. La boca es tersa con fruta en el paso, buena acidez y un amargor que le acompaña en el recorrido, dejando para el final una sensación de piel de naranja. Desde la Torre de Belén en Portugal disfrutaría un vino tinto de elegante nariz y con un amplio abanico de aromas. Este vino tinto lo elaboran Filipe Rocha y Antonio Maçanita con mezcla de variedades autóctonas que miran al mar, en la Isla de Pico. En nariz despliega frutillos del bosque maduros, toques florales, ahumados, herbales y minerales. La boca es jugosa, fluida, fresca y con un balance que la convierte en seda. Final largo y muy perfumado. Tuve la suerte de visitar Antinori y doy fe que en la Toscana hay puestas de sol maravillosas. Los viñedos de esta emblemática bodega se encuentran en el corazón de la Maremma y disfrutan de un clima mediterráneo. El vino es intenso y potente, pero equilibrado. Despliega aromas de frutillos del bosque, hierbas aromáticas, menta, especias y cacao. Boca amplia y persistente en el final. Otro lugar para estar a la hora de la caída del sol sería el Valle de Ordesa y Monte Perdido en Aragón. Este vino blanco elaborado con uva chardonnay de la bodega familiar Otto Bestué, sería perfecto. Su crianza sobre lías le aporta complejidad y exhibe una nariz muy aromática. Encontramos piña, cítricos, fruta de hueso y flores. La boca es fresca y deja para el final algún toque lácteo y especias dulces.