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La falta de savia nueva en las explotaciones agrarias
Cuatro de cada diez perceptores de la PAC en Extremadura han cumplido ya los 65 años
Son más de 17.000, la mayor parte jubilados, y reciben casi una cuarta parte de las ayudas directas. En el lado contrario, están los apenas 4.500 que no han sobrepasado todavía los cuarenta años
Cuatro de cada diez perceptores de la PAC en Extremadura han cumplido ya los 65
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Al campo extremeño le salen canas a un ritmo acelerado. La edad media de los agricultores no para de aumentar (el último censo agrario sitúa la de los jefes de explotación ya en los 61,5 años) y la falta de relevo generacional continúa siendo uno de los principales desafíos que afronta este sector. Un escenario de envejecimiento que dibujan también los datos sobre perceptores de las ayudas directas de la Política Agraria Común (PAC):casi cuatro de cada diez (38,8%) beneficiarios de ellas en la región han cumplido ya los 65 años. La proporción multiplica por cuatro la de quienes no pasan de los cuarenta, conforme al último análisis sobre el sexo y la edad de los perceptores de estas ayudas que, con información de la campaña 2020, publicó recientemente el Ministerio de Agricultura.
En términos de volumen de ingresos, concentran una proporción menor, aunque también significativa (un 24%), con 91,6 millones de euros de un total de 380,3 recibidos por la región en concepto de ayudas directas.
El estudio del ministerio refleja un panorama muy parecido en el conjunto del país, con una tendencia que, si no se detiene, desembocará en la desertización del ámbito rural y en la pérdida de capacidad productiva y, con ella, de soberanía alimentaria .
La mayor parte de estos perceptores de más de 65 están ya jubilados y no se dedican, al menos personalmente, a la actividad agraria. Estos ingresos les sirven no pocas veces para compensar unas reducidas pensiones. «El problema es que no podemos dedicar los fondos que están destinados a tener una agricultura moderna y productiva a compensar un problema social. Si una pensión es baja, habrá que intentar que sea suficiente, pero este no es el método. Este sistema es inviable», critica Luis Cortés, secretario general de La Unión Extremadura.
«Cada vez que un joven agricultor se quiere incorporar no lo puede hacer porque no tiene base territorial, porque el jubilado sigue cobrando las subvenciones y manteniendo la explotación y la tierra», argumenta el responsable de esta organización agraria, que pone como ejemplo contrapuesto el francés, con unas ayudas medias muy superiores: «En Francia reciben alrededor de 6.000 millones de euros de ayudas; en España son 4.500. En cambio, allí hay doscientos mil perceptores y aquí estamos más de seiscientos mil. ¿Qué agricultora será más competitiva cuando llega una crisis como la actual?, ¿quién va a poder mantener mejor la actividad agraria, el agricultor francés o el español? », se pregunta Cortés, que incide en que a partir de los 65 años los casos de quienes siguen trabajando directamente en la explotación son «muy raros, algunas pequeñas de olivar o ganadería». Por el contrario, «hay personas jubiladas con explotaciones de 40 y 50 hectáreas de regadío que luego trabajan otros».
En España, esta década se necesitarán 200.000 incorporaciones para que haya un relevo generacional sostenible, según un estudio presentado esta semana
En esta misma dirección apunta el contraste entre el número de autónomos que el Ministerio de Trabajo y Economía Social recoge dentro de la actividad agraria en la región, alrededor de 15.000, y el de perceptores de ayudas directas de la PAC, más de 44.600 en el ejercicio 2020.
En España hay en torno a 27.000 titulares de explotaciones agrarias menores de 35 años, que representan tan solo el 3% del total. Mientras, los mayores de 64 años son más de 355.000 titulares, un 40%. En la presente década, seis de cada diez agricultores entrarán en edad de jubilación y se necesitará un mínimo de 200.000 nuevas incorporaciones para que haya un relevo generacional sostenible. Son datos que se ofrecieron la pasada semana a raíz de la presentación del estudio de investigación 'Agro-millennials. Perfil de los nuevos agricultores/as y ganaderos/as del siglo XXI', por parte de Juventudes Agrarias de COAG y la ETSIAM de la Universidad de Córdoba.
A pesar de esta acuciante necesidad de inyectar savia nueva en el sector, «las políticas de relevo generacional no funcionan», esgrime el presidente de COAG Extremadura, Juan Moreno. «Con 30.000 o 40.000 euros de ayuda, ¿cómo se puede incorporar alguien a esta la actividad? Solo en maquinaria necesitas 200.000 euros», resalta. Eso sin tener en cuenta el gasto que pueda suponer arrendar una finca, porque el mercado de las tierras es caro y complicado, y si no se hereda la explotación, sostiene, resulta tremendamente difícil entrar como profesional en el ámbito agrícola.
Entre 1999 y 2020, el peso de los jefes-titulares de explotación con menos de 45 años pasó en la región del 24% del total al 14%
Los censos agrarios que publica el INE evidencian también a las claras cómo ha sido esta evolución. En las dos décadas que transcurren entre los efectuados en 1999 y 2020 los jefes-titulares de explotación en Extremadura que no tenían los 45 años cumplidos han pasado de ser una cuarta parte del total a no llegar al 15%. Montserrat Herrojo, directora técnica de Apag Extremadura Asaja, coincide en que los dos mayores obstáculos que se encuentran actualmente los jóvenes para acceder a la actividad agraria son, por un lado, el «acceso a la tierra» ya que, con unas pensiones que son «muy pequeñas», «el que pueda seguir cobrando una ayuda que sea un complemento a su jubilación lo va a seguir haciendo»; por otro, que las subvenciones disponibles para facilitar el rejuvenecimiento, cuando el futuro agricultor parte de cero, «son insuficientes por completo». Más aun si se tiene en cuenta que el dinero se abona «dos años» después de que ellos hayan tenido que hacer el desembolso para las inversiones.
Cese anticipado
«Una ayuda que sí era efectiva pero que quitaron era la de cese anticipado», lamenta. Los agricultores tenían la posibilidad de acogerse a ella entre los 55 y los 65 años. Recibían un apoyo económico a cambio de ceder la explotación a otro beneficiario más joven.
Entre los perceptores de más de 65, Herrojo explica que, si bien lo más habitual es que estén jubilados, también los hay que siguen activos aunque sea «dados de alta parcialmente». Y, retirado su titular o no, aclara, « para cobrar la ayuda PAC, ninguna explotación puede no tener actividad agraria . Debe seguir demostrando que la hay», en mayor o menor medida, algo que se puede controlar tanto con inspecciones como por la monitorización por satélite. «Si pones que la tierra está en barbecho cuatro años seguidos, te la van a declarar como abandonada y ya no sería superficie admisible para poder cobrar los derechos de pago básico».
En 2021 la prestación de jubilación media de los autónomos del sector agrario se situó en España algo por debajo de los 780 euros . «En muchos casos los agricultores y ganaderos tienen que seguir manteniendo alguna actividad para disponer de un ingreso adicional, porque con la pensión no les llega» aduce Ignacio Huertas, secretario general de UPA-UCE.
Reconoce el perjuicio que puede causar esta situación a la profesionalización y a la llegada de jóvenes al sector, pero al mismo tiempo pone el foco en el daño que también supone el elevado «intrusismo» que existe en él, y que conlleva que personas que «se dedican a otras actividades» acaben cobrando «una parte muy importante» de las ayudas. De la misma forma, dificultan el acceso del agricultor a la tierra. «La agricultura y la ganadería se ha convertido en un sector refugio de gente que mete dinero que gana en otras actividades» y que compra la tierra «por encima de las posibilidades» del agricultor, limitado por la baja rentabilidad que luego podrá obtener con sus producciones, razona.
Para acceder a «esta profesión no se exige ningún requisito más allá de tener una explotación y realizar la actividad, que la puedes hacer tú o que puedes encargar hacerla», esgrime. A su juicio, el 'carné' de entrada « tendría que ser la Seguridad Social , pero a día de hoy eso no es así». Igualmente, hace hincapié en que «la escasa rentabilidad de la actividad agraria» no constituye precisamente un atractivo para la llegada de jóvenes. «Si queremos que la gente se incorpore el campo, esto tiene que ser rentable», zanja.
Cambio de condiciones
A partir del próximo 1 de enero , la primera condición para beneficiarse de las ayudas de la PAC consistirá en ser agricultor activo. Los posibles perceptores serán considerados como tal si cumplen alguno de estos dos requisitos: estar afiliados a la Seguridad Social como trabajador por cuenta propia o autónomo por el ejercicio de la actividad agraria; o el 25% o más de sus ingresos totales procedan del agro en el periodo impositivo disponible más reciente.
Anteriormente la exigencia era más laxa --tener actividad agraria y que al menos el 20% de los ingresos agrarios lo fuesen por venta de producción-, por lo que Huertas se muestra «convencido» de que con este cambio, aunque no sea «la profesionalidad que venimos reclamando, va a haber un filtro bastante mayo r», de forma que al menos parte de quienes más ayudas perciben sin dedicarse al agro «puedan no llegar a ese 25%».
El perfil de los 'agromillennials'
Los jóvenes que se incorporan al sector agrario poseen una formación académica más elevada que la media de su generación. Casi cuatro de cada diez tienen titulación universitaria y prácticamente dos tercios, como mínimo, bachiller o FP superior, dato que se rebaja al 48,7% cuando hablamos de los jóvenes españoles en general, según el último informe de la OCDE.
Estos son algunos de los datos contenidos en 'Agro-millennials. Perfil de los nuevos agricultores/as y ganaderos/as del siglo XXI', presentado hace unos días por Juventudes Agrarias de COAG y la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y de Montes de la Universidad de Córdoba.
Este trabajo hace una radiografía de los jóvenes que se incorporan a la actividad agraria. Así, lo más habitual (tres de cada cuatro) es que sean hijos también de agricultores y ganaderos y que ya vivan previamente (83%) en el ámbito rural, circunstancias que explican que su proceso de aprendizaje se haya fundamentado en el ámbito familiar (76%), complementado posteriormente por la formación académica agraria (34%) y por su propia experiencia (28%).
En general, se encuentran satisfechos con su trabajo, de forma que califican con un 8,48 sobre 10 el desempeño diario de su actividad profesional, y sociológicamente se sitúan más identificados con una visión de centro-derecha (5,8 en una escala en la que 0 es extrema izquierda y 10 extrema derecha).
Entre los principales obstáculos que han encontrado para la incorporación, citan de forma destacada la excesiva burocracia (69%), el acceso a la tierra (42%) y el largo periodo entre que se solicita la ayuda para incorporación y su concesión (41%). El 24% reconoce también como freno la falta de reconocimiento social de esta actividad.
Y en cuanto a los principales elementos que pueden condicionar su permanencia en la actividad agraria, apuntan al precio recibido por sus productos y al aumento del coste de las materias primas (68%), los recortes en el presupuesto PAC y la falta de apoyo institucional al campo (45%), y la competencia desleal de terceros países por los acuerdos de libre comercio de la UE (30%),