Gestores y expertos en cambio climático coinciden, en un encuentro impulsado por Global Omnium y Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (EMSHI), en educar en la emergencia climática Ducha o baño largo, tomates de la huerta o fruta tropical... hasta en las elecciones más triviales puede haber conciencia climática. Es el poso que dejó el pasado lunes una nueva edición de Diálogos en La Vanguardia , celebrado en las oficinas de GoHub en València, bajo el título Emergencia climática y el agua . Impulsado por Global Omnium y Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (EMSHI), el encuentro contó con la experiencia de gestoras que conocen el funcionamiento y la gestión que se hace en València y área metropolitana de los recursos hídricos y con científicos que, con notable espíritu divulgador, vinieron a decir que el riesgo de sequía y de restricciones es evidente y que la acción para impedirlo debe ser inmediata. El encuentro se celebró en las oficinas valencianas de GoHub, el fondo de inversión corporativa de Global Omnium En el encuentro moderado por Salvador Enguix, delegado de La Vanguardia en la Comunidad Valenciana, participaron Elisa Valía, presidenta de EMSHI; Pura Almenar, ingeniera química por la UPV y responsable del área de potabilización y calidad de red en Global Omnium. También intervino José Antonio Sobrino, catedrático de Física de la Tierra de la UV y director de la Unidad de Cambio Global; y Samira Khodayar Pardo, doctora en Física por la Universidad de Karlsruhe (Alemania) e investigadora de Excelencia CIDEGENT del PlanGenT de la Generalitat Valenciana, así como directora del grupo de Meteorología y Climatología del Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM). José Antonio Sobrino explicó que antes del encuentro había revisado en la información disponible por satélite el porcentaje actual de agua almacenada, "y estamos en un 33% de agua almacenada y la media de los años anteriores estaba en un 51%. Por tanto, hay que adaptarse a la cantidad de agua que disponemos", señaló. ¿Cómo? Para Elisa Valía, el reto más importante es la reutilización del agua, "mejorar ese proceso porque la emergencia climática ya tiene certezas, pero no está tan lejos", señaló. Frente a ella Pura Almenar convino que "vamos a ir a episodios más drásticos, y por tanto, tenemos que ir a otras soluciones". El contexto lo puso, didácticamente, Samira Khodayar, quien explicó que uno de los impactos es que "cada vez vamos a tener menos precipitaciones, y cuando ocurran serán de manera más intensa y durante un período muy corto". Un episodio que en la Comunidad Valenciana afecta al caudal de los ríos, explicó la investigadora, con descenso de entre el 20% y el 30% en la cabecera y una mayor localización de precipitaciones en zonas costeras. Por ello se sumó a la plegaria del resto de ponentes: "Hay que concienciar a la gente que el agua es un lujo y hay que aprovechar cada gota, y ser conscientes de lo que cuesta disponer de este recurso en el futuro", sentenció. Porque la sequía y el desabastecimiento será determinante en el consumo doméstico pero también en la agricultura, la que usa el 85% del agua de que disponemos. "El cambio climático nos pone en una nueva situación: varía el clima, afecta a las cosechas, y sobre todo las tormentas. Es fundamental a nivel urbano reducir el consumo e igual hay que priorizar unos consumos frente a otros y preparar la ciudad en todos los escenarios, e incluso plantearse el riego de césped y jardines", argumentó Sobrino, quien fue reconocido en 2019 con el Premio Rei Jaume I a la Protección del Medio Ambiente . Aunque la mayor parte del agua se consuma en las tareas de cultivo, Elisa Valía puso el foco en que, aunque solo el 15% del agua se consuma en las ciudades, en los registros "no se contabiliza el agua que consume la industria para producir productos y servicios que se destinan a los ciudadanos, por tanto el porcentaje es más alto". Y de esta reflexión, una propuesta: "El consumo humano no es el grueso del consumo, pero eso no quiere decir que no tengamos que repensar", añadió la también concejala del Ciclo Integral del Agua en el Ayuntamiento de València. Valía defendió que es urgente educar en que hay productos que no se deberían poder consumir porque cultivarlos cerca es insostenible. Por tanto, añadió, "tampoco tiene ningún sentido apostar por cultivos que son los primeros que van a saltar de la lista cuando haya restricciones". La lectura inversa es que el diseño de los cultivos también debe hacerse con perspectiva ambiental, y no solo económica. Pero más allá de esa concienciación ambiental que cada vez se cuela más en las rendijas de la sociedad, en la gestión y planificación de las ciudades el reto es mayúsculo, ciertamente. Así lo plantearon tanto Elisa Valía como Pura Almenar, quien defendió que "hace falta bajar el uso de agua potable y saber recuperar el uso de aguas residuales". Citó como ejemplo uno de los proyectos de I+D en el que trabajan y donde se investigan fangos inertes -residuos de plantas potabilizadoras- para darle usos en la agricultura y como sustrato artificial para los humedales. Almenar es coordinadora del grupo I+D+i dedicado al estudio de nuevos procesos de tratamiento del agua de consumo y mejora de la calidad del agua suministrada en Global Omnium. En general, Elisa Valía resumió en dos acciones la gestión que, en su opinión, se deben plantear: "Descentralizar el modelo de reutilización de aguas y tener almacenamiento en el subsuelo, pues con eso hemos avanzado en el buen diseño de reutilización de agua". En esta segunda propuesta la renaturalización de las ciudades es determinante, explicó Valía, quien considera que las urbes deben "repensarse desde puntos de vista distintos para que el ciclo del agua se parezca más al natural". Ciudades más verdes y con argumentos en las que debe caber la mirada realista, porque como explicó José Antonio Sobrino, si no se es consciente de las limitaciones, "será el apocalipsis porque te puedes quedar sin agua".