El monocultivo incrementa los brotes de plagas y el uso de insecticidas

La evolución del paisaje agrícola que ha supuesto el monocultivo, con la vegetación autóctona relegada a zonas marginales donde la maquinaria no puede entrar, tiene serias consecuencias ambientales. La pérdida de biodiversidad util, encargada de los servicios llamados ecosistémicos (depredadores de plagas, polinizadores, renovación de los nutrientes del suelo) supone un gasto extra para el agricultor (un estudio estima en 180€/ha el valor económico del control biológico proporcionado por el habitat natural en el paisaje que rodea al olivo). El hábitat natural provee a los enemigos naturales de una plaga de refugio y alimentación hasta que la plaga empieza a crecer; al desaparecer el hábitat natural y con la adopción del monocultivo extensivo como sistema de cultivo, las plagas no tienen ninguna barrera que pare su crecimiento. El monocultivo depende mucho de productos fitosanitarios, todos los años y en grandes dosis. La biodiversidad, además de reducir este gasto, otorga la etiqueta de sostenibilidad, cada vez más necesaria para acceder a mercados muy interesantes y que, además, se encuentra en las líneas estratégicas de la Unión Europea