Vivir con menos agua
Guion: Eva Domínguez. Ilustraciones: Silver Larrosa
El planeta se calienta y la sequía deja de ser esporádica para convertirse en la norma a corto plazo. En la costa mediterránea estamos acostumbrados a las sequías, pero la falta de previsión ha agravado la situación.
Consumimos más agua de la que tenemos.
Equilibrar esta balanza pasa por medidas estratégicas de ahorro, eficiencia y cambios profundos en muchos sectores, algunos muy clave, como la agricultura. No son fórmulas mágicas ni rápidas y hay mucho que hacer.
Lo que sigue son solo algunos ejemplos de cómo, si nos lo proponemos, tenemos soluciones para retener mejor el agua que nos llega.
Ciudades esponja
El 56% de la población mundial vive en ciudades, donde el agua se retiene menos.
Cuando llueve, en lugar de ser absorbida por el suelo va a parar al alcantarillado.
El calor es más intenso en las urbes. Hay mucho cemento, poca vegetación, edificios altos que no dejan pasar la brisa y humos de vehículos. Ante la escasez de agua, retenerla es una prioridad.
Se consigue con más vegetación. Crear parques o islas verdes, como en Barcelona, es una opción. Como a menudo no hay espacio en el entramado urbano, otra posibilidad son las azoteas.
Alrededor del 10% de los techos en Alemania son verdes.
En Holanda, Rotterdam cuenta con 360.000 metros cuadrados de azoteas ajardinadas.
Y, en Estados Unidos, Nueva York, por ejemplo, suma más de 700.
Pero además de retener, es importante optimizar la que llega, tanto a nivel público como privado. Y aquí también hay ya soluciones.
El agua que dejamos correr
Mientras esperamos a que el agua del grifo se caliente, desperdiciamos litros que han sido previamente potabilizados.
Pagamos por un agua que no usamos, consumiendo energía, y también derrochamos litros que deben gestionar las depuradoras.
¿Por qué no reaprovechar esa agua? Ya existen propuestas, como la de dos fontaneros valencianos que maduraron durante años una solución sencilla para reutilizar las aguas grises.
El sistema (SmartWater), de Francisco Pelegero y Rafael Rodrigo, consiste en una placa de control y un depósito en el que se acumulan los litros de agua ahorrados que se pueden reutilizar.
Si se puede reaprovechar el agua en casa, también a gran escala.
Israel va a la cabeza: el 85 % de su agua es reutilizada.
En España se recicla el 20%. Se destina a industria y regadío.
Consumir aguas residuales
¿Y si la pudiéramos beber? La idea no suele gustar de entrada, pero la necesidad manda.
Tras años de sequía e incendios, California tiene un plan para reciclar el 100% de sus aguas residuales en 2035 y que sean tan limpias que se puedan beber.
En España, la reutilización de agua residual no está contemplada para el consumo humano. Se utiliza para el riego de parques y jardines o limpieza de calles.
Además de gestionar mejor el agua que cae del cielo y obtenerla del mar, a través de desalinizadoras, se busca capturarla por otros medios.
Beber la humedad del aire
Capturar el agua que hay en el aire es una opción tras la que hay considerable empeño científico y tecnológico pues es un recurso literalmente tan abundante como el aire que respiramos.
No obstante, la idea viene de antiguo. En 1900 se descubrieron los restos de unos pozos aéreos cerca de la ciudad bizantina de Feodosia.
Su descubridor, ingeniero ruso Friedrich Zibold, concluye que eran condensadores que abastecían a la ciudad con agua y que cada uno podía producir más de 55.000 litros al día.
El avance más reciente es el de unos científicos de la Universidad de Maryland. Han creado una espuma que absorbe hasta el 670% de su peso y libera el 95% en forma de agua potable.
Teng Li, Bo Chen y Shuangshuang Jing han conseguido crear la esponja de biomasa con materiales naturales. Además, funciona con energía solar y libera el agua en una hora.
Aprovechar cada gota de agua se convierte en un mandato en todos los ámbitos. También en el de la agricultura, en un país como España, con una extensa aplicación del regadío.
Guiar el agua
¿Tenemos que recuperar prácticas ancestrales?
Las acequias de careo de la Alpujarra granadina se remontan a Al-Andalus. Los andalusíes inventaron un sistema para que el agua del deshielo de Sierra Nevada llegara a la población en primavera.
Unos canales guían el agua hacia lugares capaces de acumularla para que se infiltre en los acuíferos y aparezca en los ríos meses más tarde, cuando más se necesita. Han sido reconocidos por la Unesco.
Otra práctica ancestral es retener el agua de la lluvia en el terreno cavando un socavón en forma de medialuna. Se hace en dirección contraria a la pendiente del terreno.
En las islas Canarias se le llama geria. Tiene unos tres metros de profundidad y seis de diámetro y en medio se planta la vid.
Las buenas malas hierbas
Es muy importante que el suelo pueda absorber el agua. Mejorar la calidad del suelo es otra de la soluciones.
Los suelos erosionados no se empapan y la dejan correr. Para que no se degraden, una opción es no ararlos y dejar que crezca vegetación. Se la llama agricultura regenerativa.
El caso más masivo es de la meseta de Loess de China. El uso excesivo de la tierra en cultivos la convirtió en un desierto, lo que aumentaba el riesgo de inundaciones.
Se construyeron terrazas en las laderas para que el agua filtrara y pequeñas presas que la almacenaran. Se plantaron especies adaptadas al clima y se controló el pastoreo de cabras.
Diez años después, la vegetación crece hasta el 12% anual y se capta más carbono de la atmósfera.
Actualmente es el mayor proyecto de regeneración medioambiental del mundo.
La agricultura regenerativa se aplica a cualquier escala, y en España cada vez hay más ejemplos, como en todo el mundo.
En África, la Gran Barrera Verde está construyendo un corredor verde en el Sahel que atraviesa 11 países.
Comenzó en el 2007 como una iniciativa de la Unión Africana, en la que están representados 55 estados.
El objetivo es que en 2030 se hayan restaurado 100 millones de hectáreas desérticas y capture 250 millones de toneladas de carbono, además de crear 10 millones de empleos verdes.
Si se trata de vivir con menos agua y buscar soluciones, quizá el mundo tenga mucho que aprender del continente africano.
De lo que no hay duda es de que tenemos soluciones para paliar los efectos del calentamiento global.
Así que toca prepararse, con la esperanza de que mientras tanto se puedan aplicar estrategias para evitar los escenarios más duros en el futuro.