En los montes de la localidad turolense de Aliaga, a 1.500 metros de altitud sobre el nivel de mar, pasta, dócil, un rebaño de vacas cachenas. Nada que ver con su tierra de origen: Galicia. Los ejemplares, 130 hembras y terneros y un semental, no se inmutan, sin embargo, ante el viento que sopla inclemente sin ningún árbol que frene su ímpetu. Terra Ibérica Desarrollos, empresa perteneciente al grupo Térvalis, ha puesto en marcha en la zona una explotación experimental con esta raza autóctona, que en las tierras gallegas se encuentra en peligro de extinción. En el resto de España tan apenas sobreviven 3.000 ejemplares de la especie, que en algunos territorios le han adjudicado el sobrenombre de vaca cabra y que, según la primera impresión, se adapta sin problemas a las tierras turolenses. De hecho, ya han nacido los primeros tres terneros.
"Se trata explica el veterinario de la empresa, Héctor Arana de una raza de gran rusticidad, que, además de proporcionar una carne de muy alta calidad, es de una gran utilidad para esta zona porque se dedica a desbrozar el monte, como las cabras". Esta característica, que hace que las vacas cachenas funcionen como bomberos de los bosques, fue una de las cualidades que atrajo a la empresa a introducir una nueva raza en la provincia.
El grupo de Aliaga es el más numeroso de una remesa de 182 que la empresa adquirió en ganaderías de Orense y Lugo. El resto, 50 terneros, un semental y una hembra de 18 años, permanece en una finca de La Puebla de Valverde, en un paraje con menor rigor climático que en los montes de mayor altitud, adecuado para el crecimiento de las crías.
En ambos lugares, las vacas cachenas llaman la atención. Su larga y puntiaguda cornamenta y el cerco oscuro que rodea sus ojos, una especie de maquillaje ahumado que proporciona una imagen simpática de estos animales, completan su peculiar morfología. A ella hay que añadir su escasa envergadura: en torno a 600 kilos los sementales; y 400, las hembras.
Con la incorporación de las vacas gallegas, la empresa turolense pretende abrir una nueva línea de negocio cárnico, destinado al mercado gourmet de los países árabes. Las patas de los animales, que serás castrados cuando cumplan un año y sacrificados a los 4, van a ser curados en sus secaderos y comercializados como cecina de alta gama. Héctor Arana destacó que este producto elaborado en Teruel, diferente al de otras provincias que utilizan procedimientos para su ahumado, va acorde con los gustos del consumidor árabe. Supone, además, un interesante sustituto a la carne de porcino, producto que no tiene salida en los países árabes por creencias religiosas. "Pensamos que es un mercado de potencial económico muy importante", sostiene el veterinario. "Que puede acceder a productos gourmet por su alto poder adquisitivo", añadió. La hembra de 18 años permitirá realizar las primeras pruebas para comprobar la calidad de la cecina curada en Teruel. Las partes nobles de la carne como el chuletero y el lomo, se comercializarán en fresco.