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Plásticos que se pueden dejar en la tierra después de la cosecha

21/05/2019
En: hoy.es
Digital
Con Enviroplast los agricultores se benefician de las bondades del acolchado pero sin dejar ningún residuo en el suelo Bernardo José Ruiz llegó hace 17 años a Extremadura con la cabeza llena de plásticos. Este cántabro de nacimiento fundó en Don Benito la empresa Plastyagro, aunque posteriormente trasladó su oficina a Mérida, donde se encuentra actualmente. No es complicado intuir el cometido de Plastyagro. Como su nombre deja adivinar, se dedica a la distribución y a la venta de distintos tipos de plásticos dirigidos a labores agrícolas. Mallas, protectores, ensilado, cubiertas de invernadero y acolchado para cultivos, entre otros, conforman su catálogo de productos. Aunque hay uno que, a pesar de no ser el más demandado, se va abriendo camino lentamente entre los demás. Se trata del Enviroplast, un acolchado fabricado con moléculas biodegradables (almidón de maíz, fécula de patata y ácido poliláctico). Los microorganismos presentes en la tierra procesan las moléculas del plástico, convirtiéndolo en dióxido de carbono, biomasa y agua. Por tanto, se consigue eliminar en su totalidad los residuos artificiales de la cadena productiva. En Extremadura se utiliza principalmente en tomate, calabaza, coliflor y brócoli ecológicosEs más caro que el plástico normal pero el agricultor se ahorra la mano de obra de su retirada Ventajas Utilizar plásticos en la horticultura aumenta la temperatura del suelo en la raíz, permitiendo una germinación más rápida, por lo que se pueden conseguir cosechas más tempranas. Además, se conserva mejor la humedad y los nutrientes de la tierra y posibilita tener frutos más limpios ya que la planta no está en contacto directo con el polvo, por lo que cuando llueve, no se forma barro alrededor de la planta. Pero una de las ventajas más reseñables de colocar plástico es el ahorro de agua, ya que gracias al acolchado se concentra toda la humedad en la cepa. Bernardo puntualiza que en Murcia, debido a la escasez de agua que tiene, es donde más cultura de plástico hay. «En Extremadura no ha preocupado demasiado hasta ahora la falta de agua, por lo que está siendo algo costosa la introducción del acolchado», confiesa. «Y más aún del plástico biodegradable», añade. Este empresario lleva una década apostando por este tipo de productos no contaminantes. Primero comercializó los oxobiodegradables, pero cuando descubrió que no eran efectivos (el material de estos acolchados era plástico convencional con un aditivo, el cual soltaba metales pesados en la biomasa) dejó de trabajar con ellos. Posteriormente, hace dos años creó el citado Enviroplast, el estandarte de Plastyagro «a pesar de que no se venda como churros, pero los agricultores que lo usan ya notan los beneficios», aclara. Uno de ellos es José Antonio Toledo, gerente de Agropecuaria Municipal de Guareña. Lleva varios años trabajando con este acolchado en sus cultivos ecológicos y se muestra satisfecho con el resultado. «Nosotros lo utilizamos en tomate, calabaza, brócoli y coliflor, y tiene muchas ventajas, especialmente que evita las malas hierbas. El trozo que rompes de plástico es por donde sale la planta, pero ya no hay más hueco para que crezca nada alrededor», detalla. Toledo asegura que ha comprobado que con el acolchado saca un mayor rendimiento a la tierra y hay más homogeneidad en las matas. «Cuando empecé a usar el biodegradable estaba aproximadamente en siete euros el kilo y ahora vale cuatro y pico. Va bajando aunque sigue siendo caro; pero sin duda, nos reporta más de lo que nos cuesta», calcula. No obstante, cabe mencionar que el precio varía en función de la cantidad de producto que se adquiere. Además, en Agropecuaria Municipal de Guareña colocan los plantones manualmente, lo que encarece la mano de obra, pero se evitan tener que retirar el plástico, como habría que hacer con un plástico normal. «A la hora de la recolección suele estar ya casi degradado», indica. Y es que Enviroplast cuenta con el sello 'OK Biodegradable Soil' de Vinçotte, el cual certifica que en un periodo máximo de dos años más del 90% del plástico esté biodegradado. Aunque según Agropecuaria Municipal de Guareña, suele ser menos. Esta empresa coloca el acolchado en primavera para el tomate y en otoño, cuando en la misma tierra van a plantar brócoli, el plástico ha desaparecido, explican. El director general de Plastyagro insiste en que lo mejor de que el plástico sea biodegradable -además de que no deja residuos en el suelo- es que no hay que retirarlo. «Hasta hace poco lo que se hacía era pasar el disco, luego la grada y se enterraba el plástico. Al año siguiente se volvían a pasar estas herramientas y salía el batiburrillo de tierra y trozos de plástico», dice. Con su producto estrella, comenta, el agricultor se ahorra la mano de obra de varias personas batiendo a fondo el terreno para retirar minuciosamente el acolchado y reduce las emisiones contaminantes al no tener que ir a depositar los restos en un punto de reciclaje. Enviroplast cuesta tres veces más que el plástico convencional, pero su rentabilidad en ciertos cultivos está más que demostrada, según apostilla el dueño de Plastyagro. Normalmente las empresas dedicadas al sector del plástico suelen vender en grandes cantidades, pero esta firma oferta también a pequeña escala, e incluso a personas que tengan un huerto urbano. Por eso a Bernardo le gusta decir que ha «democratizado el uso del plástico biodegradable para que sea más accesible a todos los usuarios». A finales del pasado mes de marzo, la Eurocámara aprobó la prohibición a partir de 2021 de la venta de varios productos de usar y tirar tales como vasos y platos de plástico, bastoncillos de algodón, pajitas para sorber líquidos, envases de poliestireno expandido (normalmente utilizados para conservar la comida rápida), entre otros como los mencionados oxobiodegradables. De esta forma, Europa comienza a luchar contra un material que está en casi todo lo que nos rodea.
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