Escoltadas por castaños, nogales, fresnos y abedules, manadas de gallinas se mueven a sus anchas por una alfombra verde de hierbas y flores. Revolotean, picotean las piedrecillas y los insectos que encuentran a su paso, se dan baños de arena para eliminar los parásitos de las plumas... es el ritual diario desde que sale el sol hasta que anochece de las ponedoras de Pazo de Vilane , empresa radicada en el municipio de Antas de Ulla (Lugo) que en 1996 revolucionó la industria con sus huevos camperos procedentes de animales criados en libertad . «En España todo era producción en jaula», rememora Nuria Varela-Portas, cofundadora y gerente. A los 25 años, tras su paso por Madrid y Londres, esta licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales abandonó la capital británica para reencontrarse con sus raíces y rehabilitar la finca que había pertenecido a la familia desde el siglo XVIII , a lo largo de 12 generaciones, dándole una nueva vida. «No quería seguir en la gran ciudad, sino montar algo aquí», explica sin perder de vista a las aves que la rodean. Alimentadas con una mezcla de cereales, leguminosas y semillas, cada una de ellas tiene garantizados 4 m2 de parque en el exterior. « El clima gallego les viene muy bien porque disfrutan de pastos frescos todo el año », comenta Piedad Valera-Portas, hermana de Nuria, que desde 2012 ejerce como responsable de marketing y comunicación, mientras que su hermano está en el consejo. La cercanía de las emprendedoras al medio rural fue el germen del proyecto. «Pudimos identificar el aprecio de la gente por los huevos de las casas. El problema es que solo estaban en el mercado cuando les sobraban a los aldeanos, así que pensamos que sería buena idea producirlos todo el año y llevarlos a las tiendas. Había una demanda latente y hacía falta satisfacerla », asegura la gerente. Arrancaron con 50 gallinas y la propia Nuria llevaba los huevos en una furgoneta a los comercios locales. En en 1997 recibieron el primer pedido de El Corte Inglés de La Coruña, donde destacaron en los lineales no solo por su modelo avícola extensivo sino tambiénpor su caja de cartón reciclable y reutilizable obra del diseñador gallego Pepe Barro, que rompía con la estética tradicional de los envases. Aquella modesta empresa que vendía puerta a puerta se ha dado a conocer en toda España, está presente en las principales cadenas de distribución del país y cuenta con 200.000 gallinas repartidas en 13 granjas , siete propias y el resto integradas, es decir, propiedad de colaboradores a los que Pazo de Vilane proporciona las gallinas, la alimentación, la asistencia técnica-veterinaria, etc. para que asuman sus protocolos y los huevos se comercialicen bajo su marca. El negocio emplea a 39 personas y facturó más de ocho millones de euros en 2021. Este ejercicio, marcado por la guerra en Ucrania, está notando el alza del precio de los piensos. «Es tremendo. De 250 euros por tonelada se ha pasado a 410», concreta Nuria Varela-Porta. El objetivo es cerrar el año con cuatro millones de docenas de huevos vendidas . Hasta la fecha operan solo en España, si bien a corto plazo estudiarán la viabilidad de aterrizar en Portugal. A pesar de que la preocupación de los consumidores por el bienestar animal ha motivado que un número creciente de empresas se sumen a la ganadería extensiva, aún queda camino por recorrer: de los 47,1 millones de gallinas ponedoras que hay en España, solo el 8% son camperas (la mayoría, el 78%, están alojadas en jaulas), según los últimos datos de la Asociación Española de Productores de Huevo, pertenecientes a 2020.