El extremeño Manuel María Calvo, el mejor esquilador de España en los últimos cuatros años, pasa tres meses del año trabajando fuera del país El 15 de abril Manuel María Calvo Almena volvió a Extremadura para celebrar el primer cumpleaños de su hijo primogénito. Regresó desde Francia donde llevaba esquilando ovejas casi ininterrumpidamente desde enero. A sus 26 años, este eventual agrario de Cabeza del Buey que se gana la vida la mitad del año extrayendo lana fuera y dentro del país, es el mejor esquilador de España. El titulo lo revalidó hace un mes en Castuera, en el Campeonato de España de Merinas, XII Open de Esquileo de Extremadura. Manuel María lleva ganando los cuatro últimos años: ha vencido tanto en la categoría de intermedio (para esquiladores de 3 a 5 años de experiencia) como la open (por encima de los 5 de trabajo).
«Se valora la calidad del corte de la lana y el acabado del mismo. Si lo repasamos demasiado queda mal la lana. Lo importante es que no tenga tropezones. Eso se aprende con el paso del tiempo y esquilando mucho», narró a HOY desde Forcalquier, municipio de la región Provenza-Alpes-Costa Azul, a unos 400 kilómetros de la frontera española en La Junquera. Ahora está por diversos pueblos de la comarca de La Serena.
«Suelo salir todos los años a Francia, donde tenemos trabajo seguro, y a Portugal. Los clientes suelen echar mano de cuadrillas fijas», confirma a este periódico. La cuadrilla de Manuel la forman otro vecino de su pueblo y dos de Monterrubio.
«El 60% del esfuerzo es mental; el 40% es físico», considera este joven de Cabeza del Buey
«Faltan esquiladores (sobre todo nacionales) y los ganaderos, si encuentran a cuadrillas que les trabaje bien, no cambian», remata este caputvobense, que se introdujo en el oficio del esquileo sin antecedentes familiares en esta tarea.
«Empecé hace ocho o nueve años. No había nadie en mi familia que antes se dedicara a esto. Y lo hice porque me animó mi hermano Jonathan, que acababa de empezar a esquilar. Siempre andábamos juntos y empecé por aprender simplemente», cuenta.
La realidad ha hecho que se gane la vida buena parte del año entre ovejas y corderos. Los tres primeros meses del año, en Francia básicamente; después, de abril y hasta junio, más o menos, por tierras extremeñas.
A partir del verano deja de cortar lana y se dedica a recoger las diferentes cosechas agrícolas en los municipios de la región en los que encuentra trabajo.
«El trabajo de esquilar da lo que da. Es temporal y hay que buscarse otras cosas», insiste Calvo, convertido desde hace cuatro años en el mejor esquilador de España gracias al concurso que se celebra en Castuera. No es el único que existe en el país. Hay otro en Burgos pero con menos participantes y menos reconocimiento.
«No pienso mucho en eso de ser el mejor de España. No te da mucho tiempo. Estás de un lado para otro y hay muchas ovejas pendientes de esquilar», resume este joven.
Manuel recuerda que su récord de trabajo quitando lana lo tiene en León. Esquiló en un día 354 corderos. Una jornada en la que el esfuerzo físico fue «realmente grande porque esto es un trabajo duro». La posición del esquilador es siempre la de estar agachado. Una de las manos se utilizan para esquilar y la otra y las dos piernas se usan para sujetar al animal y mover la oveja.
Más mental «Hay algunos animales más dóciles que otros. No todos son iguales», aclara. No obstante, Manuel María Calvo señala que más importante que la capacidad física es la mental, para afrontar esa tarea.
«Para esquilar hay que tener mucha fuerza de voluntad. Pienso que el 40% del trabajo tiene que ver con la capacidad física de cada uno y el 60% tiene que ver con la fuerza mental», puntualiza. «Como el día que te toque trabajar vengas con algún problema personal a cuestas y la cabeza la tengas en otro sitio, malo, malo. Ese día va a ser más difícil esquilar. Lo vas a pasar peor», finaliza.
Las ganancias por esquilar ovejas se sitúan en 1,50-1,60 euros por cabeza. También varían si el ovino tiene más o menos lana y, por tanto, por la dificultad o facilidad para extraer su pelaje. En el primer caso está la raza merina, referente en Extremadura; en cambio la churra, muy típica de Castilla y León, tiene menos lana. Antiguamente se esquilaba con una tijera bien afilada; ahora se usan máquinas eléctricas.