Los agricultores europeos pagarán más por producir desde el 1 de enero

La elaboración de alimentos en la UE (Unión Europea) será más cara en 2026. La afirmación, lejos de tratarse de un vaticinio, se respalda con la entrada en vigor de una medida impuesta desde Bruselas -y enmarcada en el Pacto Verde - para contener las emisiones de carbono de las industrias. Los fertilizantes importados de fuera de la UE se incluirán desde el 1 de enero en el CBAM (Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono), una herramienta que fija un precio al carbono emitido durante la producción de mercancías . La UE pretende reducir la fuga de carbono, que consiste en el traslado de las industrias emisoras de gases de efecto invernadero fuera de la UE para evitar normas más estrictas. El período transitorio para la implementación del CBAM iniciado el 1 de octubre de 2023 finaliza el 31 de diciembre de 2025, fecha a partir de la cual se lastrará a las empresas que hayan trasladado fuera de la UE producciones de mercancías intensivas en carbono. Los importadores de abonos se enfrentan a un coste extra que hasta ahora evitaban y que repercutirán en los agricultores. El bloque continental cobrará a las empresas que importen productos contaminantes como hierro, cemento, fertilizantes, aluminio o hidrógeno de países no pertenecientes a la UE con el objetivo «de hacer menos atractivas estas importaciones baratas intensivas en carbono respecto a los productos más limpios fabricados en la UE». El campo, que conocía desde hace años que este escenario iba a llegar, lamenta el perjuicio ante la situación, que consideran todavía más gravosa después de las sanciones impuestas a los fertilizantes rusos y bielorrusos que han provocado un encarecimiento de entre 40 y 50 euros por tonelada en el coste para los agrarios. «Es pura hipocresía querer tasar los fertilizantes producidos en terceros países, pero no los alimentos que se importan desde esos mismos países y que han usado esos mismos fertilizantes», denuncian en Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos. La sensación en las explotaciones es que la inclusión de los fertilizantes entre los productos afectados por el CBAM generará un incremento de costes para los agricultores y otra nueva pérdida de competitividad frente a terceros países. Esta subida hace que el margen de beneficios en origen se estreche, lo que aumenta el riesgo de una caída de producción agroalimentaria en la UE que tendría un impacto directo en el precio de la cesta de la compra «Si la UE obliga al sector agrario europeo a cumplir objetivos crecientes en materia ambiental y climática, pero permite que los productos agrícolas de terceros países -producidos con estándares mucho más laxos y mayores niveles de emisiones- entren en el mercado sin una corrección equivalente, se genera un dumping climático que castiga a los agricultores europeos y desincentiva la producción dentro de la UE», condena la organización. El plan de la UE, que según la institución «fomentará un comportamiento responsable al impedir que las empresas trasladen el problema al extranjero», se topa con la realidad de los agricultores comunitarios: Europa tiene una necesidad de fertilizantes que no satisface con su producción, por lo que tiene que acudir al mercado. Sólo en España, el gasto agrícola en fertilizantes supera los 2.300 millones de euros anuales. «El efecto final del CBAM puede reforzar la fuga de carbono en la agricultura, ya que los alimentos producidos en la UE soportarán costes más altos que sus competidores internacionales», asevera Unión de Uniones, que exige un mecanismo equivalente aplicado a los alimentos importados para que esta medida de carácter ambiental no ataque la competitividad de los productores europeos