El último informe anual del Servicio de Agricultura Exterior (FAS) del USDA sobre carne y productos ganaderos en China augura un 2026 marcado por la estabilidad en la producción porcina, un descenso en la producción de vacuno, y restricciones comerciales acentuadas para proveedores estadounidenses debido a tarifas y problemas regulatorios. Las previsiones señalan que la producción de carne de cerdo se mantendrá estable en 2026, llegando a 57,15 millones de t, sustentada por un inventario de cerdas consistente y una oferta de lechones que equilibra la caída en el peso canal y la demanda estancada. Sin embargo, se espera que las importaciones de cerdo bajen ligeramente, situándose en 1,3 millones de t, ante un mercado abastecido y una demanda interna débil. En el sector del vacuno, el informe anticipa una reducción en la producción para 2026, llegando a 7,56 millones de t, resultado del recorte de inventario de vacas nodrizas durante 2024 y 2025, y de una baja persistente en la eficiencia reproductiva. Este escenario refleja un proceso de liquidación del rodeo por parte de los productores, motivado por precios deprimidos y márgenes muy ajustados en años recientes. Ante la caída de la producción nacional, se prevé un aumento moderado de las importaciones de carne de vacuno, especialmente congelada, para cubrir la demanda de segmentos sensibles a precios, como los servicios de restauración y catering más económicos. El USDA cifra este incremento en unas 100.000 t y China llegaría a importar 3,5 millones de t de esta carne. Brasil y otros proveedores sudamericanos seguirán consolidando su liderazgo gracias a precios competitivos, mientras que la carne de alta gama y premium continuará restringida. El consumo de proteína animal en China sigue transformándose. El vacuno sigue siendo la carne más cara y su consumo se contrae por la presión sobre los ingresos familiares y la preferencia por proteínas alternativas como pollo, huevo, lácteos y acuáticos. Políticas públicas recientes refuerzan la lucha contra el despilfarro alimentario y promueven la diversificación de la dieta, lo que suma presión al segmento de carne de vacuno premium. El sector porcino, por su parte, mantiene su primacía, si bien observa signos de estancamiento y pérdida de cuota frente a otras proteínas. El consumo per cápita de porcino desciende gradualmente, aunque la demanda en canales como procesados congelados y restauración de bajo coste sigue funcionando como colchón de volumen. El informe también apunta a una mayor concentración y tecnificación en la producción ganadera, con la salida acelerada de granjas pequeñas y medianas incapaces de soportar márgenes reducidos o cumplir con nuevas regulaciones medioambientales. Los grandes operadores del ámbito cárnico invierten en automatización y productividad, marcando una nueva etapa en la dinámica del sector. Por último, el comercio de despojos porcinos mantiene un volumen elevado, apoyado en la demanda regional y en ciertas limitaciones de abastecimiento doméstico. Estados Unidos, la UE y Canadá siguen siendo proveedores relevantes pese a la penalización arancelaria de los productos estadounidenses.