Los robos de cosechas suponen ya pérdidas de 25 millones al año
La Guardia Civil mantiene activos dispositivos de vigilancia, especialmente en olivos
Cultivo de aceitunas, en una imagen de archivo. | PERALES IBORRA
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David Marín ha plantado dos veces, y dos veces le han robado. Este agricultor de Torreblanca (Castellón) se decidió el año pasado a recolectar aguacate, y ahora mismo está desesperado. «Uno ya no sabe qué hacer, no le veo solución. El que roba se queda impune y el agricultor está cada vez más y más desprotegido», lamenta el trabajador del campo.
Es una de tantas historias detrás del repunte de robos en determinados tipos de cultivo, sobre todo olivas y aguacates por ser los más caros, según explica la Unió de Llauradors. AVA-Asaja estima que el año pasado los hurtos en el campo dejaron 25 millones en pérdidas para los agricultores, y este año va camino de ser igual o peor.
El pasado viernes, una banda de ladrones con maquinaria consiguió sustraer más de mil kilos de aceitunas en Buñol. El encarecimiento de las aceitunas a niveles históricos está coincidiendo con una oleada de robos en cada vez más regiones. Y no solo en la C. Valenciana, también en Andalucía y Extremadura.
Algo peor sucede con los aguacates, ya que la sustracción de aceituna coincide con la temporada de cosecha, pero en el caso del aguacate los robos están siendo prematuros, con el fruto verde. Tan solo las variedades más tempranas de aguacates Bacon y Fuerte, se están comenzando a recoger en algunos puntos. El precio en origen se sitúa entre 1,5 y 2 euros el kilo.
Según denuncia la Asociación de Productores de Aguacate (Asoproa), «numerosos agricultores están sufriendo robos de sus cosechas a pesar de que la variedad mayoritaria de esta fruta en tierras valencianas, Lamb Hass, aún necesita cinco meses más para alcanzar el grado óptimo de maduración». David ha sido víctima hace dos semanas de uno de estos robos, y explica que los delincuentes dejan madurar el fruto en cámaras para después intentar venderlo a comercios.
Cámaras en los aguacates
AVA-Asaja también explica que los robos se han producido también en cultivos adyacentes, como naranjas, alcachofas o limones. Los agricultores del Camp de Morvedre, por ejemplo, han tenido que aumentar la seguridad en sus parcelas instalando vallas. Marín ha tenido incluso que comprar cámaras para intentar frenar a los ladrones. Se plantea, incluso, «dejar de cultivar ante la impotencia de ver cómo los ladrones han dejado muchos de los árboles sin fruto».
Para el aguacate hay que añadir un problema más y es, de momento, la imposibilidad de incluirlo en seguros al no ser una cosecha propia de la Comunitat. «Los delincuentes son listos y saben que menos de 300 euros es hurto y no les pueden hacer prácticamente nada. Luego es difícil de encontrarles, y si lo haces la mayoría de estas personas no tienen dinero para pagar, así que se declaran insolventes. La conclusión es que la peor parte como siempre se la lleva el agricultor», cuenta Marín.
Según advierte AVA-Asaja, la oleada de robos también ha llegado al interior de la Comunitat Valenciana, coincidiendo con el tiempo de la apertura de centros de recepción de la aceituna, cultivo predominante en esas zonas.
Denuncia y vigilancia
La Guardia Civil mantiene un dispositivo de vigilancia continuo que refuerza en las temporadas de cosecha de cada fruta u hortaliza, según explica la Delegación del Gobierno. Sin embargo, poco soluciona a Marín. «Los delincuentes saben muy bien por dónde están patrullando por cada momento y consiguen robar sin que les vean, además la única comisaría que hay está muy lejos», cuenta.
Así que las denuncias de poco le sirven a él, que pide que se aumenten los controles policiales en el campo. Por eso ha decidido instalar cámaras (que también le han llegado a robar, junto con las placas solares). Ha habido casos en los que, a pesar de haber grabado a los ladrones, no ha recibido nada después al tratarse de muy poca cantidad.
AVA-Asaja alerta de que los robos añaden más dificultades a los olivicultores valencianos, puesto que las perspectivas de producción apuntan a un desplome del 50% respecto a un aforo normal debido a la falta de lluvias, el pedrisco o las altas temperaturas en el interior.
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