Estos emigrantes abandonaron Euskadi huyendo de la persecución política y buscando mejorar su vida aprovechando la fiebre del oro de la década de 1840 El lejano oeste era una tierra de oportunidades, terreno virgen para construir una nueva vida. Durante siglos, esos terrenos solo notaron el caminar de los nativos americanos y de un puñado de colonizadores españoles o ingleses. Pero en pleno siglo XIX la zona atrajo soldados, buscadores de oro, comerciantes, agricultores e incluso pastores vascos que querían salir de la pobreza mientras huían de la persecución política. El viaje de esos emigrantes euscaldunes ha regresado ahora al primer plano gracias a una serie de grabados escondidos en los troncos de los álamos. Esos arborglifos ( lertxun-marrak , en euskera) fueron realizados mientras pasturaban sus rebaños en la tranquilidad y la soledad de la altas cordilleras en Sierra Nevada, Ruby Mountains o Sawtooth Mountains. Hace casi 200 años Hace casi 200 años, los vascos se trasladaron al oeste americano atraídos por la fiebre del oro que se extendió a partir de la década de 1840. La mayoría eran de clase baja, de origen agrario, con poca o ninguna educación o conocimiento del inglés. A medida que la industria del pastoreo de ovejas creció en Occidente, ofreció a estos inmigrantes un trabajo estable, explican los investigadores de la Universidad Estatal de Boise en un artículo publicado en la revista The Conversation . "Al principio, simplemente intentamos descifrar lo que había en el árbol", recuerdan los expertos. "Puede resultar difícil distinguir qué es una corteza cicatrizada y qué es una talla. Poco a poco, mejoramos en descifrar los grabados y ahora esperamos detectar los más antiguos y ornamentados", añaden. Su trabajo ha permitido documentado alrededor de 25.000 arborglifos y recopilarlos antes de que se pierdan. Los dibujos van desde simples firmas (con nombre, fecha y ciudad natal) hasta proclamas políticas, deportes, religión, trabajo o tallas de antiguas amantes. Grabaron, por ejemplo, lemas como Gora Euskadi , por los que podrían haber sido arrestados en su propio estado. También hay tallas de cruces que señalan las festividades de santos particulares, barcos en recuerdo de los pueblos de pescadores y versos o poemas sobre el anhelo de regresar a casa. Los inmigrantes vascos practicaban la trashumancia. Arrastraban a las ovejas hasta las altas montañas durante la primavera y el verano para pastar, y luego regresaban a los valles en otoño para poder pasar el invierno resguardados del frío. Este ciclo anual dejaba a los pastores solos en las cordilleras durante todo el verano. Para documentar estos registros se formó el programa Lertxun-Marrak - The Arborglyph Collaborative , compuesto por miembros de la Universidad Estatal de Boise, la Universidad Estatal de California y la Universidad de Nevada en colaboración con el Museo del Condado de Kern, el Museo Vasco y el Museo del Noreste de Nevada. "El paso del tiempo, los frecuentes e intensos incendios o el cambio climático suponen desafortunadamente una amenaza para estas tallas. De ahí que el objetivo sea documentar tantas tallas como sea posible antes de que desaparezcan", añaden los investigadores. Los especialistas siguen los pasos de Jean y Phillip Earl, residentes en Reno. Ellos oyeron hablar por primera vez de los arborglifos durante una conferencia en la década de 1970. Intrigados, comenzaron a buscar activamente lo que primero denominaron "galerías vivientes", preservando las imágenes que encontraron. Calcos, bocetos... y realidad virtual Ambos dedicaron 40 años a desarrollar un archivo que comprendía alrededor de 150 calcos de las tallas realizados con muselina y cera negra. Ahora ya no solo se calcan los dibujos. También se usan bocetos, fotografías, grabaciones en vídeo, realidad virtual o fotogrametría para registrar las cortezas con tallas. "Seguimos los senderos de los pastores a través de las montañas. Es fácil caminar por un bosque de álamos y no darse cuenta de que las cortezas de los árboles son lienzos. Los bosques de álamos maduros con manantiales cerca son los mejores candidatos para contener lertxun-marrak . Generalmente se encuentran en grupos en áreas con mucho tráfico de pastoreo", dicen los expertos. Fue Joxe Mallea-Olaetxe, otro aficionado a estas tallas, el que acuñó el término lertxun-marrak , literalmente "líneas/dibujos en álamos". Desde la década de 1970 hasta la década de 2000, documentó miles de arborglifos, incluidas sus descripciones detalladas, que proporcionaron una visión completa de estos artefactos culturales. En un viaje a las montañas en las afueras de la ciudad de Idaho, una estudiante que se había unido al equipo de investigación reveló que su padre emigró a Estados Unidos desde el País Vasco para trabajar como pastor de ovejas. El destino quiso que en esa misión de exploración, la chica encontrara las tallas hechas por su progenitor, que había muerto cuando ella era pequeña.