El informe de la ONU sobre el cambio climático publicado esta semana no ha sido favorable a la ganadería, a la que señala como uno de los sectores responsables del mayor volumen de emisiones de gases que contribuyen al efecto invernadero. La agricultura tampoco se libra: a esta actividad primaria se le atribuye el 70% de consumo mundial de agua dulce y el 23% de las emisiones nocivas. Sin embargo, en nuestro país es el sector de la carne el que se ve más perjudicado por el cambio de dieta que aconsejan los expertos de Naciones Unidos, ya que contribuye en un 1,2% a toda la riqueza producida.
La producción ganadera de carne aportó 14.640,8 millones de euros a la economía española en el año 2018, lo que representa el 1,2% del conjunto del Producto Interior Bruto, según los datos de la Renta Agraria elaborados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Estas cifras reflejan la aportación del sector de la carne a la economía española, que podría verse afectada por la recomendación de la ONU de que se reduzca este tipo de alimentos para contribuir a la sostenibilidad del planeta.
La carne representó el 27,4% del total de la facturación del sector primario en España el año pasado, cuando alcanzó los 53.391,7 millones de euros. Por detrás, las frutas aportaron 10.338,2 millones y las hortalizas otros 9.831,4 millones. Dentro de los productos cárnicos, cuya facturación subió un 1,5% el año pasado, más de la mitad de sus ingresos los genera el porcino, en concreto 7.417,2 millones, pese a caer un 0,9% en 2018.
Además, el bovino aportó 3.363,2 millones de euros en 2018, un 3% más que el año anterior; las aves 2.348,5 millones, un 7,3% más; el ovino caprino 1.258,3 millones, un 2,9% más, y el equino 71,2 millones, un 12,2% menos.
La ganadería utiliza el 30% de toda la superficie terrestre y el 20% de la masa animal que habita el planeta está destinada a la producción de carne y leche Si tenemos en cuenta otros productos animales como la leche y los huevos, la aportación del sector ganadero a la economía española alcanzó el pasado año los 19.214,9 millones de euros, el 1,6% del PIB. Dichos productos generaron 4.574,1 millones, un 4,5% más. En concreto, la producción lechera alcanzó los 3.059,1 millones el año pasado, lo que supuso un incremento del 2,9% con respecto a 2017, mientras que los huevos lograron facturar 1.253,4 millones, un 9% más.
El aumento de los censos del vacuno de carne y del porcino blanco está detrás del incremento del 2% de las emisiones en la ganadería en 2017 en España, según un informe del Gobierno.
Un estudio con luz roja El informe del panel de expertos de Naciones Unidas ha encendido varias alertas sobre actividades humanas concretas que afectan al calentamiento global y que comprometen la sostenibilidad del planeta. El uso de la tierra y del agua que responden a la sobredimensionada producción agropecuaria actual emergen como uno de los problemas más urgentes. De hecho, la ganadería utiliza el 30% de toda la superficie terrestre y el 20% de la masa animal que habita el planeta está destinada a la producción de carne y leche.
El aumento de población mundial y el cambio en los hábitos de consumo y de alimentación son citados como el origen de la sobredimensión del sector agropecuario. Las dietas basadas en vegetales, cereales y legumbres han dado paso en el mundo desarrollado a costumbres alimenticias en las que la carne llega a consumirse a diario. Es decir, para responder a la elevada demanda de las últimas décadas, el sector ha tenido que forzar su maquinaria y adaptarse para poner sobre la mesa de los habitantes más ricos del mundo todas las proteínas que exigen sus estómagos. Y aún así, el desperdicio anida como un mal endémico: entre el 25 y el 30% del total de alimentos producidos acaba en el cubo de la basura.
El cambio en la dieta se presenta como solución global para frenar el consumo disparado de proteínas animales y calorías Esto ha derivado en una situación de insostenibilidad que genera sus propias cifras: la ganadería es responsable del 9% de todo el dióxido de carbono generado en el planeta y del 65% del óxido nitroso, cuyo impacto sobre el calentamiento global deja al CO2 a nivel irrelevante. Además, el ganado provoca el 37% de la liberación de todo el metano mundial, otro gas nocivo para la evolución climática, según otro informe publicado por la FAO (Organización de la ONU para la Agricultura y la Alimentación).
Los científicos internacionales que han trabajado en este estudio reclaman un nuevo cambio de hábitos a nivel mundial en clave alimenticia, para volver a las dietas que prioricen el consumo de cereales, legumbres, frutas y verduras. La dieta se presenta como solución global para frenar el consumo disparado de proteínas animales y calorías. No sólo se trata de un asunto climático, sino también de salud: la alimentación hipercalórica es responsable del sobrepeso y la obesidad mundial, que ya padecen 2.000 millones de personas.
No sólo un problema de carne Pese a que el informe ha sido rápidamente interpretado como una llamada a no consumir los volúmenes actuales de carne y, por tanto, a reducir la actividad ganadera, hay que recordar que los expertos del panel no esquivan el problema de la tierra cultivable, de su erosión, desgaste y deforestación causada por determinados cultivos muy reclamados para los procesos de la industria, como la palma, con la que se producen grasas baratas. Un 23% de todos los gases de efecto invernadero emitidos proceden de la agricultura y el uso de la tierra, y un 37% del total es generado por la producción global de alimentos.
En España, sin embargo, el sector parece haber despertado y tomado conciencia del problema que genera. En este nuevo clima comprometido están surgiendo iniciativas como la alentada por la Organización Interprofesional de la Carne de Vacuno, que busca reducir progresivamente las emisiones. Con su programa Life Beef Carbon, el objetivo es que el ganado vacuno reduzca un 15% su huella de carbono en los próximos 10 años , con medidas que abarcan el ámbito sanitario, el reproductivo y el de la alimentación del animal.