La industria cárnica chilena exhibe signos de moderado dinamismo en 2026, impulsada principalmente por la optimización productiva en los sectores porcino y avícola, al tiempo que la ganadería bovina mantiene su volumen a pesar de desafíos climáticos y un entorno comercial cada vez más competitivo. Así lo afirma el último informe de previsiones del USDA que destaca que la producción de carne de cerdo alcanzará las 590.000 toneladas, creciendo modestamente debido a mejoras en la eficiencia de alimentación y sin planes de expansión de infraestructura en el corto plazo. En el ámbito porcino, el crecimiento de las exportaciones es una nota positiva, con China consolidada como principal destino, seguido por Japón y Corea del Sur. Sin embargo, el mercado enfrenta dificultades debido al avance de Brasil, que erosiona la participación estadounidense como proveedor principal, apoyado en la competitividad de sus precios. La importación de carne porcina, dominada por Brasil y Estados Unidos, se recuperará levemente en 2026 tras una caída temporal. El consumo interno se mantiene estable, incrementándose apenas al ritmo del crecimiento poblacional y reflejando un escenario de precios elevados por la limitada oferta doméstica. El pollo toma protagonismo en 2026, con una producción proyectada en 740.000 toneladas, gracias a la mayor eficiencia en plantas existentes y un descenso en las importaciones motivado por restricciones sanitarias temporales hacia Brasil. Este país, principal proveedor de pechugas, ha diversificado envíos hacia productos preparados para esquivar las barreras sanitarias vigentes, mientras que alternativas como Argentina y Estados Unidos no logran cubrir totalmente el déficit. El comercio exterior avícola chileno se robustece con Estados Unidos como principal socio, mientras que las exportaciones de alas y pechugas lideran la oferta chilena hacia ese mercado. El consumo per cápita, tras el repunte durante la pandemia, vuelve a niveles históricos y su crecimiento está ligado al dinamismo poblacional y del PIB. En el segmento bovino, la producción permanece anclada en las 200.000 toneladas, lastrada fundamentalmente por la sequía y fuerte competencia importadora proveniente de Paraguay, Brasil y Argentina. El 70% del consumo interno es abastecido por importaciones, que siguen en alza y se sitúan en 415.000 toneladas para 2026. El consumo de carne vacuna muestra una leve tendencia ascendente gracias a la estabilidad económica y mayor poder adquisitivo. Las exportaciones, orientadas principalmente hacia China, disminuyen en 2025 pero para 2026 se prevé una recuperación apoyada en la demanda de mercados alternativos como Colombia, Canadá y Estados Unidos. Un análisis de los principales socios comerciales revela la consolidación de Brasil como actor dominante tanto en el mercado de carnes porcinas como bovinas, desplazando a Estados Unidos en el sector porcino y ganando terreno frente a Paraguay y Argentina en el bovino. Argentina, a pesar de dar señales de recuperación en el segmento avícola, ve caer su peso como proveedor bovino. Por otro lado, los países americanos y asiáticos siguen representando las mayores oportunidades de exportación, aunque con variaciones notables según las dinámicas sanitarias y comerciales. La ausencia de inversiones para nuevas plantas productivas en todos los sectores cárnicos, sumada a las restricciones fitosanitarias y la volatilidad de los mercados internacionales, refuerzan una senda de moderación en el crecimiento del sector cárnico nacional. La innovación en alimentación animal y la eficiencia en procesos logran compensar parcialmente la falta de expansión física, permitiendo sostener la competitividad exportadora, aunque siempre bajo la amenaza de los vaivenes externos. A lo largo de 2026 la industria cárnica chilena buscará mantener sus cuotas de mercado mediante la optimización, la adaptación comercial y la resiliencia ante factores adversos, tanto internos como internacionales. La perspectiva para el consumidor sigue marcada por precios elevados y un consumo estable, dictado más por las circunstancias estructurales que por la demanda.