En tres pequeños viejos viñedos del pueblo burgalés de Roa nacen las uvas de este tinto ribereño de alto nivel que los hermanos Esteban Cristóbal han dedicado a Tomás Esteban, el fundador de esta bodega familiar Este vino ribereño se ha dedicado a Tomás Esteban, el fundador de Bodegas y Viñedos Valderiz de Roa de Duero (Burgos). Las uvas de este tinto de alto nivel (un 90% de tinto fino y otras variedades autóctonas coplantadas en los viñedos como la palomino, la valenciana (bobal), la garnacha o la garnacha tintorera) nacen en tres pequeñas parcelas que fueron plantadas por el padre de Tomás, Juan Esteban Ribote, en los años 40 del siglo pasado. Se trata de las viñas El Abuelo, Miguelón y Matallana de Roa (Burgos), con suelos pobres arcilloso-calcáreos y presencia de arena. Las tres parcelas suman 1,2 hectáreas. El rendimiento es de solo 1.500 kilos de uvas por hectárea. El actual director general de esta bodega familiar, Juan Esteban Cristóbal, recuerda a su abuelo como "una persona más seria que un cerrojo". Añade, sin embargo, que "fue un vividor y un disfrutón" gracias al hecho de que "hizo una buena boda y tubo una buena dote". Los nietos de Juan Esteban Ribote se han criado en el campo, entre los majuelos plantados por su padre y abuelo. Aseguran que "nuestro germen, como todo gran proyecto vinícola, está basado en la viticultura". Inicialmente vendían sus uvas a otras bodegas, hasta que en 1997 decidieron elaborar, embotellar y comercializar el vino bajo su marca. Afirman que "Valderiz es familia, humildad, honestidad, simplicidad y amor por la tierra". Bodegas y Viñedos Valderiz es uno de los precursores de la agricultura ecológica en la DO Ribera del Duero. El laboreo en los viñedos se realiza sin herbicidas, pesticidas o abonos químicos. Aseguran que apuestan por la simplicidad a través de prácticas ecológicas y biodinámicas, y "dejamos que sea la propia uva tinto fino la que ofrezca sus virtudes intrínsecas". Y afirman también que "a la uva no se la exige nada, dejamos que ella nos ofrezca sus virtudes". La inquietud de Tomás Esteban por conseguir una materia prima excepcional le llevó a inventar un novedoso sistema de poda y manejo de la vegetación denominado 'pie de pato', que se aplica en algunas de las parcelas de Valderiz. La técnica consiste en formar un vaso conducido en vertical, en el que los brazos se colocan en forma de tenedor y las yemas se disponen en los extremos. De esta manera, la maduración de los racimos es mucho más uniforme y se previenen enfermedades de la madera de la vid, como la yesca (causada por hongos, que afectan a la madera de la vid). El invierno de 2015 fue suave pero las temperaturas al inicio de la primavera fueron más altas que en los últimos años, lo que aceleró la brotación de las vides. En verano, sin embargo, las temperaturas fueron discretas, aunque aumentaron en la segunda mitad de agosto. El otoño fue más caluroso de lo habitual, lo que aseguró la maduración perfecta de las uvas. En 2015 la pluviometría se situó por debajo de la media, aunque vino bien repartida a lo largo del ciclo vegetativo. Las bayas del Tomás Esteban 2015 se cosechan a mano con pequeñas cajas. Su mosto fermenta de forma espontánea con levaduras indígenas en cubas de 3.000 litros. La fermentación maloláctica se practica en barricas de roble francés de grano fino y tostado medio. Hunden el sombrero con los pies. Su crianza se prolonga por espacio de 30 meses en barricas nuevas de 225 litros de capacidad. Cada parcela se cría en unas barricas seleccionados expresamente. Juan Esteban revela que "nos gustan las crianzas eternas", y apunta que "en estos vinos el tanino vibra como el demonio". De esta añada solo se elaboraron 3.000 botellas. Tomás Esteban 2015 es de capa media-alta y del color de las cerezas picotas, con el ribete con toques teja. Destaca con notas de cedro de caja de puros y vainilla, pétalo de rosa algo marchita, un puntito ahumado, balsámicos y especias y, sobre todo, exhibe regaliz. Todo ello en un lecho de yogur de frutillas rojas y negras, una sensación de buena acidez y cierta tanicidad ya muy domada. Con 15º de alcohol bien integrado. Se huye de la sobreextracción buscando el equilibrio y la elegancia sin renunciar a la verticalidad. Este vino de pueblo, de Roa, es definido por Juan Esteban como "un Ribera sin maquillar". Considera que "a pesar de ser del 2015, lo mejor en este tinto aún está por venir". De hecho, es un vino con una gran capacidad de envejecimiento, como muestran añadas como la del 2006. Es un interesante vino ribereño puesto al día. Al director general de Valderiz le gusta acompañarlo de un buen puro cubano o bien con un plato de caza, de perdiz o incluso de corzo o jabalí. También es ideal para armonizar con unas chuletillas de cordero al sarmiento o con un buen queso castellano. En Valderiz elaboran unas 400.000 botellas anuales, de las que exportan entorno al 50%. Estados Unidos, Alemania y Países Bajos son sus principales mercados internacionales. Sus etiquetas están presididas por la reproducción de una imagen icónica del fotógrafo de Caldes de Montbui Ramon Masats (Premio Nacional de Fotografía en 2004). En ella se muestra a una mujer de Tomelloso (Ciudad Real) agachada, pintando la línea divisoria entre el suelo y la pared de cal de una casa. Su bodega está diseñada para que sea eficiente en todos los niveles: se minimiza el desperdicio de agua y el autoconsumo energético es posible gracias a los paneles solares instalados en su tejado. Otros de los aspectos que han diferenciado a Valderiz desde los inicios en la elaboración de sus vinos, según se asegura desde la bodega, es el empleo de tanques de diversos materiales (hormigón, algo inusual en la zona cuando empezaron) y barriles de distintas capacidades (barricas de gran volumen, tinas, foudres...). Todo ello, "siempre buscando vinos de contenida extracción, elegantes, sedosos y complejos, en los que la uva es protagonista". Cuentan con un centenar de hectáreas con certificación ecológica, repartidas en hasta 45 pequeñas parcelas. Sus cepas más antiguas fueron plantadas en 1934. Las vides están formadas en vaso, principalmente, e injertadas de viejos viñedos de la familia tras una selección masal. Cuentan con una media de más de 2.400 horas anuales de sol y una pluviometría de 450 mm al año. En 1980 Tomás Esteban decidió dedicarse en exclusiva a la viticultura. Hoy son los hermanos Juan (responsable del viñedo y de la comercialización nacional), Ricardo (elaboración y ventas internacionales) y Esther (departamento de calidad) quienes llevan las riendas de este proyecto familiar, respaldados por sus padres Tomás e Inmaculada. Aseguran que "a Juan y a Ricardo les salieron los dientes en el campo".