Este vino está inspirado en un enfoque borgoñón del terruño y su objetivo es identificar lugares únicos en el Priorat 7 grandes vinos para sorprender a tus invitados esta Navidad El alemán Dominik A. Huber descubrió su talento y pasión por el vino mediterráneo y las artes culinarias en una etapa bastante temprana. A la edad de 18 años visitó una antigua trattoria de Liguria y un año después realizó un viaje gourmet por Italia junto al chef alemán Karl Ederer, que lo llevó a varios restaurantes tradicionales de primer nivel. A los 27 años empezó a estudiar economía y marketing en Londres, Múnich y Madrid. Y en 1996, aún en la universidad, realizó sus primeras prácticas en la bodega Mas Martinet de Falset, propiedad de la familia Pérez en el Priorat . Entusiasmado por sus experiencias y conocimientos, realizó otra pasantía con la familia Pérez después de graduarse en el año 2000, y consiguió empleo durante un año completo. En ese momento, Dominik conoció a Eben Sadie, un enólogo y elaborador muy respetado de Sudáfrica (The Sadie Family, de Swartland). Se hicieron amigos y juntos regresaron a Mas Martinet para ayudar a vendimiar a la familia Pérez en 2001. Ese mismo año Dominik y Eben Sadie fundaron Terroir al Límit. Compraron sus primeras uvas a la familia Pérez y vinificaron precariamente su primera añada del vino Dits del Terra. En 2003 establecieron su propia bodega en Torroja del Priorat, y nació su vino Arbossar. En 2006 se elaboró la primera añada de la fina garnacha Les Manyes, que con la añada del 2016 obtuvo los codiciadísimos 100 puntos Parker (The Wine Advocate). Y en 2012 Eben Sadie regresó a Sudáfrica y Dominik continuó la aventura en solitario apostando por la biodinámica y borgoñizando el Priorat. Le acompañan hoy en su proyecto vitivínicola su pareja Tatjana Peceric (enología) y Cales Ferré (viticultura). Dominik A. Huber asegura que se ve, ante todo, como "un artesano". Considera que "el desafío está en aunar intelectualidad, sensibilidad y trabajo práctico". Torroja del Priorat, un pueblecito con solo 141 ciudadanos censados, se ha convertido en el centro de su vida. Dice que siente que "aquí es posible vivir al estilo mediterráneo tradicional, con una sana convivencia entre cuerpo y espíritu". Y añade que "a través de mis vinos creo que puedo llevar esta filosofía al mundo". Residió durante 12 años en su casa-bodega de Torroja del Priorat, pero ahora la familia se ha trasladado a Salou. Le gusta escuchar música clásica y barroca, especialmente a Johann Sebastian Bach, con el primer café de la mañana, en el coche y mientras cata sus vinos . Terroir al Límit está inspirado en un enfoque borgoñón del terruño. Su objetivo es identificar lugares únicos en el Priorat, "y luego hacer todo lo posible para revelarlos en cada botella con la mayor autenticidad posible". Desde la bodega se afirma que su proyecto encaja en un contexto marcadamente mediterráneo. Dicen que "la cultura milenaria y nuestro terruño son consecuencia del clima mediterráneo". Consideran que "el vino debe elaborarse con uvas sanas y vivas, sin manipulaciones ni aditivos, y sin otro fin que el de expresar la auténtica emoción y el verdadero carácter del lugar. Buscan, pues, elaborar "los vinos más elegantes y expresivos del Priorat". Les Manyes es, junto con el blanco Pedra de Guix, el gran icono de Terroir al Límit. Es un vino que nació en 2016, aunque las primeras pruebas se realizaron en 2014. Dominik A. Huber asegura que su gran secreto "está en el suelo". Es un viñedo con suelo arcilloso calcáreo, rico en tiza, pero con ausencia de pizarra, plantado en una de las altas laderas de la sierra del Montsant, a unos 800 metros de altitud sobre el nivel del mar. Se trabaja siguiendo las agriculturas ecológicas (certificada) y biodinámica (sin certificar). Dominik A. Huber descubrió este "mágico" viñedo cuando recorría los caminos del Priorat con su moto de enduro Yamaha XT 600. Junto con Eben Sadie comió sus uvas negras con tonos azulados de un remolque en Scala Dei. "Compramos los primeros kilos de sus uvas para realizar las primeras pruebas, y ¡ flipamos ! ", asegura. Muchos de sus actuales viñedos los ha conseguido recorriendo el Priorat y charlando y compartiendo cervezas con viejos viticultores de la comarca en los bares de sus pueblos. Les Manyes es una garnacha peluda 100%, fruto de un viñedo de Scala Dei plantado en vaso hace 75 años. Se vendimia manualmente con pequeñas cajas. Como en el resto de sus vinos, sus uvas no se despalillan (en la bodega no tienen despalilladora). Vinifican, pues, con racimos enteros. No añaden ni enzimas ni levaduras seleccionadas, y no practican remontados durante la fermentación alcohólica. Crían durante ocho meses Les Manyes en un depósito cuadrado de hormigón tartarizado. También trabajan con bajas dosis de sulfuroso. Y aunque los suyos son vinos de poca intervención, huyen del cliché de los vinos naturales. De la añada actual, fruto de una muy buena cosecha en el Priorat, solo se elaboraron 3.506 botellas. Luis Gutiérrez de 'The Wine Advocate' le ha concedido 97 puntos. Les Manyes 2021 es de capa baja y de bonito color rubí. Se anuncia como un "vino de altura". Es una garnacha peluda finísima y muy varietal, con la que se busca con precisión interpretar la expresión de su terruño. Fruta (cereza picota) y flores rojas se mecen en un lecho mineral algo metálico (grafito). También tiene un toque especiado y exhibe notas que recuerdan al talco de rosa y a las hierbas aromáticas de garriga, especialmente el romero. Es muy mediterráneo. Se hace palpable que se ha elaborado utilizando un 100% de raspón, a pesar de mostrar una sensación táctil aterciopelada. Es muy limpio, aéreo, delicado y con una muy buena acidez. Es una elegantísima sinfonía clásica puesta al día. En su etiqueta se indica que tiene una graduación alcohólica de 13, 5º, el mínimo exigido en la DO Calificada Priorat. Es recomendable abrir la botella media hora antes de servirlo, y utilizar copas abiertas del tipo borgoña. Sus vinos, aseguran desde esta bodega del Priorat, se elaboran pensando en la gastronomía mediterránea. En este sentido, apuntan que "brillan más cuando se disfrutan con familiares y amigos, como parte del estilo de vida del sur de Europa". Y añaden que "para maridar con una dieta mediterránea saludable, conocida por platos que son puros y auténticos en sabor, nuestros vinos deben ser ligeros y transparentes. Nada debe enmascarar el verdadero carácter de los suelos: ni el roble, ni la extracción, ni la sobremaduración de la uva. Solo se utiliza fruta pura y rica en minerales. Creemos que la comida real necesita vino real". De hecho, a Dominik A. Huber le gusta tanto o más la buena gastronomía que el vino. Y le gusta armonizar sus Les Manyes con un pichón al horno, acompañado de higos (para conectar con la parte dulce de la garnacha) y alcachofas (con las que enlazar con la parte astringente del vino). Terroir al Límit suma 20 hectáreas de viñedos entre la DO Calificada Priorat (15) y la DO en Montsant. Elaboran en torno a las 120.000 botellas anuales (90.000 en el Priorat). Exportan un 85% de su producción. Dominik A. Huber asegura que es "demasiado". Reconoce que le gustaría "vender más en España". Estados Unidos, Alemania y Suiza son sus tres principales mercados internacionales. Actualmente están planteándose construir una nueva bodega en las afueras de Torroja del Priorat y dejar el centro del pueblo y una bodega que se les ha quedado pequeña y donde ya no pueden trabajar con comodidad. Dominik A. Huber ve al Priorat como "un diamante en bruto" y con todavía potencial. Destaca la apuesta por los vinos que persiguen más pureza, y por la ecología y la biodinámica. En este sentido revela que "no me gustan los vinos centrados en la masculinidad". Dice apostar por "la intelectualidad y la sensibilidad, buscando la autenticidad". Empezaron en 2014 a realizar las primeras pruebas de elaboración en depósitos de hormigón tartarizados. Los tienen desde ovoides a hexagonales o cuadrados. Hoy ya no hay ni una sola barrica de roble en su bodega. Solo trabajan con hormigón y acero inoxidable. Dominik A. Huber asegura que "la madera me ha distorsionado los vinos". Entiende que "un vino con cuerpo, sobremaduración, sobreextracción y mucha barrica no funciona para maridar con la cocina mediterránea". Por eso persigue elaborar vinos "directos, desnudos y sin maquillaje", para expresar más auténticamente el terruño. Y afirma que los vinos elaborados en depósitos de hormigón tienen "un potencial de envejecimiento más importante". En este sentido, añade que "un vino criado en madera, debido a la microoxigenación, ya se embotella cansado". Trabaja con reducción en los tintos y oxidativamente en blancos, "al revés de lo que hacen la mayoría de los elaboradores".