La población crece, se expande en el territorio y supera los 370 ejemplares. Pero los daños al ganado, colmenas y frutales comienzan a generar rechazo en algunos sectores afectados La recuperación del oso pardo en España es otro caso éxito en conservación, como el del lince . Hace tres décadas había apenas unos 60-80 ejemplares y los núcleos estaban incomunicados. Hoy, la población supera los 370 en la cordillera Cantábrica, más de 83 en Los Pirineos, según datos del último censo que se actualizará en 2025. Esta especie emblemática, protegida desde 1973, ya no está en peligro crítico, pero sigue aún en riesgo de extinción a pesar de su crecimiento en número y menor fragmentación -se pasean de oriente a occidente y viceversa, e incluso visitan Zamora, Burgos y Portugal-. "Hay que seguir trabajando para garantizar lo que nos pide la Comisión Europea, no es un capricho de ONG y Administraciones, es una especie prioritaria para Europa y tenemos que alcanzar un estado de conservación favorable, que todavía no hemos conseguido", advierte Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo. El reto ahora es la coexistencia, que puedan convivir con los humanos en las cuatro comunidades en las que están presentes (Galicia, Asturias, Castilla y León y Cantabria), así como con las actividades agrícolas, ganaderas y turísticas que allí desarrollan. "Pese a la despoblación , que es una evidencia tremenda, cada vez hay más gente disfrutando de la maravillosa naturaleza de la cordillera Cantábrica: senderistas, cazadores, turistas...", indica. Los machos jóvenes y las osas con crías se acercan a entorno urbanos en busca de comida fácil, cuentan las ONG Este desafío implica que las comunidades autónomas desplieguen una batería de medidas preventivas de forma permanente y que, en caso de incidentes, paguen el daño con celeridad, en 30 días, para evitar conflictos, explica. "La gente perdió la costumbre de convivir con la fauna salvaje y de tomar las precauciones necesarias a medida que fueron desapareciendo de algunas zonas", añade Laura Moreno, responsable del programa de especies de WWF. Es que algunos efectivos jóvenes o con crías se acercan a los pueblos durante la noche -"son animales nocturnos, crepusculares", describe José Tuñón Huerta, director de la Fundación Oso de Asturias- en busca de alimento fácil. "No porque no haya en su medio natural", aclara Tuñón, sino porque, en ocasiones, no pueden resistirse a una huerta asturiana llena de ciruelas, peras y manzanas. O a la miel , como reflejan los tradicionales cuentos infantiles. A veces, también se les sorprende en los contenedores de basura. "Hay que aplicarles inmediatamente el protocolo de intervención porque crea una alarma real y legítima en los vecinos. El objetivo: ceros osos habituados en la cordillera", zanja Palomero. Fijar protocolos de intervención para reeducarlos o una rápida indemnización, entre las medidas requeridas El protocolo de intervención consiste en disparar petardos o balas de caucho para ahuyentarlos. Si son reincidentes, se les captura con una trampa culvert, un cilindro alargado de metal, para una vez dormidos, ponerles un collar de radioseguimiento y así mantenerlos controlados, disuadirlos y reeducarlos con mayor contundencia, detallan los responsables de ambas fundaciones. En Asturias y Castilla y León, estas dos organizaciones conservacionistas colaboran con sendos Gobiernos autonómicos en estas tareas. El equipo incluye técnicos, guardas, científicos del CSIC e investigadores de la Universidad de Oviedo. Además, en mayo pasado el Principado lanzó un paquete de ayudas por valor de 2,1 millones para que agricultores y ganaderos puedan adoptar medidas de protección frente a la fauna salvaje y cubrir el 100% de la inversión, cuenta Tuñón Huerta. En concreto, para la instalación de cercados y pastores eléctricos, vallas móviles y hasta perros mastines para la guarda y defensa del ganado, los cultivo y las colmenas. Estas líneas se sufragan con fondos Life o Feader (Fondo Europeo Agrario de Desarrollo) de la Comisión Europea. En cambio, en Cantábrica, señala Palomero, "se está haciendo tarde y mal; o se trabaja en serio o tenemos un problema", avisa. En la comarca de Liébana hay un punto de conflicto, dice, por la cantidad de fruta que hay en la zona. No obstante, admite, que esta comunidad va por delante en cuanto a la indemnización. "La gestión del oso y su hábitat es competencia de cada autonomía. Cada comunidad tiene la obligación de pagar los daños, que son pocos comparados con los del lobo y el jabalí, y hay que hacerlo rápido por consideración; no es un regalo que se le hace al paisano", recuerda Palomero. Conflictos Los ataques al ganado y colmenas han suscitado quejas y denuncias por parte de algunas agrupaciones ganaderas, como la Unión Rural Asturiana (URA), o la aparición de colectivos como la Plataforma contra el lobo y el oso en Aragón. Ambas entidades piden su " control cinegético porque hay sobrepoblación". "Un compañero tenía un rebaño de unas 60 cabras en la falda del Aramo (un monte de pastos comunales) y ahora le quedan 20; desaparecieron. El problema del oso es que no deja evidencia, marcha con todo, con el animal entero. A este chaval, hasta con el mastín, su perro pastor. Y no hay capacidad de pedir ninguna ayuda compensatoria porque la Administración se escuda en que, si no hay rastro, no hay acceso", relata Borja Fernández, coordinador de URA, quien añade que muchos ganaderos están abandonando porque es inviable. Palomero admite que ha habido incidentes, sobre todo con el ganado menor (ovejas, gallinas). "Una osa joven entró a un gallinero, pero para comerse el pienso, no a las gallinas", cuenta. "Digan lo que digan, los osos hacen poco daño y, en general, es a miel y frutales", recalca. Moreno, de WWF, apunta que el 90% de su dieta es vegetariana y que la carne que suele consumir es carroña. "No caza tanto", subraya. La Fundación Oso Pardo tiene marcha el proyecto europeo Life Human Bear Coex para colocar cercados en pequeñas fincas que protejan ovejas y piensos de terneros y gallinas, o para limpiar los prados. Esta entidad recibe también recursos de The European Nature Trust (TENT), fundada por el reconocido filántropo Paul Lister. El activismo anima la lucha contra los delitos ambientales Respecto a la sobrepoblación que aducen, Tuñón Huertas rememora que sigue siendo una especie en peligro de extinción , incluida en el catálogo español de especies amenazadas de 2011 y en la directiva de hábitats de 1992, que no ha alcanzado un estado de conservación favorable. Esto es, en número, expansión geográfica, variabilidad genética (para evitar la endogamia), etc. Y que si bien tiene que crecer más, algo que sucede de forma lenta, se irán expandiendo y colonizando otros territorios donde todavía no hay o hay pocos. "Se autorregulará por la biología de la propia especie", sostiene. Para Moreno, "con una buena educación ambiental y de gestión de los residuos, que incluya contenedores antiosos; unas buenas prácticas en el turismo, que no se les ponga comida para avistarlos, y con acciones de prevención en ganadería (cercados eléctricos) y apicultura (cortín o muro de piedra circular), no tendría por qué haber problemas". Además, pide más apoyo institucional y un plan estatal para la ganadería extensiva que aborde todos sus problemas. La destrucción de su hábitat por incendios y altas temperaturas o la caza ilegal o accidental son otras amenazas Y si bien estas entidades no creen que en el futuro se rebaje en Europa la protección del oso como acaba de suceder con la del lobo, preocupa que aumente su rechazo. "Combatir el furtivismo, proteger su hábitat y conseguir la aceptación social, trabajando de la mano de los territorios, han sido clave para su recuperación. Pedimos a la Administración trabajar juntos para rebajar y eliminar esa alarma social perfectamente fundamentada, para que la especie no acabe como el lobo. Cuidar y mimar esa aceptación es vital", considera Palomero. En cuanto a los estropicios en la agricultura, las organizaciones conservacionistas proponen plantar árboles frutales a 300-400 metros del pueblo para que cuenten con más comida en el monte y no tengan la tentación de visitar el núcleo urbano. "Es una medida a medio-largo plazo, en 8 o 12 años ya dan manzanas, ciruelas y cerezas y creas puestos de trabajo con mano de obra local", defiende Palomero. Activo natural y económico El oso no solo favorece la biodiversidad, restaura hábitats, regula población y es sanitario del campo, como citan desde WWF, también genera PIB y empleo en los territorios en los que habita. Su impacto económico se contabiliza en unos 20,5 millones en toda la cordillera Cantábrica, y se le atribuye 350 puestos directos, recoge un estudio de la Fundación Oso Pardo y la Universidad de Oviedo de 2017 que se actualizará en enero de 2025. El impacto económico de la especie en toda la cordillera Cantábrica se calcula en más de 20,5 millones de euros Pero hay otras amenazas por delante. Los incendios, que cada vez serán más destructivos e incontrolables por el cambio climático, según los pronósticos. Por ello, los expertos insisten en la prevención más que en la extinción. La caza ilegal o autorizada en zonas oseras, que aún ocurre, y la muerte accidental por disparos, lazos o veneno dirigido a otras especies, señala Moreno. Y el impacto en la flora de las altas temperaturas. Por eso la Fundación Oso Pardo trabaja en un proyecto experimental de plantación de castaños (25.000 a la fecha), que son más resistentes que los arándanos en un clima adverso. Balance y marcos regulatorios Declive de la naturaleza. Malas noticias para la vida salvaje. En los últimos 50 años, entre 1970 y 2020, se ha perdido el 73% de las poblaciones de vertebrados, recoge el Índice Planeta Vivo (IPV), un informe que elabora WWF junto a la Sociedad Zoológica de Londres. Este estudio, que se publica cada dos años, analiza las tendencias de 5.495 especies de anfibios, aves, peces, mamíferos y reptiles. Las especies de agua dulce son las que han sufrido el mayor declive, con una caída del 85%, seguidas de las terrestres (69%) y las marinas (56%), resalta. El sistema alimentario, la sobreexplotación, los animales invasores, las enfermedades y el cambio climático están detrás de este deterioro, según este estudio. Estrategia nacional. En septiembre de 2019 se aprobó en España la Estrategia para la conservación del oso pardo Ursus arctos en la cordillera Cantábrica . Este documento fija las directrices de recuperación y conservación de esta especie y que las comunidades autónomas han de desarrollar y ejecutar con la orientación y coordinación del Ministerio para la Transición Energética y Reto Demográfico, además de hacer un diagnóstico sobre su estado actual. Un trabajo que se realiza desde 1999 en dicha zona y desde 2006 en los Pirineos. Entre los objetivos: evitar su mortalidad por causas humanas; garantizar la viabilidad genética de las poblaciones y de su hábitat; reducir las molestias sobre la especie por actividades económicas o los conflictos con el sector agropecuario; establecer protocolos de intervención consensuados entre las Administraciones; favorecer su aceptación social y fomentar la investigación, educación e información. Avance judicial. Las penas por delitos conta la fauna es otra de las actuaciones que han favorecido su conservación. Aunque todavía hay camino por recorrer, porque pueden pasar varios años hasta la celebración de un juicio y el establecimiento de la condena. Como ha sucedido con el famoso caso del oso Cachou, envenenado con anticongelante en el valle de Arán, una comarca de los Pirineos, cuya vista está prevista para el primer trimestre de 2025, cuatro años después del incidente, refiere Laura Moreno, de WWF. Este año se han condenado a dos cazadores, el último a dos años de prisión e inhabilitación de cuatro por disparar a una osa en la montaña palentina, señalan en Ecologistas en Acción. El Ibex 35, en directo | Las Bolsas apuntan al alza en plena oleada de resultados El Banco Santander gana 9.309 millones hasta septiembre, un 14% más Una juez reconoce la incapacidad absoluta de un médico con depresión al que la Seguridad Social mantenía en su puesto ¿Queremos Elon Musk europeos?