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El pueblo abandonado de Gallicant renacerá con viñas de altura de Sara Pérez y René Barbier

28/12/2022
En: lavanguardia.com
Digital
Los nuevos propietarios de la aldea proyectan recuperar la actividad agrícola y atraer proyectos culturales La cineasta Alba Sotorra baraja trasladar su productora de Barcelona a este enclave, a casi 900 metros La alianza entre una pareja de viticultores, un dinamizador cultural y una cineasta, que comparten un intenso anhelo por preservar el mundo rural, ha empujado el proyecto de recuperación de Gallicant, una aldea en ruinas a casi 900 metros de altura a caballo del Baix Camp y el Priorat. El abandono se apoderó de este enclave después de la guerra civil, pero el magnetismo del lugar, un poderoso mirador delante de los riscos de Siurana, ha hecho que se haya convertido en destino de muchos excursionistas. Desde hace tres años, los nuevos propietarios de Gallicant, Sara Pérez y René Barbier, al frente de prestigiosas bodegas del Priorat y el Montsant; Blai Rosés, creador del festival Terrer, y Alba Sotorra, directora y productora de cine, trabajan para materializar el sueño de devolver la vida a este pueblecito, en el término de Arbolí. Uno de los primeros pasos será plantar viña, haciendo revivir así un cultivo de secano que ya existía antes de la filoxera, y crear vinos únicos. Lo artífices del renacimiento de Gallicant son Sara Pérez y René Barbier, al frente de prestigiosas bodegas en el Priorat y el Montsant; el dinamizador cultural Blai Rosés, y la cineasta Alba Sotorra Los promotores se han rodeado de un equipo muy heterogéneo, integrado por ingenieros forestales, ecologistas, arquitectos, ganaderos y gente del mundo académico con la misión de analizar a fondo este entorno y definir las actuaciones necesarias que hagan que la iniciativa sea viable y no una utopía de cuatro idealistas. El presupuesto estimado se sitúa entre los cuatro y los seis millones de euros. Un proyecto de entre cuatro y seis millones de euros Blai Rosés apunta que entre las vías de financiación se baraja el patrocinio privado Blai Rosés comenta que entre las vías de financiación que exploran está el patrocinio privado y las ayudas públicas, especialmente para las actuaciones en los ámbitos de preservación de la biodiversidad y del patrimonio cultural, además de la gestión forestal. El origen de Gallicant se remonta al siglo XII y su defunción se consolida en la posguerra, aunque el éxodo de los vecinos había empezado mucho antes. "Mi madre vivió en Gallicant hasta 1925, cuando sus padres decidieron instalarse en Arbolí; en los años 20, los vecinos empezaron a irse a otras poblaciones cercanas pero mantenían sus viviendas y subían para cuidar los cultivos. La gente vivía de los cereales, trigo para hacer pan y cebada para los animales; cazaba perdices, conejos, jabalíes..., y sacaba leña del bosque. Mis antepasados conservaron nuestra casa hasta la década de los 50. Los veranos subíamos para ayudar a hacer la batida del trigo, recuerdo esa época como de las más felices de mi vida", evoca Ramona Pàmies, de 82 años, descendiente de una familia de Gallicant. La austeridad y la autosuficiencia marcaban la existencia de la sesentena de personas que habitaban las nueve casas de este villorrio a principios del pasado siglo. La luz eléctrica nunca llegó aquí, no tenían escuela ni iglesia y el agua era escasa, uno de los motivos que propició el despoblamiento. Los niños iban a la escuela de Arbolí, a una media hora andando. Los nuevos propietarios encaran la reconquista de Gallicant como una suerte de experimente, un plan piloto que quiere demostrar que la vida es posible en un lugar tan apartado, al que se accede a pie o por una pista de tierra, sin servicios, con escasa agua y con animales salvajes acechando todo lo que se planta. Blai Rosés subraya que quieren aportar su grano de arena para revertir el abandono rural. Una de la actuaciones prioritarias es la gestión del bosque, que ocupa buena parte de las 270 hectáreas del complejo, para reducir en lo posible el riesgo y la expansión de un gran incendio. Tal como explica Simó Serra, ingeniero forestal, "se han planificado 10,5 hectáreas de espacios abiertos y tres de pastos para favorecer un mosaico agroforestal, además de volver a producir en antiguas zonas agrícolas que ahora son bosque y facilitar rutas de evacuación". La joya de la corona de los cultivos son las cepas que Peréz y Barbier prevén plantar en febrero del 2024. Se empezará con unas dos hectáreas para llegar a un máximo de seis repartidas en microparcelas muy seleccionadas que darán entre 20.000 y 25.000 botellas al año. "Tenemos un gran reto por delante, llevamos mucho tiempo en el Priorat, pero en cotas más bajas; ahora estamos eligiendo las mejoras zonas de Gallicant para blancos, también algún tinto y quizás un espumoso. Serán vinos excelentes. Junto a las viñas crecerán otros cultivos y frutales", explica Pérez, al frente de Mas Martinet y junto con su pareja de Venus La Universal. "Estamos intentando recuperar variedades que no funcionan en el Priorat, pero que aquí, a más altura y con más frescor, pueden ir bien. Esta es la primera vez que podemos escoger desde cero lo qué hacemos, es un sueño. Hace mucho tiempo que buscábamos terrenos calcáreos para hacer blancos, los blancos son el futuro", añade emocionado Barbier. Todo el proceso vinícola se desarrollará en Gallicant, donde también levantarán una bodega. El único y gran temor es el daño que pueden causar los corzos y los jabalíes, que devoran la cosecha cuando asoman los primeros brotes y frustran la posterior vendimia. Por eso la importancia de fomentar las sinergias, crear un coto de caza y dar entrada a la figura del cazador con arco y flecha. Además de controlar las poblaciones de estos animales para evitar daños, también se prevé comercializar su carne en restaurantes del entorno y en otros establecimientos. Los promotores, agrupados en la sociedad Masos de Gallicant, esperan poder presentar el plan especial a finales del 2023 Las actuaciones de conservación de la biodiversidad -en el término de Arbolí se han documentado 45 especies de orquídeas- y de gestión del bosque ya han empezado o lo harán pronto. "Gallicant tiene el potencial de recuperar la viña y la agroforestía -el sistema de producción que integra ganado, pastos y árboles en una misma explotación-. Se pueden incorporar rebaños de cabras, que comen las ramas, y de ovejas y vacas, que se alimentan de pastos. Una herramienta para limpiar el sotobosque y fertilizar las tierras", detalla el ganadero y elaborador de quesos Pere Artigas. La reconstrucción de las casas se abordará en las últimas etapas, "con los mismos materiales originales, piedras y madera; la misma volumetría, y con criterios de arquitectura pasiva, es decir, aprovechando en verano las ventilaciones cruzadas y en invierno la máxima luz solar", indica Arnau Tiñena, del Estudi Nua. La cineasta de Reus Alba Sotorra, ganadora de dos premios Gaudí, contempla trasladar de Barcelona a Gallicant su productora, en la que trabajan de manera fija seis personas. Otras iniciativas culturales, además de las agrícolas, podrían también ubicar su sede en estos parajes duros pero idílicos, que alientan la inspiración, con vistas por delante al monte del mismo nombre y por detrás a Siurana. "La ciudad ya no es humana, respiramos aire sucio, estamos lejos de la naturaleza, todo es muy caro... Tenemos derecho a poder volver a casa", sentencia Sotorra.
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