Este año el oro está haciendo honor a su etimología. Su símbolo químico, Au, proviene de su nombre en latín, aurum , que se podría traducir por "amanecer radiante". Y radiante también es su revalorización. Desde enero, la cotización de la onza ha subido un 29,49%. Este metal precioso es uno de los activos refugio por excelencia, lo que le beneficia en un entorno de gran incertidumbre como el actual. Pero además, hay factores técnicos como el cambio de rumbo en la política monetaria -el oro se ha visto tradicionalmente beneficiado en las fases bajistas de los tipos de interés- y flujos de demanda nuevos, como la entrada masiva de los inversores minoristas en este activo -gracias a la popularización de los fondos cotizados o ETF, según sus siglas en inglés-, que han impulsado su valor de mercado. "El oro vuelve a ser un activo estratégico", subraya en un reciente informe Kevin Thozet, miembro del comité de inversión de Carmignac. "El resurgimiento del riesgo geopolítico, las compras por parte de los bancos centrales que buscan diversificar sus reservas y la incertidumbre sobre el ciclo económico pueden explicar este comportamiento tan bueno", añade el experto de la gestora de fondos francesa. El pasado 30 de octubre el oro alcanzó su máximo histórico, con un precio de 2.787 dólares la onza. Desde entonces, la cotización ha corregido un poco -ahora está en torno a 2.640 dólares-, debido fundamentalmente a la victoria electoral de Donald Trump . El presidente electo de Estados Unidos ya ha avanzado que se avecina una guerra comercial. El anuncio de nuevos aranceles para sus vecinos (Canadá y México) y su gran enemigo económico, China, tiene dos consecuencias que no sientan bien al oro. En primer lugar, las barreras comerciales suelen ser inflacionsitas, lo que podría frenar las bajadas de tipos. Además, las trabas al comercio exterior revalorizan al dólar y el oro se compra en esta divisa, lo que desincentiva en parte a los inversores. Los expertos, sin embargo, creen que este parón en la escalada del metal precioso es solo temporal. Por eso, los informes de estrategia de inversión para el próximo año que empiezan a publicarse incluyen al oro como uno de sus activos favoritos de cara a 2025. Es el caso del influyente banco de inversión Goldman Sachs, que en su informe de estrategia para 2025, recientemente distribuido entre sus clientes, augura nuevos récords para este activo y confía que en los próximos 12 meses pueda rebasar en algún momento la barrera de los 3.000 dólares por onza. También son optimistas los analistas de JPMorgan Asset Management, que lo incluyen como uno de los activos a tener en cuenta a medio plazo: "El rally que ha vivido el oro tiene bastantes posibilidades de continuar en 2025. Esta materia prima puede jugar un papel importante a la hora de construir carteras de inversión resilientes". Los expertos de la gestora de fondos estadounidense esperan que la cotización del oro siga encontrando vientos de cola como el soporte de los bancos centrales, sobre todo de los países emergentes, que han estado comprando 1.500 toneladas más de oro por año de lo que lo hacían antes de que Rusia invadiera Ucrania. El margen de compras de estos organismos -el oro les facilita una alternativa para diversificar sus reservas más allá del dólar o de la deuda soberana-todavía es amplio si se tiene en cuenta que el Banco del Pueblo chino solo tiene el 5% de sus reservas en oro, frente al BCE y a la Reserva Federal que tienen más del 50%. "El oro, que tradicionalmente se ha concebido como un activo refugio, puede funcionar como una buena cobertura tanto frente al riesgo geopolítico como a la incertidumbre de las finanzas soberanas en un momento de altos déficits y deuda pública. En un estudio que hemos hecho sobre los 50 principales eventos geopolíticos desde la II Guerra Mundial hemos visto que el oro se ha comportado como un puerto seguro frente a la volatilidad del mercado", destacan desde JP Morgan Asset Management. Thozet, de Carmignac, también resalta en su informe este carácter defensivo del metal precioso: "El oro está incluso menos correlacionado con los activos de riesgo que la renta fija, lo que lo convierte en un instrumento ideal para la configuración de las carteras de inversión; tiende a ofrecer una protección eficaz tanto contra la incertidumbre geopolítica como contra la inflación. Se trata de una característica oportuna, ya que la inflación persistente es uno de los principales de riesgo actuales, en un entorno en el que los niveles máximos de deuda pública no dejan de superarse".