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Dos mujeres que incorporan drones al mundo rural: El sector deberá adaptarse

14/08/2023
En: elperiodicodearagon.com
Digital
NUEVAS TECNOLOGÍAS EN EL CAMPO Dos mujeres que incorporan drones al mundo rural: "El sector deberá adaptarse" Una agricultora y una apicultora analizan la llegada de los aparatos más modernos a sus respectivos sectores, con el objetivo de mejorar la producción y facilitar las tareas Ana Angoy pilota un dron entre su plantación de olivos. EL PERIÓDICO Ana Angoy: «Genial la ayuda de Fademur, pero hay que tener iniciativa» A Ana Angoy se le abrió «un mundo nuevo» cuando la Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur) le ofreció participar en el curso de pilotaje de drones. Un mundo de los muchos en los que habita esta borjana dedicada a su doble actividad como abogada y agricultora que, por si fuera poco, tiene tres hijos. Almendros, olivos (con el empeño especial de conservar la variedad empeltre) y una viña ocupaban parte de su codiciado tiempo mientras se ilusionaba con el cultivo ecológico. Hasta que Fademur le animó a hacer un hueco al dron. «Se lo agradezco muchísimo porque ni se me pasaba por la cabeza», reconoce. A quien exprime el reloj en seguida le viene a la cabeza el ahorro de tiempo que supone: «No tienes que desplazarte por el campo y puedes aligerar mucho tu labor y, por ejemplo, puedes ver con detalle si un árbol tiene una enfermedad». Y la prevención que supone: «A quien use sulfatos, el dron le evita casi completamente entrar en contacto directo con esos productos que tanto riesgo pueden entrañar para la salud», recuerda, no sin dejar de mencionar la satisfacción que le produce trabajar con una herramienta que no contamina: «Lo enchufas a una placa solar y listo». Aun así y para que nadie se lleve a engaño, previene sobre lo sustancioso de la materia a superar: «El curso no es fácil y hay que estudiar. Si partes de cero, tienes que familiarizarte con el aparatejo. Y hay que sacarse los diferentes certificados, también el de radiofonista, la práctica de vuelo... Ocurre como con la L del coche, que con el instructor te sientes muy segura, pero luego te las ves tú sola en el campo», aclara. Su siguiente paso, obtener el certificado de piloto aplicador, pendiente de salir. Éste, como los cursos de ecológico que ahora afronta, será solo un paso más en su permanente proceso formativo. Como dice ella, se trata de «la perspectiva de futuro de que todo esto me va a servir», la que le hace sacrificar su tiempo libre mirando a largo plazo por el bien de los suyos. Un espíritu inconformista. «La labor de Fademur es estupenda. ¿Qué iniciativas como esta pueden contribuir a reducir la brecha de género en el campo? Sí, pero tú también debes tener ganas, hay que tener iniciativa y para mí es una cuestión personal no lo hago por integrarme», zanja. Se siente «una privilegiada» y le ocupa más aliviar la esclavitud que puede suponer el campo y la necesidad de seguir avanzando en materia de conciliación porque, recuerda, «los cuidados siguen recayendo mayoritariamente sobre la mujer». Natalia Lániez, en plena faena entre sus abejas. EL PERIÓDICO Natalia Láinez: «El sector deberá adaptarse al dron y no al revés» La historia de Natalia Láinez y los drones viene de una afición asentada en el tiempo que, de momento y a su pesar, no ha podido encontrar aplicación en su ocupación profesional. Junto a su compañera Lucía Ibáñez da vida a Abejas del Moncayo , un negocio de himenópteros dedicado a la cría genética y venta de abejas reina desde la localidad zaragozana de Talamantes. Toda una aventura en sí misma no exenta de dificultades. «Llegamos con la idea de dar con un negocio que nos permitiera instalarnos aquí. Por entonces había una familia dedicada a la apicultura que en ese momento estaba en proceso de abandonar su negocio y decidimos dar el paso. Pero analizamos la situación del mercado y nos dimos cuenta de que había una brecha en la cría de abejas reina. Se dio la coyuntura, además, de que ambas nos quedamos sin trabajo. Y nos lanzamos a ello», recuerda. Y afrontaron poner en marcha un negocio en un pueblo de poco más de veinte habitantes (64 vecinos empadronados en 2022, según el INE). «No había casi servicios, la carretera está en mal estado y acaba aquí, internet no va demasiado bien a veces...», enumera. Ahora venden a toda España a través de una empresa de transporte urgente. En 24 horas, tiene usted en su casa abejas seleccionadas genética y criadas en colmenas, no en un laboratorio. Ese largo proceso lo han hecho casi en solitario: sin apenas ayudas porque la PAC da de lado a la apicultura y tampoco entraron en el paquete de fondos por la guerra de Ucrania; y sin referencias cercanas porque apenas nadie se dedica en el país a esta labor. Lo compensaron costeándose viajes a Francia y al sur de España en busca de quienes sí pudieran aprender. A través de Fademur Natalia se sacó el certificado oficial de pilotaje de drones con la idea de reducir las cargas de trabajo que conlleva el negocio. «Estuvimos hablando con los técnicos sobre las aplicaciones. Queríamos evitarnos una serie de viajes hasta las colmenas y a mí es una herramienta que me gusta mucho, pero lo cierto es que este mundo de la apicultura mantiene todavía técnicas muy rudimentarias, sigue muy ruralizado y sí hay mejoras que esta tecnología puede traer como la geolocalización, pero lo mantenemos en estudio porque nos hemos encontrado con dificultades como que las tapas de las colmenas sean metálicas , lo que dificulta la lectura por infrarrojos», explica. A su juicio, «tendrá que se la apicultura la que se adapte al dron». Compartir el artículo
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