Más allá de la España vacía, se esconden los males que llevan a estos territorios al desierto demográfico
Dos mayores pasean por las calles de Magallón, en una imagen de archivo. / ÁNGEL DE CASTRO
Marcos Calvo Lamana
Zaragoza 07 OCT 2024 7:00
Más allá de la España vacía, vaciada o despoblada, similares términos para un mismo problema, se esconden los males que llevan a estos territorios al desierto demográfico. Cambio climático, despoblación y fragilidad económica ante la globalización conjugan un ecosistema de vulnerabilidades que azotan sobre todo a las dos Castillas y a Cantabria.
En el segundo escalón se sitúa Aragón , acompañada de La Rioja y Navarra, que cuenta con 160 municipios entre los 2.828 más vulnerables de España, según un informe del Observatorio La Caixa elaborado por investigadores del Instituto de Ciencias y Tecnologías Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona. De esos tres males que el estudio Más allá de la España Vaciada presenta, son la despoblación y la poca competitividad ante un mundo globalizado los que con mayor dureza azotan a la comunidad aragonesa.
La conjugación de este trío de desavenencias -analizados en base a un indicador que cruza datos sobre del Instituto Nacional de Estadística, confederaciones hidrólógicos y agencias sobre agua y el censo agrario, entre 27 fuentes- se ceba con 160 municipios de los 731 que cuenta Aragón.
Lo curioso es que no solo la malograda Teruel (65 localidades) sufre estas vulnerabilidades, sino que la provincia de Zaragoza suma 69 municipios en este grupo de dudoso honor, mientras que Huesca tiene 26. «Solemos asociar la vulnerabilidad a Teruel, pero en realidad los porcentajes son similares con_Zaragoza y Huesca no se queda lejos», señala Sergio Villamayor, un investigador zaragozano de la UAB que junto a tres compañeros ha elaborado el estudio.
Como curiosidad, los 10 municipios más vulnerables se reparten entre Teruel y Zaragoza : Fuenferrada, Torre los Negros, Calomarde, Frías de Albarracín, Huesa del Común, Torrelapaja, La Llana (Ejea), Cabolafuente, Sisamón y Retascón.
El estudio establece cuatro zonas de vulnerabilidades para el país que, sin embargo, también pueden aplicarse a Aragón. Se habla de la España vaciada y económicamente marginada, que se concentra en distintas regiones de Castilla y León y en el suroeste de Aragón. Las comarcas más golpeadas por estas casuística son el entorno de Calatayud, el Aranda, ambas en Zaragoza, y la serranía de Montalbán, cabecera histórica de las Cuencas Mineras.
Esta clasificación hace referencia a las zonas laceradas por la despoblación, el crecimiento poblacional negativo y que tiende hacia el envejecimiento, así como una marginalización económica, alejada de las inversiones en sectores punteros y la industrialización. «Hemos notado que la pérdida de poder adquisitivo del sector agrario es mayor en estas comarcas y que existe una menor infraestructura social en términos de bancos, escuelas y servicios», explica Villamayor.
Por otro lado, existe el Aragón que resiste económicamente pero se seca , ubicado en las zonas más turísticas que, sin embargo, está en riesgo por el cambio climático. Son los Pirineos, el Maestrazgo y el entorno de Albarracín. En estas comarcas se registra un mayor crecimiento empresarial y la existencia de espacios protegidos, pero los indicadores ambientales «nos hacen ver que es una zona vulnerable», dice Sergio Villamayor.
En tercer lugar está el Aragón erosionado, que se corresponde con el valle del Ebro, mientras que el territorio menos vulnerable se relaciona con las zonas fértiles en regadíos, como distintas zonas de del Este de la comunidad.
La tesis del estudio ahonda en que la despoblación no puede medirse por provincias, sino que se debe hilar más fino para conocer bien dónde impacta la despoblación y el cambio climático.
Los investigadores señalan que este análisis tiene vocación de continuidad, sobre todo en base a la relación entre las olas de sequía y calor, el abandono rural, la desaparición de las explotaciones familiares, la concentración de tierras en grandes empresas , la intensificación agrícola y la desertificación. «Nuestro análisis alerta sobre la necesidad de revisar las ayudas de la PAC (Política Agraria Común) desde el punto de vista de su capacidad para abordar problemas ambientales y sociales de manera integrada», explica Sergio Villamayor, que cita entre las conclusiones que el cinturón de la vulnerabilidad que describe el artículo coincide con la España vaciada.
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