Algunos consumidores dudan sobre la procedencia o la calidad del fiambre "Soy ingeniera de alimentos y estas son 3 cosas que nunca comería" Es sorprendente cómo algunos mitos en torno a la industria alimentaria siguen calando entre la población. Por lo general, se trata de bulos que demonizan un alimento de uso común en concreto, con afirmaciones falsas que ponen en duda su procedencia, su valor nutricional o su buena calidad. Uno de ellos afecta a las lonchas de pavo o jamón de York, sobre las que se dice que están hechas del animal entero o, en su caso, de desechos y partes de mala calidad. Ahora, la ingeniera de alimentos Mariana Zapién ha dedicado un vídeo en su cuenta de Instagram (@ingdetusalimentos) a desmentir este y otros mitos sobre alimentos que no son lo que pensabas. "Para su elaboración se toman distintos cortes el animal, sea de ave o de cerdo, más otros ingredientes como almidones, sales y aditivos para obtener esa textura tan característica", explica la experta ante sus más de 1,5 millones de seguidores. De hecho, para elaborar estas lonchas suelen emplearse las partes más magras del animal, que son ricas en proteínas y bajas en grasas y, por tanto, más saludables. En otras ocasiones, Zapién también ha alertado sobre la dudosa efectividad de lavar el jamón york cuando este se pone pegajoso. "Esta viscosidad no solo puede producirse a causa de la proliferación de bacterias, sino también por la salida del agua y la proteína que le dan esa apariencia gelatinosa", argumenta la ingeniera alimentaria en otra de sus publicaciones. Este cambio en la textura puede deberse a un mal almacenamiento o a cambios en la temperatura de conservación, no obstante, ello no quiere decir que el jamón deje de ser apto para el consumo. "No debes descartarlo, a no ser que detectes un cambio de color o que se acumula gas en el envase", advierte. Sobre el queso y la fruta congelada Otros mitos sobre alimentos industriales Esta experta pone el foco sobre otros alimentos industriales sobre los que algunos consumidores han sembrado dudas durante años, como los tranchetes de queso. "El queso amarillo no es de plástico. Se hace con diferentes quesos, emulsificantes, agua, colorante y sales abundantes que se calientan hasta estar totalmente homogéneos para hacer una placa de queso que al final se corta en rebanadas", aclara Zapién. Las altas temperaturas a las que se somete esta mezcla, de hasta 70 grados, ayudan a la eliminación de los microorganismos y a que el queso se conserve en buen estado durante mucho más tiempo. En cuanto a las frutas y verduras congeladas, existe la sospecha de que llevan otros ingredientes. "No se usan conservadores ni azúcares, simplemente son los productos sometidos a muy bajas temperaturas para preservarlos por más tiempo", concluye Zapién.