El sector porcino catalán se enfrenta a una de sus mayores crisis con la aparición de un brote de peste porcina africana (PPA), con 26 jabalíes positivos, que ha desestabilizado uno de los pilares de la economía catalana y evidencia un modelo agroindustrial "frágil", ha asegurado el investigador del Institut de Recerca Urbana de Barcelona (Idra), Mauro Castro.
El experto, que ha liderado el estudio 'Infraestructures per a l'alimentació sostenible' publicado este miércoles por Idra, alerta que en cuatro décadas, el sector porcino se ha concentrado cada vez más: desde 1982, el número de explotaciones se ha reducido en un 80%, hasta 4.400 granjas, mientras se ha multiplicado por tres el número de cerdos hasta superar los ocho millones de animales.
Actualmente, cinco empresas en Catalunya --Vall Companys, BonÀrea, Casa Tarradellas, Costa Brava Foods y Olot Meats Group-- sumaron en 2024 una facturación conjunta de 10.700 millones de euros y ganancias de 500 millones, con tres mataderos concentrando un 60% de los sacrificios de cerdos que se llevan a cabo cada año en el territorio.
Esto ha generado, alerta Castro, que cada granja haya pasado de tener poco más de 120 cerdos a más de 2.000, y dado lugar a grandes explotaciones que, por la concentración de animales y el uso de antibióticos, son una cuna para este tipo de cepas.
En el caso de que un cerdo de una graja se infecte, debería sacrificarse la totalidad de los animales, un escenario para el que ya se han previsto diferentes líneas de ayudas tanto a nivel catalán como nacional, pero que también evidencia la fragilidad y dependencia del apoyo público de "un modelo tan importante para la economía catalana".
PESO Y EVOLUCIÓN DEL SECTOR
Según los datos del estudio, en el último medio siglo Catalunya se ha especializado en la producción de carne porcina, consolidando un modelo de producción altamente industrializado y concentrado, responsable ya de un 20% del Producto Interior Bruto (PIB) industrial en Catalunya.
Sumando toda la cadena de valor, además, desde la cría a la venta de carne y la exportación, el sector copa entre un 1% y hasta un 3% del PIB del territorio, y es responsable de entre 30.000 y 50.000 puestos de trabajo.
"El despliegue de esfuerzos que se ha hecho por veinte casos positivos demuestra la importancia que tiene el sector porcino en la economía, también porque también ha permitido repoblar e impulsar zonas rurales de Catalunya", ha explicado Castro.
Esta misma relevancia, añade el investigador, justifica el volumen de ayudas movilizadas para esquivar una posible crisis, especialmente en el comercio exterior, destino de un 80% de la carne producida en Catalunya.
CONCENTRACIÓN
Parte de la concentración del sector se ha generado, además, por la presión sobre los pequeños propietarios de las granjas, que, ante el aumento de la competitividad generada por las grandes empresas, empiezan a trabajar para las mismas.
"Ha ocurrido una especie de proceso de 'uberización', por el que, igual que ha pasado con los propietarios de los taxis, los ganaderos ya no son propietarios de sus cerdos, sino que se convierten en asalariados de estas grandes empresas", relata Castro.
Según el investigador de Idra, de hecho, alrededor de un 80% de los ganaderos de Catalunya operan ya bajo este modelo, integrando su modelo en las cinco compañías mencionadas.
Según Castro, además, "no se puede culpar al ganadero tradicional por sucumbir ante las grandes empresas", sino trabajar para general un modelo alternativo que logre que las condiciones de trabajo en el campo no sean imposibles.
MATADEROS, PIEZA CLAVE
Una de las piezas clave para revertir este modelo, según Idra, son los mataderos, tradicionalmente de propiedad municipal y que han ido desapareciendo, hasta quedar apenas 42 mataderos de propiedad pública en Catalunya, 200 negocios menos que hace 40 años.
"Antes existía un matadero en cada pueblo, eran servicios básicos como una escuela o una biblioteca pública, que eran fundamentales para que las granjas pudieran transformar su producto y alimentar a la zona", relata Castro.
El crecimiento del negocio porcino en Catalunya, y la consecuente aparición de empresas que llevan a cabo estos procesos, "han eliminado la obligatoriedad" para las administraciones públicas, lo que perjudica a las granjas que todavía están en manos de pequeños propietarios.
Según relata el investigador, sin un matadero cercano al que las 18 granjas de cerdo ecológicas que aún quedan en Catalunya puedan enviar su producto, el resto de esfuerzos para producir en proximidad se reducen a cero, y pone aún más en riesgo estos modelos de negocio alternativos.
CASO L'ARMENTERA
El estudio toma como base el caso del matadero municipal de L'Armentera (Girona), de propiedad pública y gestionado como una cooperativa rural, y que evidencia como "un matadero cooperativo puede funcionar como un nódulo económico".
El investigador defiende que estas localizaciones ya existen pero están cerradas, como sucede en la zona del Empordà (Girona), donde defiende que las administraciones pueden volver a activar estos negocios "sin necesidad de mucha inversión".
Establecer un Plan Nacional de Mataderos de Baja Capacidad, promover la contratación pública en el sector o establecer una moratoria a las macrogranjas y mataderos para que definan un plan de desescalada son otras de las propuestas que define el informe para escalar un caso como el de L'Armentera al resto del territorio.