La tecnología avanza a pasos agigantados y el acceso a servicios básicos parece haber alcanzado un nivel de comodidad impensable en décadas pasadas, pero hay lugares en nuestras comarcas turolenses donde los habitantes se ven obligados a hacer frente a una problemática que parece sacada de otra era: la falta de agua potable.
Esto es precisamente lo que está sucediendo en el Bajo Aragón y Bajo Martín, donde algunas localidades llevan ya más de tres meses sin acceso al agua en sus viviendas, una situación insostenible que genera gran preocupación entre las personas afectadas. Las más mayores no recuerdan una carencia de agua similar en sus vidas.
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La placa que colma el pantano
El agua es un bien esencial, básico para la vida humana, que no solo es necesario para el consumo, sino para la higiene, la agricultura, la ganadería y, por supuesto, para el desarrollo económico de cualquier comunidad. Sin embargo, en la comarca del Bajo Aragón y Bajo Martín, más de una decena de municipios se enfrentan a interrupciones en el suministro de agua potable de forma intermitente desde hace meses. En algunos casos, la situación ha sido tan crítica que han tenido que abastecerse de agua a través de camiones cisterna, una medida provisional que no puede ofrecer una solución a largo plazo. Esta situación ha dejado claro que los problemas de gestión del agua en esta zona son más profundos de lo que muchos podían imaginar.
Lo más alarmante de todo es que la falta de agua no es un fenómeno reciente, sino que lleva ocurriendo desde hace más de tres meses. En localidades como Alcaine, Peñarroya de Tastavins o Monroyo, se han producido cortes de agua prolongados, lo que ha afectado su día a día.
Las causas de esta grave escasez son diversas. Desde los problemas de gestión y mantenimiento de las infraestructuras hasta las sequías recurrentes y la falta de inversión en soluciones a largo plazo, todo parece apuntar a una falta de previsión en cuanto a la gestión hídrica.
En una época en la que la sostenibilidad del agua es uno de los mayores retos a nivel global, resulta incomprensible que no se haya encontrado una solución duradera para garantizar el abastecimiento en estas localidades. Si bien las sequías son un factor que no se puede controlar, la falta de infraestructuras modernas y adecuadas, como depuradoras y sistemas de distribución eficientes, sí debería haberse previsto hace tiempo.
En este contexto, las administraciones deben actuar con rapidez, adoptando medidas urgentes para garantizar un suministro de agua adecuado, pero también con visión a largo plazo, impulsando inversiones en infraestructuras que mejoren la gestión hídrica de la zona y prevengan futuras crisis.
La falta de agua no solo es una crisis de gestión, sino también una crisis de derechos. Quienes viven en los municipios afectados merecen una respuesta inmediata, un compromiso firme de las administraciones públicas para mejorar la infraestructura hídrica y un plan sostenible que asegure que este tipo de situaciones no se repitan en el futuro.
El agua es vida, y su escasez es una amenaza que debe ser tratada con la urgencia que merece, sin más dilaciones ni promesas vacías.
*Secretario territorial de CHA en las comarcas turolenses
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