Asedio al olivar Tapiz verde. En Úbeda, con grandes extensiones de olivos, se están recogiendo las aceitunas aún verdes para elaborar un aceite de alta gama. /
Óscar Chamorro El jueves entraron en vigor los aranceles al aceite de oliva español que se vende en EE UU. La sequía y el hundimiento de precios en origen amenazan a los agricultores con la ruina Los aranceles de EE UU al aceite de oliva y otros productos (vinos y lácteos) se ejecutan como represalia de Washington por las ayudas concedidas por el consorcio europeo Airbus para la fabricación de dos aviones. 25%
Es la proporción a la que ascienden las tasas aplicadas por Estados Unidos a productos agroalimentarios españoles, como aceite de oliva, aceitunas, queso, jamón, otros productos cárnicos, mantequilla y licores.
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La oliva, el fruto de múltiples usos
El olivo se cultiva en más de cincuenta países, algunos tan alejados del ecosistema mediterráneo como Suiza, China, EE UU, Australia y Canadá. En España se están creando grandes explotaciones modernas y eficientes en provincias como Cáceres, Badajoz, Sevilla, Córdoba... Ello hará que Jaén, que dispone de 66 millones de ejemplares que ocupan una superficie de 550.000 hectáreas pierda peso específico. El 78% de la superficie agraria jienense se dedica al olivo.
Es pronto para la recolección de las aceituna en Baeza (Jaén). Pero ahora en el mercado del aceite de oliva está cobrando pujanza uno obtenido a partir de cosechas tempranas, cuando el fruto todavía está verde. Es un producto 'gourmet', hecho para paladares refinados. Ya habrá tiempo para recoger las olivas que aún no han madurado. Con el fin de procurarse la materia prima para elaborar este delicado producto, una cuadrilla de temporeros, algunos de ellos marroquíes, se acercan a los árboles con 'buggis', pequeños tractores dotados de un motor que sacude el árbol. Lo atenaza y lo hace vibrar fuertemente. Las ramas temblequean como un enfermo que sufre espasmos. Caen a la lona que recubre el suelo las olivas, y ese estremecimiento levanta una nube de polvo, mientras el sol saca del envés de las hojas fulgores plateados. Lo que se queda prendido al ramaje lo agitan vareadores al modo tradicional.
Los dirigentes agrícolas invocan las virtudes de los olivares. Constituyen un cultivo sostenible, un sumidero de CO2 y un fortín contra la despoblación y la desertificación del suelo. Su fruto además aporta una grasa vegetal saludable libre de aditamentos químicos. Ahora falta que esas bondades se tengan en cuenta.
«Si esto no se arregla pronto, dejaré las tierras que heredé»
J. D. Urbano | Pequeño olivarero
A José Domingo Urbano se le está acabando la paciencia y los medios para encarar un presente adverso. Días atrás dejó su pueblo, Escañuela (Jaén), y se animó a participar en una protesta en Madrid. Razones para maldecir no le faltan. El precio en origen del aceite ha bajado en solo dos años de los casi cuatro euros por kilo a apenas dos, haciendo del cultivo de la aceituna un negocio muy poco rentable, al menos en este momento. Hoy los costes de producción superan a los ingresos por venta del aceite. Algunos agricultores que participaron en la marcha alegaron que se han arruinado por culpa de los préstamos y anticipos, de manera que han tenido abandonar una ocupación en la que estaban empleados sus abuelos. «Si esto no se arregla, me iré; dejaré las tierras que heredé de mis antepasados», argumenta el olivarero.
Al hundimiento de los precios hay que sumar la imposición de aranceles del 25% al aceite embotellado con destino a EE UU. La guerra arancelaria supondrá un duro golpe al sector, que el año pasado exportó 110.000 toneladas de aceite de oliva a EE UU -tercer país consumidor después de Italia y España- por valor de 424 millones de euros. En esta tesitura, otros países olivareros como Italia, Grecia, Portugal, Turquía o Túnez se frotan las manos. Italia adquiere a España unas 80.000 toneladas de aceite a grandel que embotella y vende a EE UU. Si el importador italiano indica en su botella el porcentaje de aceite español, la tasa arancelaria se aplicará en función de esa proporción, lo que atenúa el daño.
«Las ayudas a la aeronáutica las pagamos los agricultores»
Juan Gadeo | Grupo Interóleo
La práctica de los italianos con el aceite autóctono enoja a la opinión pública, pero las empresas españolas hacen lo mismo: compran sin envasar aceite a Túnez y, en menor medida, a Marruecos, y lo etiquetan como español, a veces mezclado con el andaluz para darle un toque de sabor nacional.
Airbus tiene la culpa
Los efectos de la guerra arancelaria tienen como víctimas no solo a España, sino también a Alemania, Francia y Reino Unido. Los cuatro estados concedieron subsidios a Airbus para la fabricación de los aviones A350 y A380, subsidios que la Organización Mundial del Comercio (OMC) consideró en su día que eran ilegales. La UE dice en su descargo que las Administraciones estadounidenses hicieron lo mismo con Boeing. «Las ayudas al sector aeronáutico la estamos pagando los agricultores», se queja el presidente del Grupo Interóleo, Juan Gadeo.
Entre los productos damnificados están el aceite de oliva y el jamón españoles, pero también el whisky británico, el vino francés y las galletas y gofres alemanes.
El verticillium, un hongo que provoca la desecación del árbol y la caída de las hojas, especialmente de la copa, es uno de los grandes males que ataca al olivo. «Contra el verticillium no hay cura, el hongo crece muy bien en la humedad. Antes, cuando todo era secano, no había problemas. Pero ahora, con los sistemas de riego, resulta que algunos olivos que tienen 150 o 200 años se están secando», sostiene Carlos Nogales, ingeniero agrónomo que trabaja en la almazara Oleícola, en Baeza (Jaén).
Vareo mecánico. / Óscar Chamorro
Con todo, hay otro mal aún más dañino y de todos conocido: la sequía. Este año ha llovido un poco en primavera; durante el invierno apenas han caído cuatro gotas, lo que hará que el volumen de la cosecha represente solo un 60% con respecto a la anterior, que fue excepcional. Se avecina una producción media tirando a baja que se moverá entre menos del millón y las 1.350.000 toneladas de aceite. «Cuando vienen ciclos de sequía seguidos, que a veces duran cinco años, la cosecha queda barrida. Los pantanos se han quedado al 32% de su capacidad», advierte el agricultor Miguel Rodríguez.
Hay quien ve en la sequía no un problema sino una solución. «Es triste decirlo, pero lo que podría salvar los precios es una sequía; así la cosecha se reduciría, nos comeríamos los sobrantes de la campaña anterior y los precios volverían a subir», argumenta Joaquín Morillo, director de producción y marketing de Oleícola.
Nogales conduce un todoterreno que aparca delante de una finca de cultivo intensivo de olivos. Los árboles están cuajados de una variedad de aceituna llamada koroneiki, de origen griego y muy rara en la provincia. Pese a ser una especie pequeña, aporta un zumo muy bueno, si bien su punto flaco es su sensibilidad al frío. Esta temporada hay trabajadores para recoger la aceituna. El año pasado las almazaras lo pasaron mal para reclutar mano de obra autóctona, a la que tentaba más trabajar en la hostelería y la construcción.
Frente a la adversidad, la empresa Oleícola apuesta por la explotación de árboles jóvenes que permitan la introducción de maquinaria y la consecuente reducción de costes. No en balde, producir un kilo de aceite en un olivar tradicional cuesta en torno a dos euros, mientras que en un cultivo intensivo sale por 1,60 y por 90 céntimos si se trata de una explotación superintensiva. Los olivos centenarios tienen tres pies, tres troncos robustos que se resisten a ser zarandeados por maquinaria vibradora. Cuando son remecidos por los motores, se resienten las raíces y las ramas. Por añadidura, los árboles vetustos exigen por su tamaño que el tractor haga muchas maniobras, lo que ralentiza la cosecha.
Parece que al olivar le crecen los enanos. El desplome de los precios oleicos, del orden del 40%, apenas se ha notado en el bolsillo del consumidor. «La ley de la oferta y la demanda está presa de la especulación y las malas prácticas comerciales. Las bajas cotizaciones obedecen a que la industria y la distribución especulan con nuestra producción, que nunca es excedentaria porque el consumo mundial va creciendo», sostiene Cristóbal Cano, responsable sectorial del aceite de oliva de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA). «En las grandes superficies se están haciendo ventas a pérdidas, con precios más baratos incluso que los que nos pagan a los agricultores. El aceite de oliva se está convirtiendo en un reclamo, un gancho para que el consumidor compre otras cosas».
Carta de aceites
La aspiración de los olivareros es que el aceite de oliva tenga la misma reputación de que goza el vino. ¿Llegará un día en que un cliente vaya a un restaurante y elija entre una extensa carta el aceite pertinente para la ocasión? Ya hay visitas guiadas a almazaras y excursiones para que los turistas arranquen la oliva con sus propias manos. Hay mucho por aprender, entre otras cosas conocer las 250 variedades de aceitunas que hay en España.
Francisco Vañó abandonó un puesto codiciado en un banco para convertir la empresa familiar de aceite a granel en una marca innovadora de gama alta que exporta a 52 países. El castillo de Canena, en Jaén, da nombre a la empresa aceitera cuyo objetivo es la búsqueda de la excelencia. «Una de las alternativas es montar una envasadora o externalizar este servicio a EE UU», asegura Vañó, que dirige la empresa junto a su hermana Rosa.
«Es triste pensarlo, pero la sequía podría salvar los precios»
Joaquín Morillo | Oleícola
«En las grandes superficies se está vendiendo a pérdidas»
Cristóbal Cano | UPA
Pese a la caída de precios, Vañó cree que mirar sólo la cuestión de los precios es agarrar el rábano por las hojas. Piensa que es preciso acometer inversiones que se traduzcan en cambios a veces intangibles. «Está surgiendo un nuevo tipo de consumidor que está dispuesto a gastarse 12 o 15 euros por una botella de medio litro de aceite porque sabe que lo vale. Los mercados emergentes, como Alemania y Japón, cuya tradición culinaria es ajena a este producto, están mucho más interesados y atentos que los españoles. En estos dos países el consumidor es muy fiel y consciente. La categoría premium, aunque minoritaria, está creciendo».
En Castillo de Canena ya están recogiendo la aceituna picual con el fin de capturar aromas herbáceos, notas tomateras y evocaciones a menta. Ahora el rendimiento de la materia grasa se limita a un 12%, pero a cambio la cantidad de polifenoles y ácido oleico es mayor, lo que hace del aceite algo mucho más saludable. «Tampoco es bueno precipitarse, hay gente que cosecha con demasiada premura y el resultado es un aceite de de color verde esmeralda intensísimo, sí, pero con un gran amargor y sabor leñoso debido a que el hueso transmite al zumo cualidades propias de la rama», apunta el director general de la firma.
Fondos de inversión
Los grandes fondos de inversión y las multinacionales se han fijado en el olivar. A la vista de que es un negocio que mueve entre 10.000 y 12.000 millones de euros en todo el mundo y que la demanda es creciente, el sector es atractivo para los que buscan una rentabilidad rápida. «Me temo que es una tendencia creciente y deberemos ir acostumbrándonos. La alimentación, como siempre es necesaria, ofrece una buena oportunidad de negocio. Las multinacionales constituyen sus propias marcas e industrias envasadoras, mientras que los fondos de inversión adquieren terrenos para cultivar olivos. En solo cinco años se han creado 100.000 hectáreas adicionales. Antes los precios eran altos y había buenas opciones de inversión, pero ahora las oportunidades que afloran en la agroindustria se centran en la almendra, que tiene un precio más estable», asegura Gadeo.
«Los pantanos se han quedado al 32% de su capacidad»
Miguel Rodríguez | Agricultor
La sequía y el hundimiento de precios en origen amenazan a los agricultores con la ruina
El directivo reclama a las autoridades españolas que autoricen a los productores a retirar aceite de forma voluntaria y coordinada y guardarlo para la temporada siguiente hasta que se produzca una subida de los precios en origen. Como es una forma de intervenir en el mercado, esta práctica la debería aprobar la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).
La producción de aceite de oliva ascendió el año pasado a 1,8 millones de toneladas. En la presente temporada se prevé que la cifra oscile en torno al millón y 1.350.000 toneladas. El precio del producto es muy volátil y ha pasado de casi cuatro euros el kilo a apenas dos.
Datos 70%
de las explotación españolas de olivos son tradicionales. Un 26,3% son cultivos intensivos y un 2,5% superintensivos. El sector carece de fincas poco eficientes en cuanto a su gestión.
1.800
Es el número de almazaras existentes en España. De ellas 900 son cooperativas que controlan la producción. Sin embargo, la comercialización adolece de una gran dispersión.
Consumo
Los españoles consumieron por habitante 3,92 litros de aceite de oliva virgen en 2018, frente a los 3,65 litros contabilizados en 2017. Los expertos aconsejan un consumo diario de 20 gramos, siempre que el aceite contenga un contenido fenólico superior a 250 mg/kg.
Grupos
Los grupos cooperativos más destacados son Dcoop, Oleoestepa, Jaencoop-Olivar de Segura, Subbética, Interoleo, Oleotoledo y Unión, que suman una producción de 500.000 toneladas. En la industria prevalece la concentración, con grupos como Sovena, Deoleo, Migasa, Maeva o Borges.