Entrevista al responsable del Grupo de Investigación Genética, Cría y Salud Animal de la Universidad de Murcia En España, el sector primario y la industria agroalimentaria aportan el 5,4% del valor añadido bruto (VAB) y el 6% del empleo total, lo que supone una aportación al PIB de casi 61.000 millones de euros y la creación de 1,2 millones de puestos de trabajo (equivalentes a tiempo completo). Además, el carácter limitado de los recursos de nuestro planeta hace que la innovación en la cadena agroalimentaria se antoje fundamental para asegurar la sostenibilidad a largo plazo y la calidad de vida de futuras generaciones. Hablamos de todo ello con el profesor Antonio Muñoz, responsable del Grupo de Investigación Genética, Cría y Salud Animal de la Universidad de Murcia.
¿Podemos estar seguros de que en nuestro país sabemos lo que comemos? De ser así, ¿qué papel desempeña la investigación en tal afirmación?
Sin ningún género de dudas. España es una potencia agroa limentaria, con una especie de macrolaboratorio constituido por una población educada en una gastronomía muy variada y cui dada, así como un sector de la restauración líder a nivel mun dial. Tampoco debemos olvidar que en cada producto de origen animal han participado al menos dos profesionales veterinarios es pecializados, uno a nivel de la cría y salud de los animales y otro a nivel de la inspección veterinaria de salud pública.
¿Cuándo se constituye el Grupo de Investigación Cría y Salud Animal de la Universidad de Murcia, y cuáles fueron sus objetivos o líneas de investigación iniciales?
El Grupo inicia su andadura a principios de los años 90, y su objetivo inicial estuvo siempre muy claro: prestar nuestro ser vicio de transferencia de conocimiento y tecnología científica al sector agropecuario y agroa limentario.
Con el paso del tiempo y la llegada de nuevos avances, ¿han ido ampliándose estas líneas de investigación o derivando en otras complementarias?
Por supuesto. Con el transcurrir de los años hemos ido trabajando en cuatro direcciones o líneas, con bastantes sinergias entre ellas. Por un lado la investigación biomédica, gracias a nuestra integración en el IMIB (Instituto Murciano de Investigación Biomédica), dirigido por el Prof. Pablo Ramírez. En segundo lugar, hemos puesto nuestro foco en la investigación sobre la calidad final de los alimentos, mediante multitud de proyectos compartidos con el Grupo de Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Murcia. También hemos ampliado nuestros esfuerzos en todo lo que tiene que ver con investigación en sanidad animal, y más concretamente en el área de diagnóstico molecular, dirigido por el Dr. Ramis, quien presta una especial dedicación a las enfermedades digestivas. Y por último, estamos investigando acerca de la mejora genética de especies de abasto, incluyendo la acuicultura.
¿Qué grado de importancia tiene que los grupos de investigación como el que Ud. dirige trabajen sobre escenarios reales, además de sobre paradigmas teóricos?
Nosotros siempre hemos apostado por desarrollar investigaciones que lleguen al «contribuyente» en el corto/medio plazo. Conocer el escenario real te permite enfocar muy claramente las necesidades del sector y, por tanto, dirigir adecuadamente los esfuerzos de la investigación para proporcionar a las empresas agropecuarias herramientas que les permitan ser más eficientes, y más respetuosas con el medio ambiente y el bienestar de los animales. Por ejemplo, trabajamos para eliminar el uso de antibióticos, como beneficio para la salud pública.
Es el caso de este Grupo y sus profesionales, ¿qué tipo de perfiles lo integran?
Somos un equipo en el que se combinan perfiles muy vinculados al mundo empresarial, como puede ser mi caso, con profesionales más orientados a la investigación básica (genética molecular), los cuales utilizan estos conocimientos y técnicas para conseguir unos mejores rendimientos científicos y tecnológicos dependiendo de cada proyecto. Otra característica es que la mayoría de los miembros del grupo han trabajado previamente en la empresa privada durante un periodo de tiempo más o menos largo, algo que debería ser obligatorio para acceder a la «función pública».
Entiendo, por tanto, que el compromiso o vinculación del Grupo con el mundo empresarial es total y recíproco...
Sin duda alguna. Nuestro espíritu, a menudo poco entendido y bastante criticado por la parte más purista del mundo académico, ha ido siempre encaminado a llevar la Universidad al terreno empresarial como un servicio básico, apoyando labores de l+D+i en este ámbito. De hecho, prácticamente el 90% de la financiación de investigación de los últimos 10 años ha provenido del ámbito empresarial.
Dentro de sus objetivos se encuentra el diseño de soluciones genético/nutricionales. ¿En qué consiste exactamente este trabajo?
Este modelo de trabajo implica encontrar todas las sinergias posibles entre la genética y la nutrición en una población animal concreta (especie, raza, genotipo...). Cuanto más específica sea la población animal, mejores resultados obtendremos al optimizar el binomio genética/nutrición, ya que homogenizaremos el producto final; y por otro lado, podremos buscar características organolépticas y gastronómicas diferenciadas en estos productos.
Hablemos del mercado. ¿Qué clientes o marcas de alimentación han depositado su confianza en este Grupo de Investigación?
Atendemos las necesidades de varios tipos de clientes. Por un lado están los proveedores de nutrición, dentro de los cuales cabe destacar a FARMFAES, la división de salud y nutrición animal de Faes Farma. También trabajamos con proveedores de genética como GRUP GEPORK y otras similares, así como productores de marcas muy reconocidas por la mayoría de la población, siendo este grupo de empresas el que más visibilidad nos proporciona. En algunas de ellas hemos desarrollado importantes proyectos en los últimos cinco años. Por ejemplo, con COSTA FOOD realizamos un plan para la desmedicalización de su producción porcina. Igualmente, estamos trabajando en la optimización del binomio genética/nutrición con empresas referentes como Campojerez y Comercial Jabu, ambas vinculadas al Grupo Cárnicas JOSELITO. También, desde hace muy poco tiempo, estamos involucrados en dos apasionantes proyectos: el primero es el desarrollo de modelos de economía circular en la industria olivarera española, los cuales van dirigidos al diseño de coproductos para la ganadería sostenible y desmedicalizada. El segundo hace también referencia al desarrollo de nuevos sistemas 4.0 de agricultura biotecnológica y saludable (MESOLIVE), donde, a modo de consorcio, participan ocho importantes empresas de la cadena alimentaria. Entre ellas destacan dos productoras de proteína de origen animal como AVINATUR y PORCISAN, así como dos olivareras como DECOOP y CASA GRANDE, constituyendo un bloque empresarial para desarrollar un apasionante proyecto de economía circular. Por último, tenemos otro proyecto activo en vacuno de carne denominado «Ajustes nutricionales y genéticos en la raza Aberdeen Angus bajo condiciones de producción en España (PRIMEBEEF)» para la empresa ANGUS by Miguel Vergara.
Actualmente, ¿de qué manera es posible añadir valor agregado y sostenible a los productos de estas empresas?
Añadir valor es una condición imprescindible para poder permanecer en el mercado. El consumidor actual ya no se conforma con empresas que ofrezcan únicamente carne de calidad y con seguridad alimentaria. Necesita sentir la "calidad ética" del proceso productivo, es decir, si se respetaron el medioambiente o el bienestar animal durante el proceso de producción, qué esfuerzos hace el productor para reducir la probabilidad de que aparezcan resistencias bacterianas a los antibióticos, o qué ventajas nutricionales añadidas tiene el producto... todo ello más allá del mero valor gastronómico. Este es el valor añadido que nuestra investigación le puede aportar a los productos de origen animal.
Generalmente asociamos las siglas l+D+i a entornos más vinculados con la tecnología que a un sector como el agroalimentario. ¿Qué papel juega este concepto en el día a día del Grupo así como en el del citado ámbito?
Mucha gente se sorprendería de la importancia que supone. Si preguntáramos cuál es el peso de la Industria Agroalimentaria a plataformas de apoyo a la l+D+i como, por ejemplo, el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), nos respondería que en el año 2018 el sector alimentación, agricultura y pesca fue el tercero en operaciones y presupuesto, solo por detrás de la Industria Pesada y las Tecnologías de la Información.
¿Cómo es posible criar animales que proporcionen carnes de mayor calidad organoléptica y gastronómica? Es decir, con mayor grasa intramuscular, mejor perfil de ácidos grasos, niveles más altos de vitamina E...
Pues, en un gran número de casos, optimizando eso que hemos llamado binomio Genética/Nutrición, conociendo al detalle las ventajas que la naturaleza ha colocado en un determinado genotipo y realizando una nutrición de precisión que nos conduzca a conseguir un producto diferenciado. Sin duda, nuestra tarea es conseguir que los animales expresen todo su potencial genético, haciéndolos, en la medida de lo posible, más resistentes a las enfermedades y con una mejor adaptación al entorno.
Animales desmedicalizados y eco-competentes. Explíqueme brevemente ambos conceptos y si son complementarios entre sí.
Definitivamente, estos dos términos ya no son cosa del futuro, sino que forman parte del presente. Las empresas líderes en el mercado de la nutrición animal a las que prestamos nuestros servicios nos demandan productos, dietas y modelos productivos que permitan prescindir del uso de medicamentos, y que reduzcan al máximo el impacto ambiental derivado de la producción de proteínas de origen animal. En algunas ocasiones son conceptos complementarios como evitar el uso del óxido de zinc, el cual se utiliza como antidiarreico. Su eliminación de las dietas disminuirá el impacto medioambiental.
Abordando ahora la más candente actualidad, ¿qué tipo de desafíos se le presentan a la producción y distribución en la industria agroalimentaria de nuestro país con la actual crisis sanitaria provocada por el coronavirus?
Tal y como se ha puesto de manifiesto en estos complicados días, la industria agroalimentaria se ha convertido en clave y esencial para garantizar el suministro de alimentos, y evitar el pánico derivado de una situación exenta de suministros básicos. Los desafíos para un país como el nuestro implican la necesidad de reinventarnos, de buscar modelos alternativos a la restauración tal y como la conocemos hasta ahora y procurar alimentos adaptados a los nuevos escenarios. En definitiva, tendremos que tirar de imaginación y recursos para generar una gama de nuevos productos, más cercanos a las impredecibles realidades que se generen tras esta desagradable situación.
¿Esta crisis puede ser una oportunidad para poner (aún más) en valor los beneficios que conlleva la investigación que realizan grupos como el que usted lidera?
¡Definitivamente, sí! Nuestro lema ha sido siempre convertir los problemas/contratiempos en retos, y de ahí en oportunidades. Esta situación, desgraciadamente, ha tumbado la «producción gourmet» y/o «diferenciada» de alto valor añadido (canal HORECA), para dirigir el consumo hacia proteínas animales baratas en el ámbito doméstico. La incertidumbre y la pérdida general de poder adquisitivo de una parte muy importante de la población se ve siempre reflejada en los hábitos de consumo. Además, la desaparición momentánea de la restauración ha dejado fuera de juego a gran parte de subsectores como el cerdo ibérico, la carne de vacuno de calidad, el cordero y del resto de las producciones animales íntimamente unidas a este segmento. Queda un importante desafío por delante hasta poder volver a esa calidad de vida que habíamos alcanzado en España durante estos últimos años.