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Álvaro Lario, presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola: Habrá más conflictos por los recursos y el agua

06/05/2024
En: lacronicabadajoz.com
Digital
De cuello abajo Álvaro Lario (Madrid, 1977) tiene todo el aspecto de director de una institución financiera, o de un organismo internacional, como ha sido su caso: es un joven funcionario esbelto y amable con la sonrisa fácil y un buen traje. La voz tranquila y sosegada acompaña esa primera sensación. En realidad, este español, el único hoy a cargo de una agencia de las Naciones Unidas , perfila frases delicadas que esconden la lucha libre que se da en la diplomacia internacional, sobre todo cuando se habla del acceso a los recursos naturales y la alimentación. Su misión lo explica. Lario, un extrabajador del Banco Mundial con un máster en la London Business School y otro en la Universidad de Princeton, es desde hace dos años el presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA). Esta es una pequeña agencia que promueve el desarrollo rural y usa microcréditos como parte de una estrategia que busca ir más allá del asistencialismo (o la beneficencia humanitaria), para que 3.000 millones de personas (el 40% de la población mundial) que viven en zonas rurales en países en desarrollo tengan una vida digna. Eso es, una tarea que difícilmente acapara titulares, a menudo choca con los intereses de la poderosa industria de la alimentación y se enfrenta a conflictos armados y (ahora también) climáticos, que están ocasionando un retroceso histórico de los países más vulnerables frente a los más ricos, como explica en esta entrevista concedida a El Periódico, del grupo Prensa Ibércia, en la sede del organismo en Roma. ¿La industria sigue siendo parte del problema en la actual crisis alimentaria mundial? Diría que la principal dificultad es la falta de inversión en producción local y la falta de inversión en diversificación de cultivos. Lo que no vemos razonable es que un país a 3.000 kilómetros con suficiente tierra, agua y acceso a poder tener una diversificación de cultivos, dependa de lo que se produce en un país o región completamente diferente, y esto se debe a la falta de inversión en estructuras de producción agroalimentaria. Solemos hablar de África relacionándola con todos sus aspectos más problemáticos. ¿Pero este continente no puede ser hoy parte de la solución? ¿No podría ser África un gran exportador mundial de comida? Las condiciones las tienen todas: el tamaño de la población, las calidad de la tierra, pero hay aún dificultades en la gestión y abastecimiento de agua, esa es una realidad. El potencial es tremendo, lo que ocurre es que llevamos décadas diciéndolo, y a pesar de ello no hemos logrado avances. ¿Por qué? Una parte es la [falta de] inversión de los Gobiernos locales, como también que apoye el sector privado. Y por otra parte está que el sistema multilateral debería invertir en las infraestructuras, no proporcionar comida, sino proporcionar inversiones que en el medio plazo puedan convertir la agricultura un negocio [para los países en desarrollo]. El agua se ha convertido en fuente de conflicto en los países desarrollados y en vías de desarrollo. ¿Cuál es el escenario que nos espera? Pues el escenario es complicado. En lo que respecta África, hablamos de 86 millones de personas que se verán afectadas o desplazadas de aquí al 2050 por el cambio climático. Hablamos (también) de posibles conflictos entre países... ¿Guerras por el agua...? Bueno, sí, esa es una frase muy fuerte que podríamos decir. Podemos hablar de conflictos de baja y alta intensidad por el acceso a los recursos naturales, y entre ellos, el agua. Eso va a ocurrir cada vez más. Y necesitamos también en la ONU empezar a hablar sobre estos temas. [Ya hoy] dos tercios de los refugiados y de los solicitantes de asilo vienen de países que tienen crisis alimentarias. En el Sahel, por ejemplo, la gente ya se está moviendo por el cambio climático y, claro, eso está provocando nuevos conflictos. Eso está ocurriendo. Lo vemos todo el rato. ¿Y Europa? Lo problemático es que no ha habido ni una ronda de conversaciones en la Organización Mundial de Comercio sobre agricultura en las últimas dos décadas y buena parte de las políticas agrícolas europeas [relacionadas] con la sostenibilidad y la resiliencia al cambio climático también están afectando a otros países, eso es una realidad. A la vez en las mismas poblaciones y en la opinión pública europea hay dificultad en entender cómo hacer esta transición de los sistemas alimentarios. Es evidente que no podemos seguir produciendo de la misma manera, el cómo lo gestionamos es donde estamos ahora. Volvemos a la industria. Hay datos que miden eso. De las principales 350 empresas agroalimentarias en el mundo, las que declaran sus emisiones de alcance tres [de gases de efecto invernadero originadas en operaciones comerciales] son menos de un quinto, lo que significa que no sabemos cuál es el impacto de buena parte de su producción en términos del cambio climático. La guerra en Ucrania ha hecho subir los precios de los fertilizantes, que aún se mantienen altos. La guerra entre Rusia y Ucrania ha afectado claramente [el aumento de precios de fertilizantes], junto con [la situación en] Bielorrusia, que produce uno de los principales componentes. Y una de las cosas que ocurren es que no existe una producción local de dichos fertilizantes. Estas cadenas grandes globales afectan a los más vulnerables pero todo el mundo entero está siendo afectado, incluso el mundo desarrollado. Si miramos las protestas del campo [en Europa] vemos que se debe a ello. El tema es que, en los países de renta más elevada, hay apoyo a estos agricultores, mientras que en los de renta baja esa posibilidad no existe, con lo cual están todavía más afectados. ¿Es eso que está haciendo crecer la brecha entre países ricos y países pobres? En las últimas reuniones del Banco Mundial, [se ha puesto en evidencia que] más de la mitad de los 75 países más vulnerables han agrandado su brecha respeto a los países ricos. Es muy claro que está ocurriendo en términos de agricultura pero también en términos de crecimiento económico. Cada vez vemos más que los países más vulnerables, de renta baja en muchos casos, tienen deudas muy elevadas, con lo cual tienen que pagar también unos intereses que se han elevado y en muchos casos el coste de ese pago se ha duplicado, lo que muchas veces supone más recortes en sanidad, educación y, por ejemplo, de apoyo al campo. Ha denunciado que solo el 0,8% de la financiación climática apoya a los pequeños agricultores, que son los que producen mundialmente el 80% de los alimentos en Asia o África. En lo positivo, en la última cumbre climática de la COP28, por primera vez hubo una conexión entre los sistemas alimentarios y el cambio climático. Pero la realidad es que hay decenas o cientos de millones de personas que están siendo afectadas, de los cuales hablamos muy poco, y tenemos que darles soluciones ya. Porque la crisis climática ya no se previene, hay que adaptarse. Bueno es que es la realidad. Hace poco en Zambia declaró una situación de emergencia porque llevaban muchos años sin lluvia. En Somalia están desde hace cinco años sin lluvia; allí acabamos de retomar operaciones. Pero hay personas que están en situaciones de extrema vulnerabilidad. Estas personas no tienen capacidad, posibilidades. Eso es lo que hay que aportar, también para permitirles quedarse donde están y no migrar. En Gaza todos pasan hambre, según la ONU. Sí, es una situación dramática. Las agencias de la ONU que trabajan allí directamente, como el Programa Mundial de Alimentos (PMA), no han podido dar alimentación a buena parte de la población que depende de sus ayudas, especialmente en un momento de conflicto. Estamos en un momento de hambruna y claramente hay que emprender acciones. Los conflictos y crisis alimentarias de Yemen, Haití, Sudán... ¿Qué le preocupa más? Mi mayor preocupación es que nos olvidamos de buena parte de los conflictos. Pero las poblaciones que están ahí continúan y continúan sufriendo. TEMAS
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