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Alerta por las sandías de Marruecos con plaguicidas prohibidos en la UE

26/07/2023
En: lavanguardia.com
Digital
La Agencia Española de Seguridad Alimentaria reclamó al operador que retirara la partida Las sandías interceptadas contenían restos de un insecticida en unos niveles superiores a los permitidos en el mercado europeo ¿Por qué no hay sandías en España y se traen de Marruecos? La detección en España de una partida de sandías contaminadas con un plaguicida prohibido en Europa procedentes de Marruecos desvela la vulnerabilidad de los mercados europeos ante un comercio alimentario que es global, pero tiene normas ambientales desiguales entre países. La protección del consumidor español de frutas, verduras y otros alimentos importados no está suficientemente garantizada cuando estos artículos de consumo proceden de países con unos estándares inferiores a los europeos en cuanto al uso de plaguicidas. Así lo indican diversos expertos consultados por este diario, que reclaman un incremento en el número de los controles de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria (Aesan). El debate sobre la contaminación por plaguicidas de las frutas y verduras (en este caso, sandías) ha sido puesto sobre la mesa de nuevo a partir de una alerta sanitaria lanzada por el sistema europeo de control alimentario fronterizo (Rasff, por sus siglas en inglés). Este detectó el día 14 de julio la entrada en España de un lote de sandías con alto nivel de metomilo, un pesticida cuyo uso no está autorizado en Europa. Las sandías marroquíes interceptadas contenían restos de un insecticida en unos niveles superiores a los permitidos en el mercado europeo (en concreto, en una proporción de 0,38 mg/kg-ppm, cuando su límite máximo de residuos está establecido en 0,015 mg/kg-ppm). Aunque una sustancia esté prohibida, hay límites legales fijados por razones sanitarias. El sistema europeo califica la incidencia de "grave", pero se desconoce los lugares donde se ha realizado la distribución de las sandías afectadas. Los ministerios no dan detalles del importador El Ministerio de Consumo no ofreció información sobre el origen y el destino de la partida de sandías, ni quién era el importador o el mercado al que iban destinadas. Tampoco se sabe en qué porcentaje fueron distribuidas. Por su parte, el Ministerio de Sanidad, responsable del Plan de Vigilancia de Sanidad Exterior, ha abierto una alerta para este producto por la presencia del pesticida con niveles por encima del máximo de residuos establecido en la normativa. A partir de esta alerta, este ministerio ha intensificado los controles para detectar el metomilo en sandías procedentes del establecimiento exportador del que procedían las sandías. Una vez recibidos los análisis, el ministerio informó a la comunidad autónoma de destino de la mercancía (Catalunya). Se pidió la retirada a la empresa responsable "La notificación de España, a través del sistema europeo de alerta rápida para alimentos y piensos (Rasff), es el resultado de los controles oficiales y ordinarios en los puestos de control en frontera", señaló la Aesan. "En este caso, se identificó una sustancia no autorizada en la UE, ante lo que se llevaron a cabo todas las actuaciones protocolarias exigidas en Europa, incluida la comunicación al operador para la retirada de los productos del mercado", se limitó a decir la agencia. El metomilo se usa como pesticida y puede tener consecuencias graves en algunos casos. Los síntomas de intoxicación por esta sustancia son dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, sudoración excesiva, temblores, debilidad muscular y visión borrosa. La mezcla del metomilo con el consumo de alcohol puede impactar en el sistema nervioso central y periférico, así como puede llegar a provocar fallos renales, según recordó Facua. Agricultores que dudan sobre los controles y que elogian la trazabilidad en España ¿Hay suficientes controles de los productos alimentarios procedentes de Marruecos? "Como consumidor, tengo mis dudas", sentencia Cristóbal Serrano, que ha presidido durante años la intersectorial del melón y la sandía del sindicato agrario Asaja. Serrano sostiene que Marruecos "no tiene los mismos controles" ni limitaciones sobre uso de pesticidas que en Europa. "Ellos no tienen limitaciones de ningún tipo de pesticidas", recalca, antes de elogiar los sistemas de trazabilidad de España. "Cada sandía y cada melón tiene su DNI , y sabemos de qué polígono y de qué parcela es", lo cual permite localizar su origen y actuar con rapidez si se da una alerta, indica Serrano, que pide más controles en frontera. Otras fuentes de organizaciones de consumidores piden que el sistema de información de estas redes de alerta sean más concretas, pues ni siquiera se ofrece el número de lote ni otro dato para identificar el lugar del cultivo o la plantación de procedencia En la base de datos de alerta rápida Rasff aparecen también alimentos españoles 'incumplidores' Koldo Hernández, experto en Ecologistas en Acción, considera que sería erróneo pensar que sólo se dan irregularidades en el caso de las frutas y verduras importadas por España y resalta que también se han dado alertas en fronteras de otros países europeos a consecuencia de la entrada de productos agrícolas españoles. En este sentido, señala recientes alertas en Holanda o Polonia, como la aparición en marzo de mandarinas españolas con plaguicidas prohibidos o con restos de estos plaguicidas. "En todas partes cuecen habas", resume. "En la base de datos de alerta rápida Rasff aparecen casos en que también aparecen alimentos incumplidores españoles", dice. Las paradojas de la producción de alimentos: plaguicidas cuyo uso está prohibido aquí sí se pueden fabrica y exportar Una de las contradicciones actuales del sistema alimentario globalizado es que existen sustancias químicas prohibidas para su uso en la agricultura en la UE, pero cuya fabricación está autorizada en la UE y pueden ser exportadas a otros países (tal es el caso del metomilo, que fue fabricado en España al menos en el 2020). La consecuencia de todo ello es que resulta plausible pensar que plaguicidas fabricados en Europa y presentes en alimentos importados (de países terceros) acaben siendo ingeridos por consumidores españoles, lo que puede indicar falta de celo por parte de los importadores. Y todo ello, sin que se pueda descartar que los productores de las sandías (o melones) sean españoles, pues buena parte de la inversión del sector se hace en Marruecos, según apunta Serrano. "El riesgo para la población no se elimina lavando o pelando los alimentos" La reglamentación actual establece unos límites máximos de residuos permitidos para cada plaguicida en alimentos, incluidos los plaguicidas no autorizados. Estos límites tienen una doble finalidad. Por una parte, sirven para proteger la salud para las personas vulnerables, y por otra parte, es una fórmula que en la práctica sirve para no bloquear el libre comercio. Se permite la comercialización de alimentos con bajos niveles de plaguicidas, sea cual sea su origen, para no imposibilitar ese comercio mundial. "El riesgo para la población no se elimina lavando o pelando los alimentos. Es imprescindible que el Gobierno apoye y cumpla el objetivo de reducir al 50% el uso de plaguicidas para el 2030 propuesto por el nuevo reglamento europeo de uso sostenible de plaguicidas", dice Kistiñe García, del área de tóxicos de Ecologistas en Acción. "Son necesarias ayudas al sector agrícola, que debe aprender nuevas formas de cultivar alimentos sin el empleo arcaico de productos tóxicos", añade. El 43% de las frutas y verduras tiene restos de pesticidas y el 2,5% supera el límite legal Los análisis de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) correspondientes al año 2021 muestran la elevada presencia de residuos de plaguicidas en los alimentos consumidos en España. Concretamente, el 43% de las muestras de frutas y verduras y el 40% del conjunto de alimentos (se analizan también carne, pescado, comida infantil y demás) contienen residuos de plaguicidas, es decir, restos de insecticidas, herbicidas, fungicidas. Esta ultima cantidad supone un incremento de cinco puntos porcentajes respecto a los análisis del 2020, según un estudio de seguimiento de Ecologistas en Acción. En los alimentos se han detectado 125 tipos de plaguicidas diferentes, si bien solo el 2,5% de las muestras supera los límites legales permitidos por la normativa. Además, estos resultados son indicativos de una parte de la realidad, ya que el número de muestras analizadas es limitado (1.904). De hecho, Aesan analizó solo cuatro muestras por cada 100.000 habitantes, cuando la media de la Unión Europea es 4,5 veces superior. Las frutas y verduras fueron los alimentos con mayor número de estos residuos: 121 plaguicidas que contaminaron el 43% de las muestras. Los alimentos con mayor número de plaguicidas fueron las uvas de mesa, con 51 sustancias, y los pimientos dulces, con 32. En cuanto a las muestras de origen animal, el 3,39% contenían plaguicidas. El informe considera "preocupante que hasta un total de 46 plaguicidas no autorizados por la UE sigan presentes en los alimentos", como consecuencia de autorizaciones excepcionales para su uso u otras causas conocidas (contaminantes persistentes o uso ilegales). Detectaron restos de 66 plaguicidas con capacidad de alterar el sistema hormonal Los análisis de Aesan también detectaron restos de 66 plaguicidas con capacidad de alterar el sistema hormonal (o disruptores endocrinos); es decir, sustancias químicas capaces de interferir la acción natural de las hormonas y por lo tanto asociadas con enfermedades relacionadas con el sistema reproductor masculino y femenino, tumores en órganos hormonales, enfermedades metabólicas o trastornos del sistema neuroinmunológico, entre otras. Luis Ángel (Koldo) Hernández, uno de los autores del estudio, recalca que "el alto porcentaje de plaguicidas puede constituir un peligro porque en muchísimos casos no se detecta uno único en el producto, sino varios", lo que se conoce como "efecto combinado o cóctel", expone. Además, dado que ciertos plaguicidas son disruptores endocrinos, "cualquier dosis de exposición, hasta la más baja, puede implicar un peligro". Koldo Hernández añade: "El Gobierno también debe investigar por qué más de un tercio de los plaguicidas detectados no están autorizados, y sustituir los plaguicidas más peligrosos por alternativas más sostenibles". Igualmente considera que Aesan debe mejorar su análisis para dar información más representativa, con más muestras y con información sobre los plaguicidas que se emplean realmente en los campos
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