Gestión integrada de plagas en el cultivo de la alfalfa

La alfalfa es un cultivo especialmente favorable a los principios de la gestión integrada de plagas (GIP), que propugna el crecimiento de un cultivo saludable con la menor alteración posible de los agrosistemas, fomentando los mecanismos naturales de control de plagas. La alfalfa es un insectario natural, su estabilidad temporal (5 años de desarrollo son los habituales en España) hace que sea utilizado como hábitat por una gran diversidad de especies depredadoras y parasitoides, lo que proporciona la oportunidad para fomentar el control biológico natural de las plagas del cultivo. Dos estrategias que previenen las plagas de la alfalfa son reducir la mortalidad de insectos beneficiosos provocada por productos quimicos y dejar franjas de alfalfa sin cortar que sean hábitat-refugio de éstos enemigos naturales. El aprovechamiento de la alfalfa en cortes sucesivos (6 al año) y la existencia de un periodo de reposo vegetativo en otoño-invierno, hacen posible, además, utilizar el corte como herramienta de control de plagas. La GIP debe extenderse a todo el proceso productivo, comenzando con la elección de la parcela, de la variedad a plantar, de la fecha de siembra... En la toma de estas decisiones es fundamental tener el cuenta la prevención. Si además sabemos aprovechar las ventajas de la alfalfa para potenciar el control biológico natural podemos hacer realidad el objetivo de la GIP, conseguir un cultivo menos vulnerable a las plagas reduciendo la dependencia de productos químicos