Cómo hacemos frente a la falta de agua que tenemos, y a la que vendrá

Actualmente, nos encontramos ante una grave situación de sequía. Si bien, debemos diferenciar entre sequía y escasez de agua. Se entiende por sequía meteorológica a la carencia de lluvias durante un periodo prolongado. Si nos referimos a escasez o sequía hidrológica, hablamos de carencia de disponibilidad de agua para diferentes usos. Para realizar este cálculo, disponenos del índice de explotación de agua, que nos indica la presión que sufren los recursos de agua dulce y la cantidad de agua extraída anualmente en proporción al total disponible. Además de la sequía meteorológica recurrente a la que nos enfrentamos, tenemos una demanda crónica de agua debido a nuestro modelo de desarrollo insostenible, con una demanda de agua que supera la capacidad natural de los recursos disponibles. Para paliar la situación contamos con un Plan especial de sequía para cada cuenca hidrográfica, que contempla además el uso de tecnología para producir agua, como la reutilización y la desalación, pero son soluciones puntuales y a corto plazo por el coste económico, energético y ambiental que conllevan. Debemos ser conscientes de que tenemos que dejar de consumir agua por encima de nuestras posibilidades, tenemos que llevar a cabo acciones que mantengan, restauren o mejores nuestros sistema hidrológicos, como proteger nuestros acuíferos. También la conservación de los ríos, que son fundamentales en el ciclo hidrológico y mitigan el impacto de la sequía. La construcción de pantanos requiere hacer un balance de los beneficios y los daños producidos, ya que tiene un importante impacto en los ecosistemas. Todas estas cuestiones nos empujan a reflexionar y co-crear entre todos los planes de acción adaptados a cada territorio. La planificación, la información y el funcionamiento de los sistemas hidrológicos, nos proporcionarán una visión global para adoptar sistemas de gestión y una visión del agua como un recursos natural que no debemos sobreexplotar.