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Cómo aprovechar a gran escala los restos de la industria alimentaria

Iglesias, Analía
En: SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas)
04/03/2023
Cada año generamos millones de toneladas de residuos orgánicos procedentes del procesamiento de alimentos. Para reducir el impacto ambiental, además de cambiar la manera de producir alimentos, deberíamos valorar el ciclo completo integrando los restos, no sólo de los residuos domésticos, también los del procesamiento industrial de alimentos. Utilizando adecuadamente los restos industriales, podríamos reducir los gases de efecto invernadero y darles una segunda vida en la industria alimentaria. Es fundamental incorporar la bioeconomía en los nuevos modelos de negocio. Por ejemplo, la piel del tomate y las cáscaras de huevo son buenos sustitutos del caucho. Las cáscaras de patatas, las migas de masa frita y el suero del queso, servirían para obtener biogás y fertilizantes orgánicos. De igual manera, la extracción del mosto del vino, de la malta de la cebada de la cerveza o el procesamiento de la soja, produce desechos de alto poder antioxidante. El orujo, el alperujo de las almazaras y la pulpa de soja, también tienen propiedades nutritivas y pueden ser ingredientes de suplementos dietéticos y de otros alimentos procesados. Los residuos grasos y los minerales, a través de la digestión anaerobia, pueden transformarse en biogás, y los residuos de soja en la producción de biodiesel. Para aprovechar estos residuos, se pueden construir biorrefinerías para la fermentación o la electrofermentación de desechos. Hay que analizar los costes y la huella de carbono de las distintas opciones para el aprovechamiento de estos restos, y así elegir el enfoque más sostenible desde el punto de vista económico y medioambiental.
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