El relevo generacional en el campo es clave para luchar contra la despoblación. La Junta de Castilla y León se ha propuesto revertir la tendencia con diversas ayudas y facilidades para que los jóvenes se abran paso en el primer sector Garantizar el relevo generacional es el objetivo principal que se ha marcado el sector agrario para poder conseguir su supervivencia en un momento en el que los municipios de Castilla y León se vacían y cada vez son menos los jóvenes que deciden seguir con el negocio familiar y dedicarse al campo. La falta de servicios en el medio rural, las dificultades que conlleva un trabajo como el de agricultor y e l sacrificio de este oficio son los tres factores principales por los que los más jóvenes deciden buscarse el futuro en otro terreno. Por eso, la Consejería de Agricultura , Ganadería y Desarrollo Rural y las asociaciones agrarias luchan por revertir esta situación. El objetivo es conseguir que cada año se incorporen 650 jóvenes al primer sector, una cifra que logró superarse con creces durante 2023. Entonces, el número de altas ascendió a 766 frente a los 46,5 millones de euros que dispuso el Gobierno regional para diversas ayudas. Además, los jóvenes ya titulares de explotaciones agrarias dados de alta también pudieron acceder a ayudas a inversiones para modernizar y mejorar la competitividad y eficiencia de sus explotaciones. Para esta subvención se recibieron en total 570 solicitudes, un número muy alto y que se considera positivo. Rafael Calleja (Palencia, 1992) lleva trabajando en la agricultura desde los 29 años, cuando tras graduarse en Comercio por la Universidad de Valladolid, siguió la senda marcada por su padre y su tío, quienes siempre se han dedicado a la agricultura en Becerril de Campos , el corazón de Tierra de Campos. "Tras varios años trabajando en un banco en Valladolid, me empecé a encontrar saturado del trabajo de oficina y fue el momento de tomar la decisión, probar y hasta el día de hoy ", explica el joven agricultor sobre cómo fueron sus comienzos en esta actividad. El palentino reconoce que lo mejor es no tener jefe y poder ser tú mismo el responsable de tu trabajo, mientras que lo peor es la exigencia propia y las largas jornadas que hay que hacer en determinados momentos. "Hay que saber aguantar" , resume. "Cada día en la agricultura es diferente al anterior, no tiene que ver uno con otro y te puede pasar de todo. Desde encontrarte con problemas burocráticos, hasta mecánicos o con fitosanitarios y más relacionados con el campo. Tienes que saber tomar decisiones rápidas y sobre muchísimos temas", señala. Calleja asegura que es un trabajo que te tiene que gustar y que se tiene que vivir porque si no es muy difícil sobrellevarlo. Por eso, considera que los incentivos económicos son necesarios y positivos, pero no son suficientes para animar a los jóvenes a que se dediquen a la agricultura. "Pienso que para ser agricultor tiene que venir de familia porque ya solo la inversión inicial es inasumible", sostiene. Su consejo a los nuevos agricultores es que "no se frustren. A veces las cosas no salen como queremos y tienen que tener paciencia. A veces, en el campo ponemos toda nuestra ilusión y trabajo, así como inversión para sacar un cultivo adelante y hay muchos factores que no dependen de nosotros como el clima". Este joven palentino tiene previsto dedicarse a esta actividad durante toda su vida laboral , aunque "nunca se puede afirmar al 100% en la vida, pero me gusta mucho. Es un trabajo al aire libre y en contacto constante con la naturaleza, algo que a mí me encanta. Yo estoy muy contento con esta vida ", concluye. Ana Olmo (Palencia, 1990) se incorporó a la agricultura en 2021, tras la pandemia , y después de haber cursado Ingeniería Técnica Forestal por la Universidad de Valladolid. "Siempre me había gustado la naturaleza, aunque no siempre pensé que me iba a dedicar a la agricultura. El sector me gustaba y mi madre ya era agricultora", explica. Ese mismo año, Olmo también comenzó a trabajar como apicultora y decidió poner al fin al trabajado que había desarrollado hasta entonces en una empresa administrativa en la capital para dedicarse a tiempo completo al primer sector en Collazos de Boedo . "Lo bueno es la flexibilidad horaria , pero hay meses muy concretos que son mucho más intensos. Pero lo mejor es nuestra oficina, todos los días cambia, de tierra en tierra, estamos al aire libre y en contacto con la naturaleza. Me agobiaban mucho las cuatro paredes y fue una de las cosas que me ayudaron a decidirme", añade. Pero no todo es positivo, "cada labor tiene su momento y últimamente los años climatológicamente vienen muy raros . Los precios se mantienen a la baja y les cuesta subir de precio. Además, el tema burocrático es cada vez más complicado, tenemos que echar casi más horas que en el tractor. Hay que estar pendiente de mil historias", sostiene la joven. "La agricultura es algo que hay que mamar. Si tu familia no viene de trabajar en el campo, es muy difícil que quieras dedicarte a esto. Además, hay quien tiene familia agricultora y no quiere serlo porque ve lo que hay y no quieren una vida como esta , es una vida muy esclava. Todos deberíamos valorar más los productos locales y de kilómetro cero", incide. Sara García (Palencia, 1983) es fotógrafa de formación , pero decidió volver a la agricultura en Villalcón cuando su padre iba a jubilarse. Un cambio de aires que valora como muy positivo, aunque, al mismo tiempo, muy sacrificado. Explica que hay determinadas épocas del año en las que apenas tiene tiempo para poder conciliar su vida profesional con la personal. García, quien cuenta con el apoyo constante de su padre y de su hermano en esta actividad, señala que cada año es distinto al anterior. "Ahora mismo deberíamos estar sembrando, pero no se puede entrar a las tierras por la cantidad de lluvia que ha caído . Eso nos va a retrasar a todos mucho la sementera". "Este no es un trabajo normal porque hay días que hay que hacer muchas más horas para que después no se te retrase el trabajo otro día. Te subes al tractor y no ves el momento de bajar. Hay veces que hay que anular planes porque hay que hacer ciertas cosas en ese momento y no se puede dejar para mañana o pasado. Las cosas hay que hacerlas en el momento oportuno", concluye. Pero como todo ha cambiado, mientras que sus abuelos aprendieron el oficio en el campo, con sus padres, ahora, los jóvenes agricultores quieren formarse para tener un completo conocimiento de toda la actividad agraria. Cada vez son más los que antes de subirse a un tractor optan por formarse en algunos de los centros especializados que hay en Castilla y León . Como formación reglada se imparten 19 ciclos de Formación Profesional -10 de grado medio y 9 de grado superior- en los ocho centros integrados de FP Agraria, gestionados por la Consejería de Agricultura. El interés es creciente . En el curso 2023-2024 se alcanzaron 643 alumnos matriculados frente a los 614 del curso pasado. Además, también se ofertan 50 cursos anuales de incorporación a la empresa agraria para aquellos jóvenes que quieren iniciar su actividad en el sector. El año pasado contó con más de 1.000 asistentes. Garantizar el relevo generacional es el objetivo principal que se ha marcado el sector agrario para poder conseguir su supervivencia en un momento en el que los municipios de Castilla y León se vacían y cada vez son menos los jóvenes que deciden seguir con el negocio familiar y dedicarse al campo. La falta de servicios en el medio rural, las dificultades que conlleva un trabajo como el de agricultor y e l sacrificio de este oficio son los tres factores principales por los que los más jóvenes deciden buscarse el futuro en otro terreno. Por eso, la Consejería de Agricultura , Ganadería y Desarrollo Rural y las asociaciones agrarias luchan por revertir esta situación.