Hormaza examina los frutos de una planta en La Mayora. Garcia-Santos
El longan es una fruta algo más pequeña que una pelota de pimpón. Tiene un sabor que recuerda a la uva y al melón. Su carne es blanca y translúcida, por la que asoma un hueso negro. Por ello se le conoce como fruta del dragón. Es originaria de Asia, pero también se cultiva en la localidad de Algarrobo (Málaga), con un alto rendimiento. Es el resultado de años de investigación del Instituto de Hortofruticultura Subtropical La Mayora, donde también estudian otras especies como la pitaya, la lúcuma, guanábana, litchi, maracuyá, carambola o guayaba.
"Son frutos que pueden ser cultivados en esta comarca y otros puntos de España. Y de los que el país podría aprovecharse gracias a la demanda en Europa", subraya Iñaki Hormaza, responsable de Fruticultura Subtropical de este espacio dependiente del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
España es líder europeo del sector de los subtropicales. Es prácticamente el único productor de mango de la Europa continental. El 99% de la producción se cultiva en Málaga y Granada, en unas 4.000 hectáreas con un clima mediterráneo subtropical. Ocurre lo mismo con el chirimoyo, con 3.000 hectáreas en esta franja del litoral andaluz.
La zona lidera igualmente la producción europea de aguacate con unas 10.000 hectáreas, aunque ya existen explotaciones en lugares como Canarias, Baleares, Levante y Galicia, además de Sicilia o el Algarve portugués, donde hay un millar de hectáreas. El níspero tiene su mayor productor en Callosa de Sarriá (Alicante), pero también se da en Andalucía.
Todo ventajas
Estas son las cuatro frutas tropicales que se producen a gran escala en el país, pero desde La Mayora están convencidos de que España podría aprovechar mejor sus recursos climáticos ofreciendo una mayor diversidad de frutas que, aunque son poco conocidas, tienen buenas cualidades y son cada vez más demandadas. "Su calidad es muy alta porque llegan al mercado en horas, sin productos químicos y sin apenas dejar huella de carbono en su transporte", subraya Hormaza. "Son todo ventajas", recalca.
El equipo de investigación también trabaja para conocer los genes responsables de la calidad del fruto o la mayor producción de los árboles, estudian las abejas solitarias responsables de la polinización o buscan enemigos naturales contra las primeras plagas que han afectados a las plantaciones. El CSIC ha puesto todo ese conocimiento al servicio de productores y empresas importadoras y exportadoras, mostrándoles sus logros. "Son productos con opciones reales, novedosos y que tendrán aceptación", asegura Enrique Moriones, director del centro malagueño, que ve similares las reticencias actuales a las novedades frutícolas a las que había en los años sesenta a plantar mangos o aguacates, desconocidos en España en al aquel momento.
Aunque hay excepciones de agricultores que se atreven a desarrollar pequeñas producciones, las grandes firmas aún no se interesan por ampliar el abanico de subtropicales. "El problema es que todavía no hay mercado. Y así no se puede producir", explica José Linares, presidente de la Asociación Española de Productores de Fincas Tropicales. Conoce bien el trabajo en La Mayora y destaca la adaptación de la carambola, el maracuyá o la lúcuma, que tienen cada vez un nicho mayor en Europa. También la papaya que, como la guanábana, exige cultivo en invernaderos. O la pitaya, que nace en un cactus cuya producción comienza a ser importante bajo plástico en Almería. "Hay muchas variedades que España podría producir, lo difícil es darle salida", añade Linares.
En La Mayora trabajan para dar a conocer estas frutas y generar demanda. Por eso, también distribuyen a través de empresas locales como Familia Hevilla, en el municipio de Coín. Cristóbal Hevilla recuerda: "Si todas esas frutas se cultivaran aquí, su calidad y sabor siempre será mejor que las piezas que tardan un mes en llegar a Europa desde la otra parte del mundo".