Los hermanos Ferrer son los responsables del proyecto El Capazo Verde. C.V.
Hay ocasiones en las que de una mala racha surge una nueva oportunidad. Y eso mismo les pasó a los hermanos Ferrer, Javier y José Luis, quienes en el año 2014 vieron como su apuesta por la fruta ecológica no les estaba dando los resultados que ellos esperaban. Lejos de desanimarse por no poder continuar con el legado familiar, que habían iniciado sus padres, decidieron empezar de cero y hacerlo con una granja de gallinas ecológicas en su localidad natal , Albalate de Cinca.
«Al principio no teníamos muy claro a qué dedicarnos, pero la pista nos la dio mi hermana Eva, quien vio un reportaje sobre estos animales y le pareció muy interesante. Nuestra experiencia era nula y es cierto que nos daba un poco de vértigo empezar , pero ha sido la mejor decisión que hemos podido tomar», indica José Luis, quien dejó su trabajo en una fábrica para acompañar a su hermano en esta aventura.
Para poner en marcha la granja aprovecharon los terrenos familiares donde en su día crecían árboles frutales y decidieron empezar con pocos animales, alrededor de 400 , para ver si el negocio funcionaba.
«Ahora, contamos con más de 1.500 gallinas ponedoras , y la próxima semana, llegarán 500 más. Nuestro reto es conseguir que en marzo tengamos 2.500, que era la cifra prevista inicialmente, cuando arrancamos con el proyecto», apunta.
Estos animales campan a sus anchas por el terreno que los dos hermanos se encargan de acondicionar y sembrar para que, además de pienso ecológico, también puedan comer hierbas e incluso los insectos que crecen entre los matorrales . «Nuestras gallinas tienen una gran calidad de vida. Por la mañana salen de la granja y están todo el día en el campo, hasta que se pone el sol. Y luego disponen de unas instalaciones perfectamente acondicionadas a sus necesidades. Todo eso se nota luego en la calidad de los huevos que ponen , más de 1.000 al día» , matiza José Luis, quien recuerda que esta metodología de trabajo va emparejada con la filosofía del movimiento 'Slow Food'.
Pero para conseguir poner los huevos a la venta, a través de la empresa, el Capazo Verde , los dos hermanos tuvieron que trabajar muy duro para cumplir con una estricta normativa. Fue la fase más exigente, pero también la que les permitió conseguir la etiqueta ecológica que acredita la procedencia de los huevos con todas las garantías.
Una etiqueta que significa, entre otras cosas, que estas gallinas disponen de una zona al aire libre para corretear durante el día y también un lugar interior para poder dormir y poner los huevos. «El papeleo es costoso y los trámites fueron complejos, pero lo cierto es que todo ello es garantía para el consumidor que los adquiere », recuerda.
Comercialización
En un principio, la mayoría de la producción iba destinada a comercios de la provincia de Huesca , pero gracias al apoyo de un vecino del pueblo, que comercializa pollo ecológico en Albalate de Cinca y también las gallinas de los hermanos Ferrer que ya no ponen huevos y se destinan a carne, expandieron su actividad a Zaragoza, donde cuentan con un público muy fiel. «En la actualidad, podemos decir que la demanda de nuestros huevos supera la oferta y eso es muy satisfactorio para nosotros. Los consumidores que los prueban no tienen ningún problema en pagar un poco más por un huevo cuyo sabor es infinitamente mejor».
Además del trabajo en la granja, los dos hermanos se encargan también del envasado de los huevos que guardan en las cámaras isotermo. Y, un día a la semana, realizan el reparto por diferentes tiendas, restaurantes y particulares de Huesca, Zaragoza y Lérida. «Además, los sábados acudimos al mercado agroecológico en la plaza del Pilar de Zaragoza y para nosotros es un orgullo ver que, semanalmente, vendemos todos los huevos que llevamos en nuestra furgoneta », concluye José Luis Ferrer.