De las cinco construidas en la provincia almeriense, solo dos operan a pleno rendimiento y una tercera infraestructura se encuentra al 30 por ciento Almería ha conseguido salvar el riego de la campaña agrícola de primavera gracias a las aportaciones de agua desalada, fundamentalmente de las desaladoras estatales del Campo de Dalías y de Carboneras. Con una aportación conjunta de unos 70 hectómetros cúbicos del preciado elemento, serían las dos únicas instalaciones de este tipo que están operando al 100% de su capacidad en la provincia, permitiendo que «las dos principales comarcas productoras bajo plástico, el Poniente y el Levante almeriense, tengan problemas de suministro mínimos y nunca falta de agua» , según José Antonio Fernández, presidente de la Federación de Regantes de Almería (Feral). En la actualidad, sólo una planta más estaría en funcionamiento de las hasta cinco que existen en la provincia. Se trata de la desaladora de El Bobar, única de titularidad municipal en nuestro país y construida en la capital almeriense, para una aportación de 5 hectómetros cúbicos anuales, de los 15 para los que está preparada. Si bien la Junta ha asumido su ampliación para asegurar el suministro futuro de la ciudad y de la comarca del Bajo Andarax, con una inversión de 850.000 euros, el agua tampoco llegaría a la zona más castigada por la sequía y la reducción de aportaciones del trasvase Tajo-Segura: la comarca del Almanzora. Y es que, como apuntan desde Feral, la desaladora «de Villaricos, que tenía que aportar entre 15 y 20 hectómetros cúbicos de agua cada año, está inutilizada». Referencia obligada a la infraestructura estatal de Cuevas del Almanzora, que quedó destruida en septiembre de 2012 tras las inundaciones sufridas en la zona donde se construyó y apenas al año de su inauguración. Después de 40 millones de euros en «obras de reparación y protección», el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, aseguró que podrá entrar en servicio a partir de 2024, ante la imperiosa necesidad de los regantes de la comarca. Además, se ha anunciado para 2026 «la instalación de una planta de energía fotovoltaica, para que pueda autoabastecerse» y con ello «reducir el precio del agua desalada». El responsable nacional de frutas y hortalizas de la organización agraria COAG, Andrés Góngora, lamentó que «se vaya a gastar tanto dinero en mantener una infraestructura en zona inundable, cuando con ese presupuesto se podría haber construido una nueva desde el principio, en un lugar más seguro y para dar una respuesta más inmediata a necesidades de regantes que no pueden esperar más». Además de su polémica situación geográfica, este proyecto de 77 millones en su día ha contado con divergencias de más de un 20% entre lo presupuestado y la liquidación de las obras, pleitos por la reconstrucción entre el Ministerio de Agricultura y la contratista formada por Abengoa y FCC, e investigación de ilícitos por parte de responsables de Acuamed que tuvieron continuidad con el estallido de la Operación Frontino. En pleno corazón del Cabo de Gata se encuentra una quinta estación aún parada, la de Mar de Alborán, promovida por Aqualia. A través de su filial, Servicios Hídricos, ha recuperado las instalaciones de la antigua desaladora de Rambla Morales, abandonadas en 2011, tras un funcionamiento intermitente entre 2005 y 2009. La obra mantiene el diseño original y, 4 años después de que se iniciaran los trabajos, producirá unos 20 hectómetros cúbicos al año, para unas 3.000 hectáreas de cultivo. No obstante, se espera la puesta en marcha en unos meses, aún en periodo de pruebas de los bastidores y tras quedar rehabilitados 170 kilómetros de canalizaciones y seis balsas. «Tengo el firme propósito de que, por tecnología, por sostenibilidad, por integración con el medio ambiente y por cubrir la necesidad económica y social de la comarca, esta planta será un referente», aseguró José Colomina, director de la Delegación de Aqualia en Almería, De esta forma, ante la necesidad de agua, la sequía y la explotación de los acuíferos, incluso las desaladoras en marcha presentan necesidades acuciantes. La de Dalías, «no cuenta con conducciones a localidades como Balanegra y Adra» y «necesita ampliarse ante el crecimiento de la comarca»; como manifestó José Antonio Fernández, portavoz de la Mesa del Agua. También sobre la planta de Carboneras, que abastece tanto a las poblaciones como a los regantes de las comarcas del Levante y Níjar, la consejera de Agricultura de la Junta de Andalucía, Carmen Crespo, reiteró que «hay que acometer, urgentemente, un proyecto de duplicación, que no acaba de ver la luz por parte del Gobierno central». Mientras la administración andaluza incrementa su apuesta con nuevos decretos de sequía y añadiendo el uso de aguas regeneradas, los regantes almerienses lo tienen claro: «Es más cara, pero sin la desalada no podríamos producir», concluye Manuel García Quero, presidente de la Junta de Usuarios del Poniente.