En cinco años se ha quintuplicado la superficie hasta las 1.241 hectáreas, pero resulta muy caro procesar el producto
José Bonfill, en su plantación de pistacheros de Valdealgorfa durante la última campaña.
Heraldo
El cultivo del pistacho, un fruto seco originario de las regiones montañosas de Oriente Medio, se está extendiendo en Aragón . Arrancó tímidamente hace una década y en los últimos cinco años se ha quintuplicado la superficie, al haber pasado de 250 hectáreas en 2018 a 1.241 en la actualidad. Hasta ahora, la producción ha sido muy escasa, pues el árbol tarda de seis a ocho años en dar fruto, pero las primeras plantaciones empiezan a rendir y en 2023 se recogieron 35.000 kilos, 25.000 más que en 2022.
Ante este crecimiento, los productores quieren crear una cooperativa que ayude a reducir en lo posible el elevado coste del procesado del pistacho y permita comercializar el producto en Aragón bajo una misma marca. Algunos pistacheros han adquirido con sus propios recursos máquinas que pelan y secan el pistacho, pues estas tareas deben hacerse en las 24 horas siguientes a su recolección para evitar daños.
Demetrio Yus -al fondo-, con su cosecha de pistachos en Muniesa el pasado mes de octubre, cuando se lleva a cabo la recolección.
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El problema se plantea porque, antes de venderlo, este fruto también debe ser seleccionado según su calibre y aspecto, conservado en frigorífico, tostado y, finalmente, envasado, pasos que pueden costarle al productor hasta 2,5 euros por kilo . Para estas labores hace falta recurrir a una planta industrial de las que, hoy por hoy, solo hay una en la localidad turolense de Andorra y otra en Barbastro (Huesca) , ambas de titularidad privada. Muchos productores llevan sus pistachos a Lérida y otros se desplazan hasta Castilla-La Mancha o Extremadura, donde también encuentran instalaciones de este tipo.
"Es necesario agruparnos"
"Es necesario, de cara al futuro, agruparnos todos en una cooperativa y estamos trabajando en ello barajando distintas posibilidades", destaca Ángel Morlanes , presidente de la Asociación de Pistacheros de Aragón (Apistar). Él se muestra partidario de crear una única entidad para toda la Comunidad autónoma, a cuyas instalaciones cree que no sería complicado que los pistacheros llevaran su producción para su procesado y comercialización "porque hoy en día las comunicaciones en Aragón están bien".
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Otra opción es que el colectivo de pistacheros se integre en cooperativas agrícolas ya existentes . Morlanes sostiene que, pese al auge que está cobrando el, hasta ahora exótico, cultivo del pistacho, no hay todavía suficiente producción en Aragón para poner en marcha una asociación en cada una de las tres provincias.
Yus, recolectando pistachos en su plantación de Muniesa.
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El presidente de Apister achaca el aumento de hectáreas de cultivo en los últimos cinco años a la lógica búsqueda de una mayor rentabilidad por parte de los agricultores. "Nos vemos en la necesidad de diversificar nuestro negocio y poner en marcha otros proyectos ; con el pistacho ocurre lo mismo que con la trufa, que ayuda a la economía de una familia", explica. Relata que, en su caso, el pistacho llegó como agua de mayo, salvándole de la fuerte crisis que hace algunos años sufrió el viñedo en la zona de Calatayud, donde vive, y que le obligó, incluso, a arrancar sus vides. "Fue la alternativa a nuestra viña y estamos contentos", destaca.
"No es oro verde"
En la misma línea, José Bonfill, con una pequeña plantación en el municipio turolense de Valdealgorfa , advierte de que el pistacho "no es oro verde". "Yo tengo que coger olivas, almendras y cereal para, entre todo, obtener unos beneficios", afirma. Sus pistachos, embolsados bajo la marca 'Delicias de Valdealgorfa' , están a la venta en la barra del bar de la localidad bajoaragonesa.
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Bonfill es partidario de crear un ente asociativo que permita procesar y comercializar este producto a un coste asequible y sin tener que llevar la producción demasiado lejos. "Uno no se puede poner a plantar pistacho si no cuenta con una procesadora cerca y si tenemos que dar dinero a ganar a otros, no hacemos nada", subraya. Junto con Ángel Morlanes, fue de los primeros que apostó por el pistacho en Aragón. Cuenta que no ha sido sencillo obtener rendimiento y que aún ahora analiza qué variedad es la más apropiada para sus terrenos . El árbol necesita frío para entrar en parada invernal y florecer, pero luego precisa calor para que el fruto madure. Al florecer más tarde que el almendro, entre abril y mayo, no le afectan las heladas tanto como a este.
"Es una burbuja que estallará"
Otro de los pioneros es Demetrio Yus, en Muniesa. Menos optimista que el resto, considera que esta actividad decaerá por falta de rentabilidad. "Es una burbuja y acabará estallando -asegura-, la gente se ha tirado a una piscina sin agua; hacen falta 14 años para amortizar la inversión en la plantación y no todo el mundo puede esperar tanto". Coincide en que el sector en Aragón está falto de una cooperativa que sea un punto de recogida de la producción y de comercialización en conjunto.
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Jaime Valero abrió en 2021 en Andorra su planta procesadora de pistachos , con la que intenta dar servicio a toda la provincia turolense e incluso a productores de zonas de Zaragoza y Huesca. "Este cultivo es aún incipiente en Aragón, pero en los próximos años la producción aumentará", augura.
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