Posdata
El cultivo de algas se abre hueco en las cocinas sanas
Explotaciones que producen algas en balsas de agua para usos alimentarios y medicinales, entre otras aplicaciones, aumentan en un mercado todavía en lento desarrollo en España. Francia y China dominan un sector que está en el punto de mira de restaurantes y grandes cadenas de la distribución
Nicolás Mazurier, en las instalaciones de Ecospirulina, en Serra
Ver noticias guardadas
La producción de algas, tanto en el ámbito artesanal como a gran escala mediante procesos industriales, se abre hueco en el mercado agroalimentario de España, incluido el de la Comunitat Valenciana. Las propiedades nutricionales que aportan a la alimentación humana son altas, como también el impulso de las dietas sanas son muy elevadas y por eso el desarrollo de las explotaciones de algas se ha disparado en los últimos años a un ritmo del 20% anual en países como Francia o China, cunas de proveedores de estos manjares cada vez más cotizados en las cocinas.
En España existe una larga tradición de cultivos de este recurso natural, si bien su desarrollo es menor. «Las explotaciones, al igual que en el resto de países europeos, está aumentando progresivamente», reconoce un informe realizado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la Fundación Biodiversidad y la Asociación Empresarial de Acuicultura Española (Apromar).
En ese despegue del cultivo de algas tiene algo que ver el auge de la espirulina, un superalimento que cada vez gana más adeptos entre deportistas. La espirulina es una cianobacteria (es decir, un alga) de un color azul verdoso. Muchas han sido las investigaciones que afirman que se trata de una de las formas más antiguas de la tierra como organismo vivo y fuente de alimento. De hecho, era uno de los ingredientes principales de la gastronomía de la cultura azteca. Puede tomarse de diferentes formas: en su forma original, seca (utilizada principalmente para cocinar), en polvo, granulada, en comprimidos, líquida o, incluso, en cápsulas.
Dieta de astronautas
Actualmente, está siendo reconocida incluso por organismos gubernamentales como la ONU o la propia NASA, la agencia espacial norteamericana, que ha incluido la espirulina dentro de la dieta habitual de los astronautas para proporcionarles esas proteínas necesarias ya que son mucho más fáciles de digerir que las proteínas de la carne.
Nicolás Mazurier es el fundador de Ecospirulina S.L., una empresa valenciana dedicada a la producción artesanal de este cutivo con certificado ecológico. Lo hace desde balsas de agua ubicadas en una explotación de Serra, en pleno parque natural de la Serra Calderona.
Constituida en 2016, la iniciativa de este emprendedor de origen galo es fruto de su amplia experiencia profesional en el negocio de la pesca. Ha viajado por toda Europa, gran parte de países del sur de Asia y del norte de África para comercializar soluciones de conservación de los pescados. La empresa Ecospirulina forma del selecto grupo de granjas que producen esta especie de microalgas en España, donde tan solo hay media docena de instalaciones artesanales. Francia ya cuenta con unos 200 productores de espirulina. El líder mundial es China. Al gigante asiático acuden la cadenas del sector de la distribución comercial de toda Europa para realizar sus compras a gran escala para poder venderlas en sus estanterías.
Aquí, en España, la producción todavía es muy pequeña. El citado emprendedor francés, de 43 años, junto con los técnicos Javier Palomares y Gloria Mulero, produce unos 400 kilogramos por año en su explotación de Serra. Desde que descubrió las propiedades de la espirulina en Vietnam se ha convertido en uno de los principales expertos en microalgas en el mercado doméstico, cuya producción comercializa en herbolarios, tiendas ecológicas y venta directa. También factura a través del canal 'online'. Mazurier reconoce que la venta de la espirulina tiene recorrido, si bien advierte que «debe superar la competencia de China, un producto de base industrial y con menores niveles de calidad que el local», destaca el propietario de Ecospirulina.
Cuentan los expertos que la ingesta de algunas microalgas es una espectacular fuente de proteínas, mucho más digeribles que las de otros alimentos como la carne, convirtiéndola en un suplemento perfecto para veganos y vegetarianos.
¿Tiene futuro el sector?
El catedrático de Botánica de la Universidad de A Coruña Javier Cremades atribuye la situación a una «falta de tradición y experiencia» con este cultivo, así como a dificultades burocráticas. «Estamos muy atrasados en este tema. No hay tradición en el cultivo ni en el consumo de algas. La mano de obra es escasa y para conseguir concesiones hay mucha burocracia. Una empresa que quiera empezar puede estar dos o tres años de papeleos previos hasta que le dejen un sitio para cultivar», relata Cremades en declaraciones a Efeagro.
El cultivo de algas enfrenta también «problemas de rentabilidad y falta de mercado», abunda el experto, quien relata casos de emprendimiento que tras años de inversiones tuvieron que abandonar por no poder vender el producto. «Hay un montón de imponderables que si tú no tienes experiencia y no sabes es muy difícil empezar. Es casi como una especie de artesanía. El artesano, cuando ya sabe su oficio, pues hace las cosas bien, pero no se empieza de un día para otro», agrega el citado investigador.
La producción de algas es la segunda mayor actividad en el conjunto del negocio de la acuicultura en todo el mundo, con 35,1 millones de toneladas cosechadas en 2020 (28 % del total) por valor de 16.541 millones de euros (6 % del total). Europa no representa ni el 1 % de esa producción mundial, que se concentra casi en su totalidad en Asia (97 %), donde el 99% proviene de cultivos y sólo el 1 % de poblaciones naturales.
Temas