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Cuando los residuos se convierten en energía: la revolución del biometano

24/12/2025
En: theobjective.com
Digital
Los residuos han sido durante años un quebradero de cabeza. Purines, restos agrícolas, residuos orgánicos... toneladas y toneladas de materia difícil de gestionar, cara y con un impacto ambiental evidente. Hoy, sin embargo, ese problema empieza a tener otro relato. Uno que huele menos y se aprovecha mucho más. Se llama biometano y está ganando peso como una de las soluciones energéticas más sostenibles del país. Aunque pueda sonar a novedad, el biometano lleva más de medio siglo existiendo. No es una promesa futurista ni una tecnología experimental: es una energía madura, asequible y, sobre todo, almacenable. Justo lo que necesita un sistema energético cada vez más apoyado en fuentes renovables que dependen del sol o del viento. Frente a esa intermitencia, el gas renovable aporta estabilidad y respaldo, además de ser de origen local y aportar autonomía energética. España parte de una posición privilegiada. Según los estudios del sector, el potencial de producción de biometano alcanza los 163 TWh al año. Traducido a la vida cotidiana, eso permitiría cubrir el equivalente al 40% de la demanda nacional de gas natural. También evitaría que 8,3 millones de toneladas de metano acabaran liberándose a la atmósfera por la descomposición de residuos, y supondría un ahorro de hasta 4.000 millones de euros al reducir las importaciones energéticas. Del residuo al recurso El biometano permite que los desechos ganaderos y agrícolas, junto a los residuos urbanos o de la industria agroalimentaria, se transformen en energía y, además, generan fertilizantes orgánicos que vuelven al campo. Es economía circular en estado puro: menos emisiones, menos problemas de gestión y más valor añadido para el territorio. El despliegue de este gas renovable podría generar más de 20.000 empleos directos y 40.000 indirectos ligados a la operación y mantenimiento de las plantas. A eso habría que sumar otros 35.000 puestos directos y hasta 465.000 indirectos durante la fase de construcción. En zonas rurales castigadas por la despoblación, estas cifras pesan tanto como cualquier discurso político. Las administraciones empiezan a tomar nota. El borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima ha duplicado el objetivo de producción de gases renovables hasta los 20 TWh anuales en 2030, mientras que el plan europeo RepowerEU fija para España una meta de 35 TWh. Sobre la mesa está incluso la posibilidad de que el país se convierta en un futuro hub gasista europeo gracias al desarrollo del biometano y del hidrógeno verde. Energía que llega a casa sin cambiar nada Una de las grandes bazas del biometano es que no exige sacrificios al consumidor. Todas las calderas actuales pueden funcionar ya al 100% con este gas renovable sin necesidad de cambiar equipos ni hacer inversiones. De hecho, con solo el 30% del potencial de biometano que existe en España se podría descarbonizar todo el parque de viviendas del país sin coste para los propietarios. En ese contexto, compañías como Naturgy han decidido acelerar. La energética ya cuenta con tres plantas propias en funcionamiento -una en Galicia y dos en Cataluña- y sumará en breve otras dos en Valencia y Sevilla, alcanzando una producción anual de 104 GWh. El atractivo del biometano también se refleja en la percepción ciudadana. Un estudio reciente señala que el 72% de los consumidores considera que esta energía encaja con sus necesidades y el 65% la ve como diferencial frente a otras renovables por su carácter continuo, no estacional. Nada de esto sería posible sin la red gasista. En España, esa infraestructura suma más de 60.000 kilómetros y llega a 5,5 millones de consumidores en 1.150 municipios. El biometano ya puede circular por ella, y convertirse en eje vertebrador de la descarbonización en el hogar: con el 30% del potencial de biometano que existe en España podríamos descarbonizar todo el parque de viviendas. Nedgia, la distribuidora de gas del grupo Naturgy, está jugando también un papel estratégico en el despliegue de los gases renovables. Suma ya peticiones para inyectar gas verde en su red equivalente al consumo de un millón de hogares. Al final, el biometano propone una transición energética sin grandes sobresaltos. No obliga a cambiar hábitos, ni infraestructuras, ni aparatos. Simplemente, transforma residuos en energía, reduce emisiones, crea empleo y aprovecha lo que ya existe.
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