Gestión integrada de plagas: una adaptación a dos velocidades

Ya han pasado siete años desde la publicación del Real Decreto 1311/2012, cuyo objetivo principal era el de hacer un uso más sostenible de los productos fitosanitarios, con la implantación de la gestión integrada de plagas (GIP), cuyos principios son obligatorios para todos los agricultores europeos desde el pasado 1 de enero de 2014. Todo ello con el objetivo de reducir los riesgos y efectos derivados de la utilización de productos fitosanitarios, especialmente en el ámbito de la salud humana y del medio ambiente. Cada vez son más los agricultores que llevan al día el registro de los tratamientos fitosanitarios en su cuaderno de explotación, consultando a su vez con un técnico o persona cualificada. Sin embargo, haciendo producción integrada, agricultura ecológica o perteneciendo a una Agrupación de Tratamiento Integrado en la Agricultura (ATRIA) ya se está cumpliendo con los requisitos de exige la GIP. Teniendo en cuenta los avances que se han hecho en los últimos años, la implementación de la GIP debería ir a más, sobre todo teniendo en cuenta que las nuevas tecnologías están a su favor, tales como la maquinaria destinada a la agricultura de precisión o el análisis del "Big Data"